—Era viejo —repuse yo— Tal vez estuviera bien conservado, pero puedo asegurarte que era viejo.
—Bien, entonces este punto queda rebatido —prosiguió Leslie—. Debió de ser una personalidad fascinante, porque aparece en numerosas novelas y, para determinados círculos esotéricos, es una especie de gurú, un iniciado, lo que quiera que signifique eso. Pertenecía a diversas sociedades secretas, a los masones, los rosacruces y algunas más, era un músico notable, tocaba el violín y componía, hablaba una docena de lenguas fluidamente y se dice que podía, agárrate bien, viajar en el tiempo. En todo caso, él afirmaba haber asistido a diversos acontecimientos que era imposible que hubiera presenciado.
—Bueno, supongo que en realidad podía haberlo hecho.
—Sí. Qué locura, ?no? Además, tenía gran interés por la alquimia. En Alemania tenía su propia torre alquímica para realizar sus experimentos…
—Alquimia. Eso tiene alguna relación con la piedra filosofal, ?verdad?
—Exacto. Y con la magia. Pero la piedra filosofal significa cosas distintas para cada persona. Había individuos que solo querían fabricar oro artificialmente, lo que condujo a todo tipo de aberraciones. Todos los reyes y príncipes estaban interesadísimos por la gente que afirmaba ser alquimista porque naturalmente iban locos por obtener oro. Pero, aunque de los intentos de fabricar oro surgió, por ejemplo, la porcelana, en la mayoría de los casos no surgía nada de nada, y por eso también a veces los alquimistas eran considerados herejes o estafadores y eran arrojados a prisión o decapitados.
—Era culpa suya —repuse—. No tenían más que estar atentos en clase de química.
—Pero en realidad lo que preocupaba a los alquimistas no era el oro —continuó Leslie—. Ese era, por aquí decirlo, la tapadera para sus experimentos. La piedra filosofal es más bien un sinónimo de la inmortalidad. Los alquimistas pensaban que si se combinaban los componentes adecuados (ojos de sapo, sangre de una virgen, pelos de la cola de un gato negro, jajá, tranquila, es broma), que si se combinaban, digo, los componentes adecuados con los procesos químicos adecuados, al final surgiría una sustancia que convertiría al que la bebiera en inmortal. Los adeptos del conde de Saint Germain afirman que él poseía la receta, y que, por tanto, era inmortal. Sin embargo, hay fuentes que indican que murió en 1784 en Alemania; aunque también hay otras fuentes que mencionan informes de personas que le vieron muchos a?os más tarde vivito y coleando.
—Hummm… —murmuré—. No creo que sea inmortal, pero es posible que esté tratando de conseguirlo. Quizá ese sea el secreto que se esconde tras el Secreto. Lo que ocurre cuando el Círculo se cierra…
—Es posible. Pero esta es solo una cara de la moneda, impuesta forzadamente por fervorosos adeptos de teorías de la conspiración esotéricas que no tienen inconveniente en manipular los datos de las fuentes en beneficio propio. Observadores críticos, en cambio, parten de la base de que los mitos que rodean la figura de Saint Germain son, en su mayor parte, puras fantasías de sus seguidores, y que tienen su origen en hábiles escenificaciones creadas por ellos mismos.
Leslie soltó todo esto tan deprisa y con tanto entusiasmo que no pude evitar echarme a reír.
—?Por qué no vas a ver a mister Whitman y le preguntas si puedes escribir un trabajo sobre el tema? —le propuse—. Has investigado tanto que incluso podrías escribir todo un libro sobre el tema.
—No creo que la ardilla sepa valorar mis esfuerzos —replicó Leslie—. Al fin y al cabo, es uno de los adeptos de Saint Germain (como Vigilante, a la fuerza tiene que serlo), y para mí él es claramente el malvado en esta historia; me refiero a Saint Germain, no a mister Ardilla. Te amenazó y te agarró por el cuello. Y tu madre dijo que debías andar con cuidado con él. Lo que significa que sabe más de lo que admite. Y en realidad solo pudo saberlo a través de la tal Lucy.
—Creo que todos saben más de lo que admiten —suspiré—. En cualquier caso, todos saben más que yo. ?Incluso tú!
Leslie rió.
—Considérame sencillamente como una parte de tu cerebro guardada en reserva. El conde siempre rodeó sus orígenes de un gran misterio. El nombre y el título, en todo caso, eran inventados. Posiblemente era hijo ilegítimo de María Ana de Habsburgo, la vida del rey Carlos II de Espa?a. En cuanto al padre, existen dudas entre varios personajes. Otra teoría afirma que era hijo de un príncipe transilvano que fue criado en Italia en la casa del último duque de Médicis. De todas maneras, nada de esto es realmente demostrable, de modo que todo el mundo da palos de ciego. Pero ahora nosotras dos tenemos una nueva teoría.
—Ah, ?sí?
Leslie puso los ojos en blanco.
—?Naturalmente! Ahora sabemos que uno de sus progenitores tenía que proceder de la familia De Villiers.