—Podrías ser la persona que reveló a Lucy y a Paul nuestra cita.
—?Qué? —Prefiero no imaginar la cara de boba que debía de poner en ese momento—. ?Que tontería! ?Y cuándo se supone que lo habría hecho? Ni siquiera sé dónde se encuentra el cronógrafo. Y, de todos modos, nunca permitiría que… —Me detuve antes de que se me volviera a ir la lengua.
—Gwendolyn, no tienes ni idea de todo lo que harás en el futuro.
Tardé un poco en asimilar sus palabras antes de decir:
—Igualmente podrías haber sido tú por la misma razón.
—También es cierto. —Gideon se retiró otra vez a su lado del confesionario y en la penumbra vi brillar sus dientes al sonreír—. Creo que las cosas se pondrán emocionantes para nosotros dos próximamente.
La frase provocó un cálido cosquilleo en mi estómago. Supongo que la perspectiva de vivir nuevas aventuras tendría que haberme angustiado, pero en realidad en ese instante me embargó una incontenible sensación de felicidad.
Sí, aquello prometía ponerse emocionante.
Callamos durante un momento, y luego Gideon dijo:
—Hace poco, en el coche, hablábamos sobre la magia del cuervo, ?lo recuerdas?
Recordaba cada palabra.
—Has dicho que no podía tener esa magia porque no era más que una chica vulgar y corriente, una chica como tantas otras que has conocido, de esas que siempre tienen que ir juntas al lavabo y se burlan de Lisa, y que...
Una mano se posó sobre mis labios.
—Sé lo que he dicho. —Gideon se había inclinado hacía mi desde su lado de la cabina—. Y lo siento.
?Qué? Me sentí como fulminada por un rayo, incapaz de moverme y ni siquiera de respirar. Sus dedos palparon delicadamente mis labios me acariciaron la barbilla y subieron por mis mejillas hasta las sienes.
—Tú no eres una chica vulgar, Gwendolyn —susurró mientras empezaba a acariciarme el cabello—. Eres una chica totalmente fuera de lo corriente. No necesitas la magia del cuervo para ser especial para mí.
Su cara se acercó aún más. Cuando sus labios rozaron mi boca, tuve que cerrar los ojos,
?Muy bien. Ahora voy a desmayarme?, pensé.
De los Anales de los Vigilantes
24 de junio de 1912
Día soleado, veintitrés grados a la sombra.
Lady Tilney aparece puntualmente a las nueve
para elapsar.
La circulación en la City se ha complicado debido a una marcha de protesta de un grupo de féminas enloquecidas que exigen el derecho de voto para las mujeres. Antes fundaremos colonias en la Luna que ver algo así.
Por lo demás, ningún otro suceso digno de rese?ar.
Informe: Frank Mine, Círculo Interior.
Epílogo
Hyde Park, Londres
24 de junio de 1912
—Estas sombrillas son realmente prácticas—comentó la joven mientras hacía girar la suya —. No entiendo por qué han desaparecido.
—Posiblemente porque aquí no para de llover, ?no crees? —respondió él con una media sonrisa —. Pero yo también las encuentro muy monas. Y los vestidos de verano blanco con puntillas te sientan de maravilla. Poco a poco me voy acostumbrando a las faldas largas. Me encanta el momento que te vuelves para sacártelas.
—Pues yo nunca me acostumbraré a no llevar pantalones —se lamentó ella —. No hay día que no eche de menos mis vaqueros.
El sabía muy bien que no eran los vaqueros lo que tanto echaba de menos, pero se cuidó de decirlo. Durante un rato permanecieron en silencio.
Ba?ado por el sol del verano, el parque desprendía una maravillosa sensación de paz, y la ciudad que se extendía detrás parecía construida para la eternidad. El joven pensó en que al cabo de dos a?os empezaría la Primera Guerra Mundial y los zepelines alemanes lanzarían sus bombas sobre Londres. Tal vez entonces tuvieran que retirarse un tiempo al campo.
—Es idéntica a ti —dijo ella de pronto.
El supo enseguida de quien hablaba.
—?No, es idéntica a ti, princesa! Lo único mío que tiene son los cabellos.
—Y la forma de ladear la cabeza cuando está reflexionando sobre algo.
—Es preciosa, ?no te parece?
Ella asintió.
—Es curioso. Hace dos meses era una recién nacida a la que sosteníamos en nuestros brazos, y ahora ya tiene dieciséis a?os y me saca medio palmo. Y solo es dos a?os más joven que yo.
—Sí, es una locura.
—Pero, en cierto modo, me siento increíblemente aliviada de que le vaya a bien. Solo lo de Nicolas… ?Por qué tuvo que morir tan joven?
—Leucemia. Nunca lo hubiera pensado. Pobre chica, que horror perder a su padre tan pronto… —Carraspeo—. Espero que se mantenga alejada de ese muchacho. Mi… hummm… sobrino o lo que sea. No hay manera de aclararse con estas relaciones de parentesco.