Rubí (Edelstein-Trilogie #1)

—Probablemente es la única que conoce las respuestas —repliqué yo.

—Pero tampoco os las daría.

—Y tu, mamá, ?cuánto sabes de todo esto?

—Más de lo que quisiera. —Mama sonrió al decirlo, pero era una sonrisa triste—. Por otra parte, no se puede viajar al futuro, Nick, justamente porque el futuro aún no ha tenido lugar.

—?Cómo? —Soltó Nick—. ?Qué clase de lógica es esa?

Llamaron a la puerta y mister Bernhard entró con el teléfono. Seguro que Leslie se hubiera quedado alucinada si hubiera visto como traía el aparato sobre una bandeja de plata. Realmente, a veces mister Bernhard exageraba un poco.

—Una llamada para miss Grace —anunció.

Mamá cogió el teléfono de la bandeja y mister Bernhard dio media vuelta y abandonó el comedor. Mister Bernhard sólo cenaba con nosotros cuando lady Arista se lo pedía expresamente, lo que sólo sucedía un par de veces al a?o. Nick y yo sospechábamos que se hacía traer la comida en secreto de algún restaurante italiano o chino y se la comía tranquilamente a solas.

—?Si? ?Ah, madre eres tú!

La tía abuela Maddy nos gui?ó un ojo.

—?Vuestra abuela puede leer el pensamiento! —susurró—. Intuye que estamos conversando sobre temas prohibidos. ?Quién va a recoger la mesa? Necesitamos espacio para el pastel de manzana de mistress Brompton.

—?Y para la crema de vainilla!

Aunque me había comido una monta?a de patatas al romero con zanahorias caramelizadas y medallones de lomo, aún no estaba llena.

Tanta excitación me había dado hambre. Me levanté y empecé a colocar los platos sucios en el montaplatos.

—Si Charlotte viaja a la época de los dinosaurios, ?me podría traer una cría peque?ita? —preguntó Caroline.

La tía abuela Maddy sacudió la cabeza.

—Los animales y personas que no tienen el gen no pueden ser transportados en el tiempo. Y, además, tampoco se puede viajar tan atrás.

—Lástima —se quejó Caroline.

—Pues yo encuentro que está muy bien así —se?alé—. Imagínate la que se armaría si los viajeros en el tiempo estuvieran trayendo continuamente dinosaurios y tigres de diente de sable, o, peor todavía, a Atila el rey de los hunos o a Adolfo Hitler.

Mamá colgó el teléfono.

—Pasarán la noche allí —dijo—. Por razones de seguridad.

—?Dónde es allí? —preguntó Nick.

Mamá no respondió.

—?Tía Maddy? ?Te encuentras bien?





Doce columnas soportan el castillo del tiempo.

Doce animales gobiernan el castillo.

El águila está ya lista para alzarse.

El cinco es la llave y también es la base.

Así, en el Círculo de los Doce, es el dos el doce.

Y al halcón, que ocupa el séptimo lugar, el número tres hay que asignar.



De los Escritos secretos del conde de Saint Germain.





4


La tía Maddy estaba sentada en su silla en una postura extra?amente rígida, con una mirada perdida en el vacío. Sus manos se aferraban con fuerza al reposabrazos y su rostro había perdido el color.

—?Tía Maddy? Mamá, ?le ha dado un ataque? ?Tía Maddy! ?Me oyes? ?Tía Maddy!

Quise cogerle la mano pero mamá me detuvo.

—?No la toques! No hay que tocarla.

Caroline empezó a llorar.

—?Qué le pasa? —gritó Nick—. ?Se ha atragantado con algo?

—Tenemos que avisar al médico de urgencias —dije—. ?Mamá, haz algo, por favor!

—No ha tenido ningún ataque. Y tampoco se ha atragantado. Tiene una visión —explicó mamá—. Enseguida se le pasará.

—?Seguro?

La mirada fija de la tía Maddy daba miedo. Se le veían las pupilas enormes y los párpados totalmente inmóviles.

—De repente ha empezado a hacer mucho frío —susurró Nick—. ?No lo notáis?

Caroline sollozaba en voz baja.

—Haced que pare —suplicó.

—?Lucy! —gritó alguien.

Todos pegamos un brinco, sobresaltados, y entonces nos dimos cuenta de que había sido la tía Maddy la que había gritado. Realmente hacía mucho frío. Miré a mi alrededor, pero no había ningún fantasma en la habitación.

—Lucy, mi ni?a. Me lleva hasta un árbol. Un árbol con bayas rojas. Oh, ?dónde está ahora? Ya no puedo verla. Hay algo entre las raíces. Una piedra preciosa enorme, un zafiro tallado. Un huevo. Un huevo de zafiro. Qué hermoso es. Qué valioso. Pero ahora se está agrietando; oh, se rompe, y hay algo dentro… Un pajarito sale del huevo. Un cuervo. Ahora salta al árbol.

Pese a que la tía Maddy rió, no desapareció la mirada fija de su rostro, y sus manos seguían aferradas a los brazos de la silla.