Las pruebas (The Maze Runner #2)

Quizá tengamos que… meternos dentro —dijo Teresa tras una pausa—. A lo mejor son ellos el refugio seguro o nos transportan a otro sitio.

A Thomas no le gustaba la idea, pero pensó que tal vez ella tuviera razón. Apartó los ojos de aquellas grandes vainas y la miró. Ya estaba caminando hacia él. Por suerte, sola. No podía encargarse de ella y Brenda en aquel momento.

—Eh —la llamó en voz alta, pero el viento pareció llevarse el sonido incluso antes de que saliera de su boca.

Empezó a alargar la mano hacia ella, pero la retiró; casi había olvidado lo mucho que habían cambiado las cosas. Teresa no pareció darse cuenta mientras pasaba junto a Minho y Newt y les daba un golpecito para saludarlos. Se volvieron para mirarla y Thomas se acercó para hablar con ellos.

—?Qué hacemos? —preguntó Minho. Miró a Teresa enfadado, como si no quisiera que formase parte de la decisión que iban a tomar.

—?De qué estáis hablando, chicos?

Thomas se dio la vuelta para ver a Harriet y Sonya. Era Harriet la que había hablado. Y Brenda estaba justo detrás de ellas, con Jorge a su lado.

—Oh, genial —masculló Minho—. Las dos reinas del glorioso Grupo B.

Harriet actuó como si no lo hubiera oído.

—Supongo que todos visteis también esas vainas en la cámara de CRUEL. Debe de ser donde se cargan los laceradores o lo que sea que hagan.

—Sí —respondió Newt—. Tiene que ser eso.

En el cielo estalló y retumbó un trueno, y aquellos destellos de luz se hicieron más brillantes. El viento tiraba del pelo y la ropa de todo el mundo; olía a mojado y a la vez a polvo, una extra?a combinación. Thomas volvió a comprobar la hora.

—Tan sólo nos quedan veinticinco minutos. A la hora se?alada o bien vamos a luchar contra los laceradores, o bien vamos a tener que meternos dentro de esos enormes ataúdes. Quizá sean…

Un fuerte silbido atravesó el aire desde todas las direcciones. El sonido perforó los tímpanos de Thomas, que apretó otra vez las manos contra los laterales de su cabeza. Un movimiento en el perímetro que los rodeaba atrajo su atención y observó con detenimiento lo que les estaba pasando a las enormes vainas blancas.

Un rayo de luz azul oscuro había aparecido a un lado de cada contenedor; a continuación, se expandió mientras la mitad superior del objeto empezaba a moverse hacia arriba sobre unas bisagras, como la tapa de un ataúd. No hizo ruido, al menos no lo bastante para que lo oyeran por encima del vendaval y el retumbante trueno. Thomas notó que los clarianos y los otros se juntaban cada vez más, formando un grupo compacto. Todos intentaban alejarse lo máximo posible de las vainas y no tardaron en ser una espiral de cuerpos rodeados por unos treinta contenedores blancos y redondeados.

Las tapas continuaron moviéndose hasta que se abrieron del todo y cayeron al suelo. Algo voluminoso descansaba en el interior de cada recipiente. Thomas no veía mucho, pero desde donde estaban no distinguía nada parecido a los extra?os apéndices de los laceradores. Nada se movía, pero sabía que no debía bajar la guardia.

?Teresa?—la llamó con la mente. No se atrevió a decirlo muy alto por si le oían, pero tenía que hablar con alguien o iba a volverse loco.

?Sí?

Alguien debería ir a echar un vistazo. A ver qué es eso —lo dijo, pero en realidad no quería tener que hacerlo él.

Vamos juntos —respondió ella con soltura.

A Thomas le sorprendió su valor.

A veces se te ocurren las peores ideas —replicó. Trató de que sonara sarcástico, pero estaba más aterrorizado de lo que quería admitir.

—?Thomas! —le llamó Minho.

El viento, todavía furioso, quedó ahogado por el trueno y el relámpago que se acercaban, retumbando y estallando en un brillante espectáculo encima de sus cabezas y sobre el horizonte. La tormenta estaba a punto de descargar con furia sobre ellos.

—?Qué? —respondió Thomas.

—?Newt, tú y yo! ?Vamos a ver qué es!

Thomas estaba a punto de moverse cuando algo salió deslizándose de una de las vainas. Un grito ahogado colectivo se escapó de los que estaban más cerca de Thomas y él se dio la vuelta para mirarlo mejor. Había algo moviéndose dentro de todas las vainas, algo que sin duda estaba saliendo de sus casas oblongas. Thomas se centró en la vaina más próxima y forzó la vista para distinguir qué era exactamente a lo que iba a enfrentarse.