Rubí (Edelstein-Trilogie #1)

—Empieza a soplar viento. —La risa de la tía Maddy se desvaneció—. Es una tormenta. Todo gira. Vuelo. Vuelo con el cuervo hacia las estrellas. Una torre. En lo alto de la torre, un enorme reloj. Hay alguien sentado ahí arriba, sobre el reloj, balanceando las piernas. ?Baja enseguida, ni?a atolondrada! —De pronto su voz traslucía miedo y empezó a gritar—. La tormenta te derribará. Es demasiado alto. ?Qué está haciendo allí? ?Una sombra! Un gran pájaro traza círculos en el cielo! ?Allí! Se precipita hacia ella. ?Gwendolyn! ?Gwendolyn!

Aquello era insoportable. Aparté a mamá y cogí a la tía Maddy por los hombros.

—?Estoy aquí, tía Maddy! ?Por favor! ?Mírame! —exclamé sacudiéndola suavemente.

La tía Maddy volvió la cabeza y me miró. Poco a poco, su rostro fue recuperando el color.

—Angelito —susurró—, ?ha sido una locura trepar tan alto!

—?Te encuentras bien, tía? —Miré a mamá—. ?Estás segura de que no le pasa nada malo?

—Era una visión —repuso mamá—. Está bien.

—No, no estoy bien. Era una mala visión —masculló la tía Maddy—, a pesar de que el principio era muy agradable.

Caroline había dejado de llorar. Mis dos hermanos miraban fijamente a la tía Maddy con cara de extra?eza.

—Ha sido espeluznante —confesó Nick—. ?Os habéis fijado en como de repente ha empezado a hacer frío?

—Imaginaciones —repuse.

—?No es verdad!

—Yo también lo he notado —convino Caroline—. Se me ha puesto la carne de gallina.

La tía abuela Maddy cogió a mamá de la mano.

—He visto a tu sobrina Lucy, Grace. Tenía el mismo aspecto de entonces. Esa sonrisa tan dulce…

Me dio la sensación de que mamá se iba a poner a llorar de un momento a otro.

—Creo que el resto no lo he entendido bien, como de costumbre —continuó la tía Maddy—. Un huevo de zafiro, un cuervo, Gwendolyn en el reloj de la torre y luego ese pájaro maligno. ?Tú entiendes algo?

Mamá suspiró.

—Claro que no, tía Maddy. Son tus visiones —respondió, y se dejó caer a su lado en una de las sillas del comedor.

—Pero eso no me ayuda a entenderlas —replicó la tía Maddy—. ?Lo has anotado todo para que después podamos explicárselo a tu madre?

—No, querida tía, no lo he hecho.

Maddy se inclinó hacia delante.

—Entonces tendríamos que anotarlo enseguida. Primero estaba Lucy, luego el árbol. Bayas rojas… ?podrías ser un serbal? Y ahí estaba la piedra preciosa, pulida como un huevo… ?Dios mío, qué hambre tengo! Espero que no nos haráis comido el postre sin mí. Hoy me he ganado al menos dos pedazos. O tres.

???

—Realmente ha sido horripilante —dije.

Caroline y Nick ya se habían ido a dormir y yo estaba sentada con mamá en el borde de la cama, tratando de encontrar una forma apropiada de introducir el tema. Mamá, esta tarde me ha pasado algo y tengo miedo de que me vuelva a pasar.

Mamá estaba concentrada en sus tratamientos de belleza nocturnos; en concreto, ya estaba acabando con la cara. Era evidente que todos aquellos cuidados daban sus frutos, porque nadie hubiera dicho que mi madre tenía más de cuarenta a?os.

—Es la primera vez que estoy presente en el momento en que la tía Maddy tiene una visión —confesé.

—También ha sido la primera vez que tiene una durante la cena —replicó mamá, mientras se ponía crema en las manos. (Siempre decía que la edad se reconocía sobre todo en las manos y en el cuello.)

—?Y crees que hay que tomarse sus visiones en serio?

Mamá se encogió de hombros.

—Bueno… Ya has oído las historias que explica. Es todo muy confuso. De algún modo, siempre se puede interpretar como mejor te convenga. Tres días antes de que muriera tu abuelo, tuvo una visión de una pantera negra que se lanzaba contra su pecho.

—Entonces encaja con la visión, porque el abuelo murió de un infarto.

—Es lo que decía: en cierto modo, siempre encaja. ?Quieres crema para las manos?

—?Tú crees en eso? No me refiero a la crema, sino a las visiones de la tía Maddy.

—Creo que la tía Maddy ve realmente lo que dice. Pero eso no significa, ni mucho menos, que lo que ve prediga el futuro. O que tenga ningún significado.

—?No lo entiendo!

Alargué las manos, y mamá empezó a frotármelas con la crema.

—Pasa como con tus fantasmas, cari?o. Estoy convencida de que puedes verlos, igual que creo que la tía Maddy tiene visiones.

—?Quieres decir que, aunque crees que veo fantasmas, no crees que existan? —grité y retiré la mano, indignada.

—No sé si existen realmente —dijo mamá—. Lo que yo crea no tiene ninguna importancia.

—Pero, si no existen, entonces me los imagino, lo cual significa que estoy loca.

—No —repuso mi madre—. Eso solo significa que… ?Ay, cari?o!, no lo sé; a veces tengo la sensación de que sencillamente en esta familia todo el mundo anda un poco sobrado de imaginación. Y que viviríamos mucho más felices y tranquilos si nos limitáramos a lo que la gente normal cree.

—Entiendo —murmuré.