Rubí (Edelstein-Trilogie #1)

—Leslie… ?gracias!

—De nada—respondió Leslie, que también se esforzaba en contener las lágrimas. (Cuando veíamos películas también llorábamos siempre juntas en las mismas escenas.) Subí al taxi con mamá. Me hubiera gustado abrazarla, pero ponía una cara tan rara que renuncié a hacerlo.

—Temple—dijo al taxista.

El vidrio que separaba el asiento trasero de la cabina del conductor subió y el taxi arrancó.

—?Estás enfadada conmigo?—pregunté.

—No. Claro que no, cari?o. No es culpa tuya.

—?Totalmente cierto! El culpable es ese estúpido de Newton… —dije tratando de bromear, pero mamá no estaba de humor para bromas.

—No, él no tiene la culpa. Si hay culpable, esa soy yo. Confiaba en que no tuviéramos que pasar por esto.

La miré con los ojos abiertos de par en par.

—?Qué quieres decir?

—Yo…pensaba…esperaba…no quería que tú…—Lo de tartamudear no era nada propio de ella. Parecía tensa y nunca la había visto tan seria desde la muerte de papá—. No quería reconocerlo. Todo el tiempo he estado esperando que fuera Charlotte.

—?Todos lo creían! A nadie se le podía ocurrir que Newton se hubiera equivocado. Seguro que a la abuela le dará un ataque.

El taxi se unió al denso tráfico de Piccadilly.

—Olvídate de tu abuela ahora—dijo mamá—. ?Cuándo pasó por primera vez?

—?Ayer! De camino a Selfridges.

—?Y a qué hora?

—Debían de ser poco después de las tres. No sabía qué debía hacer, de modo que volví a casa y llamé a la puerta. Pero antes de que pudieran abrirme volví a saltar de vuelta. La segunda vez ha sido esta noche. Me escondí en un armario, pero había alguien durmiendo dentro, un criado, que, por cierto, se puso bastante histérico. Me persiguió por toda la casa, y todos me buscaban porque pensaban que era una ladrona. Gracias a Dios, volví a saltar antes de que pudieran encontrarme. Y la tercera vez ha sido hace un momento. En la escuela. Esta vez debí saltar aún más atrás, porque la gente llevaba peluca… ?Mamá, si esto me va pasar cada pocas horas, nunca podré llevar una vida normal! Y todo porque ese maldito Newton…

Yo misma me daba cuenta de que la broma iba perdiendo gracia de tanto utilizarla.

—?Tendrías que habérmelo dicho antes!—me advirtió mamá acariciándome la cabeza—. ?Habría podido pasarte cualquier cosa!

—Quería explicártelo, pero entonces me dijiste que el problema era que todos teníamos demasiada imaginación.

—Pero yo no quería decir que…No estabas en absoluto preparada para esto. Lo siento tanto…

—?No es culpa tuya, mamá! Nadie podía saberlo.

—Yo lo sabía —aseguró mamá, y después de un incómodo silencio a?adió—. Naciste el mismo día que Charlotte.

—?No, no fue el mismo día! Mi cumplea?os es el 8 de octubre y el suyo es el 7.

—Tú también naciste el 7 de octubre, Gwendolyn.

No podía creer que estuviera diciendo aquello. Me quedé petrificada mirándola, incapaz de decir nada.

—Mentí sobre la fecha de tu nacimiento—continuó mamá—. No fue difícil. Naciste en casa, y la comadrona que tenía que redactar el certificado de nacimiento se mostró comprensiva con nosotros e hizo lo que le pedimos.

—Pero ?por qué?

—Solo queríamos protegerte, cari?o.

No entendía lo que quería decir.

—?Protegerme de qué, si al final ha pasado?

—Nosotros…yo quería que tuvieras una infancia normal. Una infancia libre de preocupaciones—me explicó mirándome a los ojos—.Y existía la posibilidad de que no hubieras heredado el gen.

—?A pesar de haber nacido en la fecha calculada por Newton?

—Como suele decirse, la esperanza es lo último que se pierde—dijo mamá—. Y deja ya de hablar de Isaac Newton, que solo es una más de las muchas personas que se ocuparon de este tema. Este asunto es mucho más importante de lo que puedas imaginar. Mucho más antiguo y trascendental, y también mucho más peligroso. Por eso quería mantenerte apartada de él.

—Pero ?de qué querías mantenerme apartada?

Mamá suspiró.

—Tendría que haber comprendido que era estúpido por mi parte. Por favor, perdóname.

—?Mamá! —Estaba tan excitada que casi solté un gallo—. No tengo ni idea de qué estás hablando. —Sus explicaciones solo habían servido para que mi confusión y mi desesperación aumentaran un poco más con cada frase—. Solo sé que me pasa algo que no debería pasar en absoluto. ?Y que me ataca los nervios! Cada pocas horas siento vértigo y luego salto a otra época. ?No tengo ni idea de qué debo hacer contra eso!

—Por eso vamos a verles ahora—explicó mamá.

Era consciente de que mi desesperación le hacía da?o, porque nunca la había visto tan preocupada como en ese momento.

—?A quién vamos a ver?