La bella de la bestia

—Hijo, te atacaron por la espalda. Eso mismo nos habría podido pasar a Roger o a mí. A cualquiera.

—Sí, Bek —confirmó Roger—. Estas personas atacan a traición. Con la traición poco se puede hacer, incluso ha derrocado a muchos reyes.

Margaret se acercó a Thayer.

—Déjame hacerme cargo del muchacho, mi se?or. Hay que curarle esa herida.

—Gracias, Margaret.

En cuanto Bek se marchó con la joven, Merlion afrontó la situación.

—Los hombres ya han salido a ver si pueden encontrar algo o a alguien. ?Crees que lady Elizabeth se alió con Pickney?

—?Qué otra cosa podría ser? —Thayer frunció el ce?o—. Pickney es el único que ha estado buscando a Gytha.

Merlion se pasó una mano por sus oscuros y gruesos cabellos y miró a Thayer con expresión desolada, de total arrepentimiento.

—No me gustaba que se reunieran —suspiró—, pero nunca pensé que esto podría pasar.

—?Y por qué habrías de imaginarlo? Por lo que sé, Pickney y Elizabeth no se conocen. Pequé de negligente al no hacer que la vigilaran. Desde antes de abandonar la corte ya sabía que había convertido a Elizabeth en mi enemiga. De alguna manera, debió averiguar lo que Pickney pretende, y en ello vio una posibilidad de vengar lo que interpreta como una humillación que yo le infligí. ?Por qué accedió Gytha a reunirse con ella?

—Lady Elizabeth dijo que quería hacer las paces… —explicó Merlion.

—No puedo creer que Gytha fuera tan ingenua.

—Pues yo creo que lo hizo por el chico. Dudo que Gytha pensara que las disculpas, si las daba, fueran de corazón, pero no quería impedir que Bek tuviera la oportunidad de oír a su madre disculpándose. Tu hijo estaba avergonzado por el comportamiento de su madre en la corte. Creo que tu mujer estaba tratando de aliviar el dolor a Bek lo más posible.

—Sí, eso es propio de Gytha —Thayer se puso de pie—. Tengo que ir a buscarla.

Con la ayuda de Merlion, Roger detuvo a Thayer cuando se disponía a salir de la hostería.

—Espera el informe de los hombres, Thayer. No es bueno atacar a ciegas —le aconsejó Roger—. Pickney quiere casarla con Robert, así que su vida todavía no está en peligro. La necesita.

—?No está en peligro? ?Gytha lleva en el vientre a mi heredero, Roger! Si el bebé nace, Robert no podrá apoderarse de la Casa Saitun, que es lo que Pickney quiere —la expresión de horror que apareció en la cara de sus amigos, que no se habían dado cuenta de la gravedad del asunto, hizo que Thayer sonriera amargamente.

—Creo —dijo Roger después de un corto y denso silencio— que es hora de avisar a la familia de Gytha de lo que ha ocurrido.

—Sí, en cuanto sepamos algo más —corroboró Thayer, que enseguida se puso tenso y aguzó el oído—. Los hombres regresan.

Thayer tuvo que apretar los pu?os para soportar incluso una espera tan breve. Al ver a la persona que los hombres llevaban consigo se exacerbó su impulso de hacer algo de inmediato. Roger y Merlion tuvieron que frenarlo cuando lo vieron avanzar hacia una aterrorizada lady Elizabeth. Thayer estaba deseoso de matarla, pero, a medida que la ira que sentía se amortiguaba, fue dándose cuenta de que no ganaría nada con ello.

Cuando el miedo de lady Elizabeth se desvaneció, reapareció su expresión fría y arrogante, lo que desató de nuevo la ira del Demonio Rojo.

—?Qué habéis encontrado? —preguntó imperativamente Thayer a Torr, que era quien había encabezado la búsqueda.

—Muy poco, me temo, salvo a estas dos —Torr se?aló con la cabeza a lady Elizabeth y su doncella, que no paraba de gimotear y temblar.

—Te exijo que me dejes ir de una vez —lady Elizabeth trató de arreglarse la vestimenta, que estaba desordenada.

—No estás en posición de exigir nada —espetó Thayer—. ?Qué estás haciendo en mis tierras?

—Me dirigía a ver a mi familia.

—?Sola? ?Sin escoltas? Antes mentías mejor. ?Dónde está Gytha?

—?Tu peque?a esposa? ?Qué voy a saber yo sobre sus andanzas?

—Te reuniste con ella. Ahora Bek tiene una herida en la cabeza y Gytha ha desaparecido. Ten cuidado, Elizabeth, que no estoy de humor para tolerar tus juegos —Thayer notó un destello de miedo en la expresión de la mujer. Entonces supo que tenía un arma en su mano: podía asustarla—. ?Responde! ?Dónde está Gytha?

—Ya te lo he dicho, no lo sé. Nos atacaron cuando estábamos hablando en la habitación, y nos robaron. Mi doncella y yo escapamos como pudimos. Es obvio que los bandidos se llevaron a tu esposa. Probablemente pronto te pedirán un rescate —Elizabeth soltó un grito de pánico cuando Thayer le agarró los brazos, la estrelló contra la pared y le puso una mano alrededor del cuello.

—Ahora me vas a decir la verdad.

—Thayer, ?cómo puedes tratarme así? Soy la madre de tu hijo.