La bella de la bestia

—?Madre? Tú no eres nada para Bek. Una verdadera madre no dejaría que golpearan a su propio hijo. Una verdadera madre no dejaría a su hijo tirado en el suelo, sangrando y sin la atención adecuada. Ahora habla… ?Quién se llevó a Gytha?

—Pickney. Charles Pickney y tu primo Robert. Dos de sus hombres han huido con ella.

—?Hacia dónde?

—A la Casa Saitun.

Thayer tomó aire para combatir la sensación de vértigo que lo asaltaba, y la soltó. Ella cayó al suelo, mientras trataba de recuperar el aliento. Su angustiada doncella corrió a ayudarla a ponerse en pie. En cuanto pudo incorporarse y mantenerse erguida, Elizabeth alejó a la mujer con un gesto de la mano. Thayer vio cómo recuperaba la arrogancia al mismo tiempo que el aliento. Por alguna razón que se le escapaba, no era lo suficientemente sensata para darse cuenta del peligro en el que se hallaba.

—?Cómo es posible que se dirijan a la Casa Saitun, si ese lugar me pertenece?

—Dejará de pertenecerte en cuanto usen a tu esposa para abrir las puertas y desarmar a los guardias. Cuando la gente de allí vea a quién tiene Charles en su poder, le entregarán las llaves, por así decirlo. Entonces sólo necesitará fortificarlo para defenderse de ti.

—?Cómo has terminado enredada con ese hombre?

—Lo conocí cuando viajaba desde la corte de regreso a casa. Me contó sus planes y vi claro de qué forma podía ayudarlo. Era una manera de hacerte pagar el ridículo que me hiciste pasar. También una forma de obtener un buen dinero. Charles me prometió darme una parte de lo que lograra sacarte.

—?Entonces crees que éste no es más que un rapto para pedir una recompensa? Claramente, Charles es mucho más hábil que tú para enga?ar a la gente. Te ha hecho cómplice de un intento de asesinato, estúpida mujer. El precio que él pretende pedirme es mi propia vida.

—Todos debemos ir junto a Dios en algún momento.

Elizabeth parecía tranquila, pero Thayer se dio cuenta de que era pura comedia. La verdad estaba reflejada en sus ojos, donde se veía el brillo del miedo. Se había metido en una aventura mucho más peligrosa de lo que había imaginado. Ni su noble cuna ni el peso adicional de sus relaciones en la corte podrían salvarla del castigo si sus intrigas daban como resultado la muerte de alguien.

—Puede que hagas el viaje mucho más pronto de lo que tienes planeado —le dijo Thayer con voz lenta y amenazadora.

—?Qué quieres decir? —lady Elizabeth lanzó una mirada recelosa a los hombres armados que estaban en el recinto.

—Llévala a Riverfall, Torr, y custodiadla bien —ordenó Thayer, mientras miraba fríamente cómo Torr tomaba a la mujer del brazo con brusquedad.

Elizabeth luchó en vano contra la fuerte mano del guerrero y miró a Thayer.

—No puedes hacerme esto. No puedes retenerme como si fuera una criminal. ?Te olvidas de quién soy yo?

—Nunca, mi se?ora. Te quedarás en Riverfall hasta que todo esto se solucione. Si regreso con mi esposa, te devolveremos a salvo a tu familia. Si Gytha muere, te haré colgar —Thayer sonrió fríamente cuando Elizabeth perdió el color—. Si no sobrevivo para hacerlo con mi propia mano, no faltarán voluntarios ansiosos de encargarse del asunto.

—No puedes hacerlo. Soy la madre de tu hijo.

—Eso no te salvará si Gytha muere. Y si ella sobrevive y viene tu familia a buscarte, creo que podría ser un buen momento para hablarles sobre Bek.

—?Contarle eso a mi familia? ?Lo prometiste! ?No debían saberlo jamás! ?Jamás! —gritó lady Elizabeth cuando Thayer le hizo una se?al a Torr para que se la llevara—, ?Tienes que escucharme!

—?Debo regresar aquí, mi se?or? —le preguntó Torr antes de irse.

—No, espérame en Riverfall.

Thayer dio la espalda a lady Elizabeth, haciendo caso omiso de sus gritos. Echó un vistazo alrededor y se encontró con la mirada de Bek. El chico tenía aire triste, pero no expresaba mucho más. Ver a su hijo le recordó a Thayer que castigar a la lady Elizabeth podría no ser tan sencillo como quisiera, aunque el castigo fuera justo. Sacudió la cabeza y decidió pensar en ese problema después. Ahora lo único que importaba era Gytha, devolverla sana y salva a Riverfall, a su lado.

—Ten, toma esto —Roger puso a Thayer en la mano una jarra de cerveza fuerte.

Después de haber bebido casi la mitad, el caballero pelirrojo se limpió la boca con el dorso de la mano y suspiró.

—?Esperamos a que nos digan algo o vamos tras ellos? —preguntó a Roger y a Merlion, que lo miraban con cautela.

—Se la llevaron, entre otras cosas, para arrastrarte hasta Pickney —respondió Roger—. Sin duda es una trampa, quiere que vayas a buscarla ciegamente.

—Sí —Thayer asintió con la cabeza, subrayando lo atinado de ese razonamiento—. Seguro que está esperando que vaya y exija la devolución de mi esposa.

—?Entonces quieres ir o prefieres esperar a que te mande llamar?

—Iré armado y preparado para la batalla, aunque sé que él no peleará limpiamente.

—Eso es seguro, pero ?es buena idea actuar como él espera que lo hagas?