Charlotte había desconectado la música y se había sentado al piano, desde donde dedicaba una sonrisa cómplice a Gideon. Y él le devolvía la sonrisa.
En cambio, a mí solo se había dignado dirigirme una mirada, aunque había sido una mirada muy significativa. Y no en sentido positivo. Seguramente le resultaba penoso estar en la misma habitación con una fracasada como yo, con mayor motivo porque parecía muy consciente de que estaba fabuloso con sus vaqueros desgastados y esa estrecha camiseta negra. Por alguna razón me puse más furiosa aun. Casi me rechinaban los dientes de rabia.
Mister George paseó la mirada, inquieto, de Labios de Morcilla a mí y otra vez al profesor, y dijo con la frente marcada por profundas arrugas de preocupación: —Lo conseguirá, Giordano, ya verá. Con Charlotte, cuenta usted con una ayudante muy capacitada. Además, aún tenemos unos días de tiempo.
—?Como si fueran semanas! Nunca hay tiempo suficiente cuando hay que prepararse para un gran baile —dijo Labios de Morcilla—. Una soirée tal vez, en un círculo restringido y con mucha suerte, pero un baile, posiblemente incluso en presencia de la pareja ducal... totalmente descartado. Solo puedo suponer que el conde se ha permitido gastarnos una broma.
Ahora mister George le miró con frialdad.
—Con toda seguridad, no —dijo—. Y con toda seguridad no le corresponde a usted poner en tela de juicio las decisiones del conde. Gwendolyn lo conseguirá, ?no es cierto, Gwendolyn?
No dije nada. En las últimas dos horas mi autoestima había sido violentamente maltratada. Si solo se trataba de no llamar la atención desfavorablemente, eso podía conseguirlo, sí. Me limitaría a colocarme en un rincón y agitar el abanico con discreción. O no, mejor no agitarlo; quién sabe lo que eso podía significar. Sencillamente, estaría quieta y sonreiría sin ense?ar dientes. Naturalmente, mientras tanto nadie debía molestarme o preguntar por el marqués de Stafford o pedirme un baile.
Charlotte empezó a tocar suavemente unas notas en el piano. Era una peque?a melodía muy tierna del estilo de la música que habíamos bailado antes. Gideon se colocó a su lado y ella le miró y dijo algo que no pude entender, porque Labios de Morcilla suspiró sonoramente.
—Hemos tratado de ense?arle los pasos básicos del minué de forma convencional, ?pero me temo que tendremos que recurrir a otros métodos!
No podía sino admirar a Charlotte por su capacidad de hablar, mirar a Gideon a los ojos, ense?ar su encantador hoyuelo y tocar el piano simultáneamente.
Labios de Morcilla seguía lamentándose.
—… tal vez ayuden algunas figuras o signos de tiza en el suelo, para eso deberíamos...
—Podrá continuar las clases ma?ana mismo —le interrumpió mister George—.
Ahora Gwendolyn tiene que ir a elapsar. ?Vienes, Gwendolyn?
Asentí aliviada, y cogí mi cartera y mi abrigo. Por fin libre. El sentimiento de frustración pasó a convertirse en una tensa espera. Si todo iba bien, hoy me enviarían a elapsar a una fecha posterior a mi encuentro con el abuelo y encontraría la llave y la contrase?a en el escondite secreto.
—Deja que la lleve yo. —Mister George me cogió la cartera y me dedicó una sonrisa de ánimo—. Cuatro horas más, y podrás irte a casa. Hoy ya pareces mucho menos cansada que ayer. Te buscaremos un a?o bien tranquilo, ?qué te parece 1953? Gideon dice que en esa época en el mun... bueno, en la sala del cronógrafo, todo es muy agradable. Parece que incluso hay un sofá.
—1953 es perfecto —dije yo, tratando de no parecer muy entusiasmada.
?Cinco a?os después de mi último encuentro con Lucas! Era de esperar que en el tiempo que había pasado hubiera podido enterarse de algo más.
—Ah, por cierto, Charlotte, mistress Jenkins ha llamado a un coche, por hoy puedes descansar.
Charlotte dejó de tocar.
—Sí, mister George —respondió cortésmente, y luego ladeó la cabeza y sonrió a Gideon—. ?Tú también te tomas un descanso?
?De qué iba eso? ?Ahora le iba a preguntar si quería ir al cine con ella?
Contuve el aliento, esperando la respuesta.
Pero Gideon sacudió la cabeza.
—No. Acompa?aré a Gwendolyn.
Seguro que Charlotte y yo pusimos la misma cara de sorpresa.
—No, no la acompa?arás —dijo mister George—. Por hoy has cubierto el cupo.
—Y pareces agotado... —a?adió Charlotte—. Lo que no es nada extra?o, desde luego. Deberías aprovechar el tiempo para dormir.
Por una vez estaba de acuerdo con ella. Si Gideon venía conmigo, no podría sacar la llave del escondrijo ni ir a buscar a mi abuelo.
—Sin mí, Gwendolyn pasará cuatro horas en el sótano sin ningún provecho —contestó Gideon—. Si voy, en cambio, podría aprender algo durante ese tiempo. —Y esbozando una sonrisa, a?adió—: Por ejemplo, cómo se distingue la derecha de la izquierda. Eso del minué no debe ser tan difícil de captar.
?Cómo? ?Por el amor de Dios, más clases de danza no!
—Pierdes del tiempo —dijo Labios de Morcilla.