—No —respondió mister George—. También esta vez, se negó a que le extrajeran sangre.
—De todos modos, con dieciséis a?os no se mostró tan testaruda como de mayor —explicó Gideon—. Esta vez pudimos conversar un poco. Y al final me dijo que en todo caso solo trataría el tema de su sangre contigo.
—?Conmigo?
—Pronunció tu nombre, Gwendolyn Shepherd.
—Pero... —Me mordí el labio mientras mister George y Gideon me observaban atentamente—. Pensaba que Paul y Lucy habían desaparecido antes de mi nacimiento. ?Cómo se explica entonces que conocieran mi nombre y se lo mencionaran a Margret?
—Sí, esa es la cuestión —dijo mister George—. Mira: Lucy y Paul robaron el cronógrafo en el mes de mayo del a?o de tu nacimiento. Al principio se ocultaron con él en el presente. Durante unos meses lograron eludir repetidamente con gran habilidad a los detectives de los Vigilantes, dejando pistas falsas, entre otros trucos. Cambiaban con frecuencia de ciudad y viajaron con el cronógrafo por media Europa. Más adelante, sin embargo, fuimos estrechando el cerco, y comprendieron que a la larga solo podrían escapar de nosotros si huían con el cronógrafo al pasado. Por desgracia, no se planteaban la opción de rendirse. Estaban absolutamente comprometidos con la defensa de sus falsos ideales. —Suspiró—. Eran tan jóvenes y tan apasionados. .. —Su mirada se volvió un poco so?adora.
Gideon carraspeó y mister George dejó de mirar al vacio para proseguir: —Hasta ahora creíamos que habían dado ese paso en septiembre aquí en Londres, unas semanas antes de tu nacimiento.
—?Pero entonces es imposible que conocieran mi nombre!
—Exacto —repuso mister George—. Por eso, después de lo ocurrido esta ma?ana, consideramos la posibilidad de que no saltaran al pasado con el cronógrafo hasta después de tu nacimiento.
—Fuera por el motivo que fuese —a?adió Gideon.
—Y aún nos quedaría por explicar cómo conocían Lucy y Paul tu nombre y tu destino. Sea como sea, Margret Tilney se niega en redondo a cooperar.
Reflexioné.
—?Y cómo podremos conseguir su sangre ahora? —?Dios, realmente era yo la que acababa de decir eso!—. ?Supongo que no pensarán utilizar ningún tipo de violencia?
En mi mente ya veía a Gideon manipulando una botella de éter, correas y una enorme jeringa, lo cual enturbió notablemente la imagen que tenía de él.
Mister George sacudió la cabeza.
—Una de las doce reglas de oro de los Vigilantes dice que solo se debe emplear la violencia cuando negociación y acuerdo no funcionan. De modo que primero intentaremos lo que Margret ha propuesto: te enviaremos para que la visites.
—?Para que trate de convencerla?
—Para saber más sobre sus motivos y sobre los que la han informado. Contigo hablará, ella misma lo ha dicho. Queremos saber qué es lo que tiene que decirte.
Gideon suspiró.
—No creo que saquemos nada en claro de esto, pero ya llevo toda la ma?ana hablando con las paredes.
—Sí. Y por eso ahora mismo madame Rossini te está cosiendo un bonito traje de verano para el a?o 1912 —informó mister George—. Tienes que conocer a tu tatarabuela.
—?Por qué precisamente 1912?
—Hemos elegido el a?o totalmente al azar. Aunque Gideon cree que de todos modos podrías caer en una trampa.
—?En una trampa?
Gideon no dijo nada, se limitó a mirar preocupado.
—Según las leyes de la lógica, esto queda prácticamente descartado —observó mister George.
—?Por qué iba nadie a tendernos una trampa?
Gideon se inclinó hacia mí.
—Piensa un momento: Lucy y Paul tienen en su poder el cronógrafo, en el que ya se encuentra registrada la sangre de diez de los doce viajeros del tiempo. Para cerrar el Círculo y poder utilizar el secreto en su beneficio, ahora solo necesitan tu sangre y la mía.
—Pero... Lucy y Paul querían impedir precisamente que se cerrara el Círculo y se revelara el Secreto —repuse.
De nuevo mister George y Gideon intercambiaron una mirada.
—Eso es lo que tu madre cree —dijo mister George.
Y eso era también lo que yo había creído hasta ese momento.
—?Y ustedes no lo creen?
—Míralo de otro modo. ?Y si en realidad Lucy y Paul quieren tener el Secreto para ellos solos? —preguntó Gideon—. ?Y si robaron el cronógrafo por eso? Entonces lo único que les faltaría para ganar la partida al conde de Saint Germain sería nuestra sangre.
Tardé un momento en asimilar lo que representaba aquello antes de decir: —Y como solo pueden encontrarse con nosotros en el pasado, ?tienen que atraernos a algún sitio para hacerse con nuestra sangre?
—Es posible que piensen que solo la conseguirán utilizando la violencia —explicó Gideon—. Igual que nosotros sabemos, por nuestra parte, que no nos darán la suya voluntariamente.