Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

Lucy. En ese momento me vino a la cabeza lo que me había gritado cuando huíamos de casa de lady Tilney.

Aún no podía creer que estuviera sentada ante mi abuelo. Busqué algún parecido con el hombre en cuyo regazo había escuchado tantas historias emocionantes. El hombre que me había defendido ante Charlotte cuando mi prima había dicho que solo quería hacerme la importante con mis historias de fantasmas. Pero la cara fina de la persona que tenía delante no parecía compartir ningún rasgo con el rostro lleno de arrugas y surcos del anciano que yo había conocido. En cambio, encontré que se parecía a mi madre, con sus ojos azules, la pronunciada curva del mentón, el modo en que ahora sonreía… Cerré los ojos con fuerza durante un momento: lo que estaba ocurriendo era sencillamente… demasiado para mí.

—Bueno, ?dónde estábamos? —dijo Lucas en voz baja—. ?Soy… ejem… un abuelito simpático?

Las lágrimas me cosquilleaban en la nariz y tenía que esforzarme para no romper a llorar, de modo que me limité a asentir.

—Los otros viajeros del tiempo siempre aterrizan arriba, de un modo perfectamente oficial y confortable, en la Sala del Dragón junto al cronógrafo o en la sala de documentos —continuó Lucas—. ?Por qué has elegido este viejo y lúgubre laboratorio?

—Yo no lo he elegido. —Me froté la nariz con el dorso de la mano—. Ni siquiera sabía que era un laboratorio. En mi época, aquí hay un sótano normal y corriente con una caja fuerte donde se guarda el cronógrafo.

—?De verdad? Bueno, en la época actual también hace tiempo que ha dejado de serlo —dijo Lucas—, pero originalmente esta habitación se utilizaba como laboratorio secreto de alquimia. Es una de las salas más antiguas de este caserón. Cientos de a?os antes de la fundación de la logia del conde de Saint Germain, famosos alquimistas y magos londinense ya realizaban experimentos aquí para encontrar la piedra filosofal. En las paredes aún pueden verse algunos dibujos siniestros y fórmulas misteriosas, y se dice que los muros son tan gruesos porque contienen huesos y cráneos emparedados… —Calló, y ahora fue él el que se mordió el labio—. De modo que tú también eres mi nieta. ?Puedo preguntar… hum… de cuál de mis hijos?

—Mi madre se llama Grace —respondí—. Se parece a ti.

Lucas asintió.

—Lucy me habló de Grace. Dice que será la más simpática de mis hijos, que los otros serán sosos y cerrados. —Hizo una mueca—. No puedo imaginar que un día llegue a tener unos hijos así… En realidad, no puedo imaginar que llegue a tener hijos… —Posiblemente no tenga que ver contigo, sino con tu mujer… —murmuré.

Lucas suspiró.

—Desde que Lucy apareció aquí por primera vez hace dos meses, todos me toman el pelo porque tiene el cabello rojo, exactamente igual que una muchacha que… me gusta. Pero Lucy no quiso revelarme con quién me casaré; cree que eso podría hacerme cambiar de opinión. Y entonces ninguno de vosotros nacería.

—Más que el color de los cabellos, el factor decisivo es el gen de los viajes en el tiempo que tu futura esposa tiene que transmitir —aseveré—. Podrías haberla reconocido por eso.

—Ahí está lo curioso. —Lucas se adelantó un poco en su silla—. Resulta que encuentro… ejem… especialmente atractivas… a dos muchachas de la línea Jade, el número de observación cuatro y el número de observación ocho.

—Vaya —respondí yo.

—?Sabes?, es que no acabo de encontrar la forma de decidirme. Tal vez una peque?a indicación por tu parte podría acabar con mis dudas.

Me encogí de hombros.

—Por mí no hay problema. Mi abuela, es decir, tu mujer, es la… —?No! —gritó Lucas, levantando los brazos en un gesto defensivo—. Lo he pensado mejor, será mejor que no me lo digas. —Se rascó la cabeza avergonzado—. Ese es el uniforme del Saint Lennox, ?no? —preguntó, cambiando de tema—. Reconozco el escudo de los botones.

—Exacto —dije, y miré hacia abajo, a mi chaqueta azul oscuro. Sin duda madame Rossini había lavado y planchado las piezas del uniforme, porque se veían como nuevas y olían ligeramente a lavanda. Además, había hecho algo con la chaqueta, que ahora me sentaba mucho mejor.

—MI hermana Madeleine también va al Saint Lennox. Debido a la guerra, no ha podido acabar sus estudios hasta este a?o.

—?La tía Maddy? No lo sabía.

—Todas las chicas Montrose van al Saint Lennox. Lucy también. Lleva el mismo uniforme que tú. El de Maddy es verde oscuro y blanco. Y la falda es de cuadros… —Lucas carraspeó—. Hum… bueno, solo por si te interesaba… Pero ahora sería mejor que nos concentráramos en averiguar por qué nos hemos encontrado hoy aquí. De modo que, suponiendo que tú escribieras esta nota… —?… que yo vaya a escribir esa nota!

Kerstin Gier's books