Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

—… y me la vayas a hacer llegar en uno de tus futuros viajes en el tiempo… ?por qué crees que lo has hecho?

—?Quieres decir por qué crees que lo haré? —Suspiré—. Bueno, de algún modo parece tener sentido. Supongo que tú podrías aclararme un montón de cosas. Pero tampoco sé… —Miré a mi joven abuelo desconcertada—.

?Conoces bien a Lucy y a Paul?

—Paul de Villiers viene a elapsar desde enero. Se ha hecho dos a?os mayor en ese tiempo, es un poco siniestro. Y Lucy estuvo aquí por primera vez en junio. Normalmente, yo los tutelo durante sus visitas. Por lo general es muy… divertido. Puedo ayudarles con los deberes escolares. Y debo decir que Paul es el primero de los De Villiers que me cae bien. —Volvió a carraspear—. Pero si tú vienes de 2011 debes de conocerlos a los dos. Es curioso pensar que ya se irán acercando a los cuarenta… Tienes que saludarles de mi parte.

—No, eso no puedo hacerlo.

Buf, todo era tan complicado… Y, probablemente, sería mejor que fuera con cuidado con lo que contaba mientras yo misma no comprendiera bien cómo estaban las cosas aquí. Las palabras de mi madre seguían resonando en mi oídos: ?No te fíes de nadie. Ni siquiera de tus propias sensaciones?.

Pero, sencillamente, tenía que confiarme a alguien, ?y quién mejor para eso que mi abuelo? Decidí jugármelo todo a una carta.

—No puedo saludar a Lucy y a Paul de tu parte porque han robado el cronógrafo y han saltado con él al pasado.

—?Qué? —Detrás de las gafas, los ojos de Lucas se abrieron de par en par—. ?Y por qué iban a hacer algo así? No puedo creerlo. Ellos nunca… ?Cuándo se supone que ocurrió eso?

—En 1994 —dije—. El a?o en que yo nací.

—En 1994 Paul tendrá veinte a?os y Lucy dieciocho —dijo Lucas, más para sí mismo que para mí—. De modo que dentro de dos a?os. Porque ahora ella tiene dieciséis y él dieciocho. —Me dirigió una sonrisa de disculpa—. No quiero decir ahora, sino solo ahora cuando vienen a elapsar a este a?o.

—Las últimas noches no he dormido demasiado; por eso en estos momentos tengo la sensación de que mi cerebro es como una nube de algodón de azúcar —dije—. Y, de todos modos, soy un desastre para el cálculo.

—Lucy y Paul son… Lo que me acabas de explicar no tiene ningún sentido.

Ellos nunca serían capaces de cometer semejante locura.

—Pues lo han hecho. Pensé que tal vez tú podrías decirme por qué. En mi época todos quieren hacer creer que ellos son… malos. O que están locos.

O las dos cosas a la vez. En cualquier caso, que son peligrosos. Cuando me encontré con Lucy, dijo que debía preguntar por el Caballero Verde. De modo que, dime, ?quién es el Caballero Verde?

Lucas me miró perplejo.

—?Te encontraste con Lucy? Pero si acabas de decir que ella y Paul desaparecieron en el a?o de tu nacimiento. —Entonces abrió los ojos como si le acabara de venir otra idea a la cabeza—. Si se llevaron el cronógrafo, ?cómo es que tú puedes viajar en el tiempo?

—La vi en el a?o 1912. En casa de lady Tilney. Y existe una segundo cronógrafo que los Vigilantes utilizan con nosotros.

—?Lady Tilney? Lady Tilney hace cuatro a?os que murió. Y el segundo cronógrafo no está en condiciones de ser utilizado.

Suspiré.

—Ahora sí. Escucha, abuelo —al oír esta palabra, Lucas se estremeció—, para mí este asunto es aún más enrevesado que para ti, porque hasta hace solo unos días no tenía ni idea de todo este lío. Yo no puedo aclararte nada. Me han enviado aquí para elapsar; por Dios, ni siquiera estoy segura cómo se escribe esa maldita palabra, la oí por primera vez ayer. De hecho, es solo la tercera vez que viajo en el tiempo con el cronógrafo. Antes salté tres veces de forma incontrolada. Lo que no resultó especialmente divertido.

Pero, en realidad, todos pensaban que la portadora del gen era mi prima Charlotte, porque había nacido el día se?alado y mi madre mintió con respecto al día de mi nacimiento. Por eso Charlotte recibió clases de danza en mi lugar, está informadísima sobre la peste y el rey Jorge, sabe esgrima, cabalgar como una dama y tocar el piano, y Dios sabe qué más habrá aprendido en esas clases misteriosas. —Cuanto más hablaba, más rápido brotaban las palabras de mi boca—. Yo, en todo caso, no sé nada de nada, excepto lo poco que hasta ahora han querido confirmarme, y desde luego no puede decirse que haya sido mucho ni especialmente esclarecedor, y lo que es peor, hasta este momento no he tenido ni tiempo de reflexionar sobre lo que ha pasado. Leslie, mi amiga, lo estuvo mirando en Google, pero mister Whitman nos quitó el dossier, y de cualquier modo solo me enteré de la mitad de lo que decía. Todos parecían esperar algo especial de mí y ahora están decepcionados.

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