La bella de la bestia

—De esa manera se verá obligado a hablar. Es muy importante que lo haga.

—?Pero estás segura de que quieres escuchar todo lo que tiene que decir?

—No, no lo estoy en absoluto, pero lo voy a escuchar de todas maneras. Sé cuál es tu preocupación, Margaret, y créeme que la comparto. Dejé solo a mi hombre, al alcance de una víbora que no tenía reparos en decir abiertamente que lo quería para ella. Thayer pudo haber sucumbido fácilmente a sus encantos otra vez. Pero creo que podría perdonarlo por eso.

—?Estás segura?

—Sí. Sabía lo que podía suceder si lo dejaba solo en la corte.

—?Entonces por qué lo dejaste?

—?Realmente crees que Thayer y yo habríamos podido solucionar nuestros problemas estando en la corte? ?En medio del desprecio, las intrigas y la traición que reinan allí?

—No, por supuesto que no —respondió Margaret al tiempo que negaba con la cabeza.

—También hay que tener en cuenta que yo me sentía muy herida y necesitaba tiempo para serenarme. Estaba demasiado dolida y probablemente lo habría alejado de mí. Entonces sí que lo habría visto irse con otra, y eso hubiera empeorado nuestros problemas.

—No puedo creer que Thayer pueda romper sus votos matrimoniales, es un hombre de honor.

—Es muy honorable. Una vez me dijo que nunca tendría una amante mientras yo no tuviera uno, y mientras no lo echara de mi cama —Gytha asintió con la cabeza cuando Margaret hizo una mueca—. Sí, es posible que Thayer haya considerado mi partida como un equivalente a la acción de echarlo de mi cama.

Margaret caminó hacia su prima, se paró delante de ella y le cogió afectuosamente las manos.

—Pero eso no quiere decir que haya hecho algo indebido.

—Es cierto. Pero sé que él es un hombre bastante fogoso —Gytha sonrió ligeramente cuando Margaret se sonrojó—. Después de una batalla se pone muy ardiente, y dudo mucho de que el rey haya permitido que la espada de Thayer se oxidara. Necesita proclamar a los cuatro vientos que está vivo, y supongo que ningún hombre puede pensar en una mejor manera de hacerlo que acostarse con una mujer, puesto que es algo que complace todos sus sentidos. Thayer ha pasado demasiadas noches en una cama vacía…

—Igual que tú —la interrumpió Margaret, después de que se sonrojara todavía más que antes.

—Sí, por eso me gustaría pensar que no tiene que acostarse con otra mujer cada vez que estemos separados, aunque sea por mucho tiempo. O cuando hemos tenido una pelea. Sin embargo, creo que puedo entenderlo, por lo menos esta vez. No estamos hablando de una ri?a peque?a y sin importancia —suspiró—. Sólo rezo para que, si se ha desfogado, por lo menos no haya sido con lady Elizabeth.

—?Debido a lo que hubo entre ellos?

—Debido a lo que tal vez todavía existe entre ellos. Thayer nunca me ha dicho que ya no la ama, sólo afirma una y otra vez que procura evitarla.

Margaret sacudió la cabeza con fuerza.

—No, no puede amar a una mujer como ésa, y menos cuando te tiene a ti.

—Ahora debes saber que el corazón no acepta que lo guíen, va donde quiere ir.

—Entonces es un tonto —le dijo Margaret cruzando los brazos sobre el pecho y negando con la cabeza.

—Sí, puede ser —intercambió una leve sonrisa con Margaret pero enseguida se puso seria otra vez—. En serio, me gustaría saber si Thayer sigue enamorado de Elizabeth, aunque se me desgarre el corazón si me dice que es así.

—Sí, pero al menos sabrías a qué atenerte, sabrías a qué te enfrentas.

Gytha asintió e hizo un gesto con las manos que denotaba la impotencia que sentía.

—Por ahora no sé si Elizabeth se interpone realmente entre nosotros, o si sólo estoy dejando que mis temores me cieguen.

—Pues yo todavía no estoy segura de que tus métodos sean los mejores, pero sí veo que tienes razón al pensar que hay que hacer algo. El matrimonio es un vínculo que no puede romperse, y el tuyo parece realmente prometedor. Sí, definitivamente, bien merece una pelea.

—Ya ves. Y también hay otra razón por la cual hay que cerrar esta brecha, y rápido… Estoy embarazada.

—?Estás segura?

Preguntó Margaret abriendo los ojos de par en par y soltando un grito de sorpresa al tiempo que miraba fijamente el abdomen de Gytha.

—Yo ya lo sospechaba y Edna acaba de darme su opinión experta sobre el particular.

Margaret abrazó a Gytha y después dio un paso atrás. La expresión de su rostro pasó entonces de la alegría a la preocupación.

—Ay, Gytha, entonces no debes hacer que Thayer se enfurezca contigo.