Rubí (Edelstein-Trilogie #1)

—Pero Isaac Newton murió en 1727. ?Cómo podía ser miembro de los Vigilantes?

Yo misma me quedé maravillada de que se me hubiera ocurrido aquello. Leslie me lo había dicho el día anterior por teléfono, y por alguna misteriosa razón se me había quedado grabado en el cerebro. Al fin y al cabo, resulta que no era tan estúpida como afirmaba el tal Gideon ese.

—Exacto —repuso mister George sonriendo—. Esa es una de las ventajas que tiene un viajero del tiempo. Puede buscarse amigos también en el pasado.

—?Y qué es eso del secreto que se esconde tras el secreto?

—El Secreto de los Doce se revelará cuando se haya registrado la sangre de los doce viajeros del tiempo en el cronógrafo —anunció solemnemente mister George—. Por eso debe cerrarse el Círculo.

Esta es la gran misión que debemos llevar a cabo.

—?Pero si yo soy la última de los Doce! ?Conmigo el Círculo debería estar completo!

—Sí, y lo estaría —repuso el doctor White—, si hace diecisiete a?os a tu prima Lucy no se le hubiera ocurrido la idea de robar el cronógrafo.

—Paul fue quien robó el cronógrafo —puntualizó lady Arista—. Lucy solo…

Mister De Villiers levantó una mano.

—Muy bien, muy bien, digamos sencillamente que lo robaron juntos. Dos chiquillos descarriados… De este modo se destruyeron cinco siglos de trabajo. La misión estuvo a punto de fracasar y el legado del conde de Saint Germain estuvo a punto de perderse definitivamente.

—?El legado es el Secreto?

—Afortunadamente, entre estos muros se encontraba otro cronógrafo —dijo mister George—. No estaba previsto que entrara nunca en funcionamiento. Llegó a manos de los vigilantes en 1757, y era defectuoso. Había permanecido abandonado durante siglos y sus valiosas piedras preciosas habían sido robadas. En un esforzado trabajo de reconstrucción que se prolongó a lo largo de dos siglos, los Vigilantes consiguieron que el aparato…

El doctor White le interrumpió impaciente:

—Para abreviar un poco la historia: fue reparado y se vio que efectivamente podía funcionar, aunque solo pudimos verificarlo en la práctica cuando el undécimo viajero del tiempo, es decir, Gideon, llegó a la edad de iniciación. Habíamos perdido un cronógrafo y con él la sangre de diez viajeros del tiempo. Teníamos que empezar desde el principio con el segundo.

—Para… hummm… descubrir el Secreto de los Doce —dije.

Había estado a punto de decir ?para que se revelara?. Empezaba a sentirme como si me hubieran hecho un lavado de cerebro.

La respuesta fue una solemne inclinación de cabeza del doctor White y de mister George.

—?Y qué clase de secreto es ese?

Mamá empezó a reír. Aquello estaba totalmente fuera de lugar, pero el hecho es que cacareaba como hacía siempre Caroline cuando veía a mister Bean por la tele.

—?Grace! —susurró lady Arista—. ?Contrólate!

Pero solo consiguió que mamá riera aún con más ganas.

—El Secreto es el Secreto es el Secreto —consiguió soltar entre dos estallidos de risa—, y así siempre.

—Lo que decía: ?son todas unas histéricas! —gru?ó el doctor White.

—Me alegra que aún consigas encontrarle el lado cómico al asunto —puntualizó mister De Villiers.

Mamá se secó las lágrimas de los ojos.

—Lo siento. Me ha dado así sin más. En realidad, preferiría llorar, de verdad.

Comprendí que no conseguiría llegar a ninguna parte con mi pregunta sobre la naturaleza del secreto.

—?Qué tiene de peligroso el conde para que no deba conocerle? —pregunté en su lugar.

Mamá, que de pronto se había puesto seria como un funeral, se limitó a sacudir la cabeza. La verdad es que empezaban a preocuparme sus cambios bruscos de humor, tan impropios de ella.

—Nada —respondió el doctor White en su lugar—. Tu madre solo teme que puedas entrar en contacto con un cuerpo ideológico que contradiga sus propios puntos de vista, si bien ella no tiene capacidad de decisión entre estos muros.

—Cuerpo ideológico —repitió mi madre sarcásticamente—. Un poco traído por los pelos, ?no?

—En cualquier caso, ?por qué no dejamos sencillamente que sea Gwendolyn quien decida si quiere ver al conde o no?

—?Solo para tener una conversación con él? ?En el pasado? —Mi mirada pasó de mister De Villiers a mister George y otra vez a Mister De Villiers—. ?Y él podrá responder a mi pregunta sobre el Secreto?

—Si quiere hacerlo —repuso mister George—. Le verás en el a?o 1782. Por entonces, el conde ya era un hombre muy anciano, y prácticamente había venido de visita a Londres en cumplimiento de una misión estrictamente confidencial de la que los historiadores y sus biógrafos no saben nada. Pasó la noche en esta casa, razón por lo cual será muy sencillo arreglar una conversación entre ustedes. Por descontado. Gideon te acompa?ará.

Gideon masculló algo que incluía las palabras ?idiotas? y ?canguro?. ??Canguro de idiotas?? Cómo detestaba a ese tipo.

—?Mamá?

—Di que no, cari?o.

—Pero ?por qué?