Entonces, tan rápido como había desaparecido, el sonido volvió, llevándolo de nuevo a la realidad. La mayoría era el viento y el cacareo de la conversación.
Se dio la vuelta hacia Teresa y Minho, que estaban juntos con Aris atrás asomándose por encima de sus hombros. Miró su reloj.
—Nos queda una hora. ?Nuestro refugio seguro es un palo clavado en el suelo? —tenía la cabeza hecha un lío, no estaba seguro de qué pensar o decir.
—No es tan malo si lo piensas —contestó Minho—. Más de la mitad hemos conseguido llegar hasta aquí. Parece que aún más en el grupo de las chicas.
Thomas se levantó, intentando contener su enfado.
—?El Destello ya te ha vuelto loco? Sí, hemos llegado. Sanos y salvos. A un palo.
Minho se mofó de él:
—Tío, no nos habrían mandado aquí si no hubiera ningún motivo. Lo logramos en el tiempo que nos marcaron. Ahora tan sólo debemos esperar hasta que el reloj se?ale la hora y algo pasará.
—Eso es lo que me preocupa —replicó Thomas.
—Odio decirlo —a?adió Teresa—, pero estoy de acuerdo con Thomas. Después de todo lo que nos han hecho, sería demasiado fácil tener aquí una peque?a se?al y que viniesen a buscarnos en helicóptero como recompensa. Va a pasar algo malo.
—Lo que tú digas, traidora —respondió Minho con una expresión que no ocultaba todo el odio que sentía por Teresa—. No quiero oír ni una palabra más de tu boca.
Se alejó, más enfadado de lo que Thomas le había visto nunca.
Thomas miró a Teresa, que se había quedado sorprendida.
—No debería chocarte.
La joven se encogió de hombros.
—Estoy harta de pedir disculpas. Hice lo que tuve que hacer.
Thomas no se podía creer que hablara en serio.
—Da igual. Tengo que encontrar a Newt. Quiero…
Antes de que le diera tiempo a terminar, Brenda apareció entre el grupo y empezó a mirarles. El viento agitaba sus largos cabellos, sacudiéndolos con fuerza. La chica no dejaba de metérselos detrás de las orejas sólo para que salieran despedidos de nuevo.
—Brenda —la saludó Thomas. Por alguna razón, se sentía culpable.
—Hola —dijo Brenda, acercándose hasta que estuvo justo delante de él y de Teresa—. ?Esta es la chica de la que me hablaste? ?Cuando nos acurrucamos en aquel camión?
—Sí —la palabra salió de la boca de Thomas antes de que pudiera detenerla—. No. Bueno…, sí.
Teresa le ofreció la mano a Brenda y se la estrechó.
—Soy Teresa.
—Encantada de conocerte —respondió Brenda—. Soy una rara. Poco a poco me vuelvo loca. Quiero morderme los dedos a bocados y matar gente al azar. Thomas me ha prometido que me salvará —aunque era evidente que estaba de broma, ni siquiera sonrió.
Thomas tuvo que reprimir un respingo.
—Qué graciosa, Brenda.
—Me alegra ver que os lo tomáis con humor —comentó Teresa, pero su rostro podría haber transformado el agua en hielo.
Thomas bajó la vista hasta su reloj. Quedaban cincuenta y cinco minutos.
—Tengo que… hablar con Newt.
Se dio la vuelta y se alejó rápidamente antes de que ninguna de las chicas pudiera decir algo. Quería estar lo más lejos posible de cualquiera de las dos.
? ? ?
Newt estaba sentado en el suelo con Fritanga y Minho; parecía como si los tres esperaran el fin del mundo.
El fuerte viento había ganado humedad y las nubes, que se agitaban sobre sus cabezas, habían descendido considerablemente, como una oscura niebla que cayera para tragarse la tierra. Unas luces brillaban aquí y allá en el cielo, quemando parches púrpuras y naranjas sobre el gris. Thomas no había visto todavía ningún relámpago, pero sabía que se acercaban. La primera gran tormenta había empezado igual.
—Eh, Tommy—le saludó Newt cuando Thomas se unió a ellos.
Se sentó al lado de su amigo con los brazos alrededor de las rodillas. Eran dos simples palabras sin nada especial. Parecía que Thomas se hubiese ido a dar un paseo en vez de que le hubieran secuestrado y casi matado.
—Me alegra ver que habéis logrado llegar hasta aquí —dijo Thomas.
Fritanga soltó su habitual risotada, que más bien parecía el rugido de un animal.
—Lo mismo digo. Por lo visto, te has divertido mucho yendo por ahí con tu diosa del amor. Supongo que os habéis besado y reconciliado, ?no?
—No exactamente —contestó Thomas—. No ha sido divertido.
—Bueno, ?qué ha pasado? —inquirió Minho—. ?Cómo puedes confiar en ella después de todo eso?
Thomas vaciló al principio, pero sabía que debía contárselo todo. Y no había mejor momento que el presente. Respiró hondo y empezó a hablar. Les habló del plan que tenía CRUEL para él, del campamento, de su charla con el Grupo B, de la cámara de gas. Todo seguía sin tener sentido, pero se sentía un poco mejor al contárselo a sus amigos.
—?Y has perdonado a esa bruja? —preguntó Minho cuando Thomas terminó por fin—. Yo no lo hubiera hecho. Lo que quieran hacer esos fucos de CRUEL, me va bien. Lo que quieras hacer tú, también. Pero no me fío de ella ni de Aris, no me gusta ninguno de los dos.
Las pruebas (The Maze Runner #2)
James Dashner's books
- The Eye of Minds
- The Kill Order (The Maze Runner 0.5)
- Virus Letal
- The Maze Runner Files (Maze Runner Trilogy)
- Rising Fears
- The Hunt for Dark Infinity (The 13th Reality #2)
- The Blade of Shattered Hope (The 13th Reality #3)
- The Void of Mist and Thunder (The 13th Reality #4)
- The Rule of Thoughts (The Mortality Doctrine #2)
- The Journal of Curious Letters (The 13th Reality, #1)
- El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)
- A Mutiny in Time (Infinity Ring #1)