—Ya lo sé. En lugar de ver el lado bueno de su madre, por falso que hubiera sido, terminó contemplando su lado malo otra vez. Y encima ha perdido a Gytha, que se está convirtiendo en una persona importante para él.
—Sí. Mi prima tiene buena mano con los ni?os. Todos la adoran, y ella los adora a ellos. Al parecer Gytha entiende muy bien la mentalidad de los ni?os, su forma de ver las cosas.
—Sí, ya he visto que Bek puede hablarle libremente.
—Sé que traerás de vuelta a Gytha sana y salva, mi se?or.
Un rápido vistazo a Margaret sirvió para que Thayer se diera cuenta de que, muy a su pesar, ella no creía enteramente en sus propias palabras, al menos no lo suficiente como para apaciguar su preocupación.
—Rezo para que así sea. ?Podrías encargarte de escribirle a la familia de Gytha para contarle lo que está pasando?
—Así lo haré, mi se?or. Trataré de explicarlo lo más… suave y gentilmente que pueda.
—No lo dudo. Muchas gracias. Roger, vamonos ya —Thayer sonrió fríamente—. No debemos hacer esperar a Charles Pickney.
—No, por supuesto que no —Roger levantó la mano de Margaret, se la llevó a los labios y le dio un beso—. Cuando vuelva, mi corazón será tuyo. En realidad, ya lo es —tras decir esto, caminó detrás de Thayer hacia la puerta.
—Papá…
La suave llamada de Bek hizo que Thayer volviera al lado de la cama.
—Pensé que estabas dormido, hijo —con mucho cari?o, quitó a su hijo un mechón de pelo de la frente—. ?Cómo te sientes?
—Mejor. Margaret me dio algo para el dolor. ?Vas a buscar a Gytha?
—Sí, hijo. Vamos a tratar de rescatarla, aunque no puedo prometer nada. Sabes bien que haré cuanto pueda.
—Lo sé, papá. ?Por qué mi madre es tan malvada con Gytha? Ella no le ha hecho nada malo.
—No tengo respuesta para esa pregunta. Tu madre quería atacarme a mí, Bek, y encontró mi punto más débil. Pero te diré una cosa: no creo que supiera que Charles Pickney quiere matarme. Pensó que buscaba simplemente el rescate, es decir, dinero.
—No tienes por qué defenderla ante mí, papá. ?Dónde está ahora?
—Torr la llevó al calabozo. Tenemos que evitar que pueda ayudar otra vez a Pickney.
—?Debo visitarla?
—Sólo si quieres. Tengo que irme ya, Bek.
—Ya lo sé. Que Dios vaya contigo, papá. Y con Gytha.
Al salir de la habitación, Thayer expresó, murmurando, su gran preocupación.
—Definitivamente vamos a necesitar la ayuda de Dios —se apresuraron a llegar al salón principal, donde los esperaban sus hombres, ya listos y armados.
—?Todavía no tienes un plan?
—No, nada. Tengo nublado el entendimiento. Sólo puedo pensar en Gytha y en el da?o que pueden hacerle.
Roger se puso delante de Thayer y abrió la pesada puerta que daba al salón principal.
—Eso es normal, no te preocupes, no puede extra?ar a nadie.
Thayer saludó con la cabeza a sus hombres y se dirigió a la cabecera de la mesa, donde habló casi a gritos.
—Se supone que debo dirigiros. Pero un hombre con el entendimiento nublado y que no tiene siquiera un sencillo plan no puede dirigir a otros hombres.
—Podemos pensarlo mientras vamos avanzando, viejo amigo. Lo hemos hecho así otras veces —dijo Roger.
Thayer se sentó y los criados empezaron a servir la comida a los hombres. Era un refrigerio abundante aunque sencillo, una cena que disfrutarían mientras conversaban, destinada a darles fuerzas para lo que tendrían que afrontar. Las palabras de Roger tenían el propósito de levantar el ánimo a todos, pero a Thayer la comida le sabía a rayos. Un plan urdido en el último momento no parecía augurar nada bueno, si se tenía en cuenta todo lo que estaba en juego.
—Tal vez debamos seguirlos —murmuró Thayer mientras hacía a un lado su plato a medio comer.
—?Por dónde, amigo mío? —le preguntó Roger—. Sabemos cuál es su destino, pero no la ruta que seguirán. Las huellas no eran claras y pueden haber tomado diez caminos diferentes. Perderíamos el tiempo y cansaríamos a los hombres y a los caballos. Es mejor prepararse bien e ir directamente a la Casa Saitun. Allí los encontraremos, sin duda.
—Sí, tienes razón. El miedo que siento por lo que pueda ser de Gytha me está quitando la confianza, y dudo de mí mismo. Me pregunto si ya habré dado un mal paso, y si estoy comportándome como debo.
—Eres un guerrero, Thayer. Tienes que hacer caso a lo que te diga esa parte de ti, tu lado de luchador. Escucha a ese guerrero, que es quien te ha hecho acreedor del sobrenombre de Demonio Rojo. Ese guerrero nos ha mantenido con vida y nos ayudará a traer a Gytha con vida. Ten fe en él.