Un brazo deforme colgaba del borde y su mano estaba a unos centímetros del suelo. En ella había cuatro dedos desfigurados, unas tiras de repugnante carne beige, ninguno de la misma longitud. Se movían e intentaban agarrar algo que no estaba allí, como si la criatura del interior tratara de cobrar para salir. El brazo estaba lleno de arrugas y bultos, y había algo muy extra?o justo a la altura de lo que debería ser el codo. Un quiste o protuberancia perfectamente redonda, quizá de diez centímetros de diámetro, que resplandecía con un color naranja intenso. Parecía como si aquella cosa tuviera una bombilla pegada al brazo.
El monstruo continuó saliendo. Dejó caer una pierna; su pie era una masa carnosa, con cuatro bultos por dedos que se retorcían como los de las manos. Y en la rodilla había otra de aquellas increíbles esferas de luz naranja, que parecían nacer en la propia piel.
—?Qué es eso? —gritó Minho por encima del ruido de la tormenta que se avecinaba.
No hubo respuesta. Thomas, aturdido, miraba a la criatura, hipnotizado y aterrado al mismo tiempo. Al final consiguió apartar la mirada lo suficiente para ver que unos monstruos similares salían de cada vaina, todos simultáneamente. Luego volvió su atención al que estaba más cerca.
De algún modo, había conseguido bastante impulso con la pierna y el brazo derecho para empezar a tirar del resto del cuerpo. Thomas siguió observando, presa del terror, mientras aquella cosa abominable se retorcía hasta que sacó el cuerpo por la abertura de la vaina y cayó tropezando al suelo. De una forma similar a la humana, aunque al menos medio metro más alto que cualquiera de allí, aquel cuerpo grueso se hallaba desnudo y lleno de agujeros y arrugas. Más inquietantes eran aquellas protuberancias bulbosas, tal vez unas dos docenas esparcidas por todo su cuerpo que brillaban con una luz naranja resplandeciente. Tenía varias en el pecho y en la espalda. Una en cada codo y cada rodilla —la bombilla de la rodilla derecha se había roto en un aluvión de chispas cuando la criatura aterrizó en el suelo— y varias sobresalían de un gran bulto de… lo que tenía que ser la cabeza, aunque no tenía ojos, nariz, boca u orejas. Ni tampoco pelo.
El monstruo se puso de pie, se balanceó un poco mientras mantenía el equilibrio y después se dio la vuelta, de cara al grupo de humanos. Un vistazo rápido mostró que cada vaina había soltado a su criatura y ahora todas estaban en círculo alrededor de los clarianos y el Grupo B.
Al unísono, las criaturas levantaron los brazos hasta que apuntaron al cielo. Entonces, todas a la vez, dispararon unas hojas que salieron de las puntas de sus dedos, peque?os y gruesos, y de sus hombros. Los destellos de los relámpagos del cielo se reflejaron en su afilada superficie, plateada y reluciente. Aunque no había ni rastro de ningún tipo de boca, un espeluznante y mortal gemido emanó de sus cuerpos. Era un sonido que Thomas podía sentir más que oír. Y tenía que ser muy fuerte para sobresalir por encima de los terribles truenos.
Quizás hubieran sido mejor los laceradores —dijo Teresa dentro de la mente de Thomas.
Bueno, son bastante parecidos como para que supongamos quién los ha creado —respondió, esforzándose por mantenerse tranquilo.
Minho se volvió enseguida de cara al grupo de personas boquiabiertas que rodeaba a Thomas.
—?Hay más o menos uno para cada uno! ?Coged lo que tengáis como armas!
Casi como si hubieran oído el desafío, las criaturas bombilla empezaron a moverse, a caminar hacia delante. Los primeros pasos fueron torpes, pero se hicieron más firmes, fuertes y ágiles. A cada paso estaban más cerca.
Capítulo 59
Teresa le pasó a Thomas un cuchillo muy largo, casi una espada. No se imaginaba dónde podía haber estado escondiendo la chica aquellas cosas, pero ella misma llevaba ahora un pu?al además de su lanza.
Mientras los gigantes iluminados se acercaban, Minho y Harriet hablaban con sus respectivos grupos, los desplazaban, los posicionaban, pero el viento se llevó sus gritos y órdenes antes de que Thomas pudiera oír nada. Se atrevió a apartar los ojos de los monstruos el tiempo suficiente para mirar al cielo. Unos brotes de luz se bifurcaron y arquearon por debajo de las oscuras nubes, que parecían colgar a tan sólo tres metros por encima de sus cabezas. El olor acre de la electricidad impregnaba el aire.
Thomas volvió a bajar la vista y se concentró en la criatura que estaba más cerca de él. Minho y Harriet habían conseguido que sus grupos permanecieran juntos, formando un círculo semiperfecto, mirando hacia fuera. Teresa estaba al lado de Thomas y él le habría dicho algo de habérsele ocurrido. Se había quedado sin habla.
Las últimas abominaciones de CRUEL estaban a tan sólo diez metros de distancia.
Teresa le dio un codazo en las costillas. Miró para ver que estaba se?alando a una de las criaturas. Le decía a Thomas —se aseguraba de que lo supiera— que había elegido a su adversario. El muchacho asintió y luego hizo un gesto hacia aquel en el que había estado pensando todo el rato.
Seis metros.
A Thomas de repente se le ocurrió que era un error esperarlos, que necesitaban dispersarse más. Minho debió de tener la misma idea.
Las pruebas (The Maze Runner #2)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)
- El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
- A Mutiny in Time (Infinity Ring #1)