—Cuando tengo que enfrentarme a un ejército, sé exactamente en qué situación me encuentro, lo que debo hacer y lo que tengo que evitar, pero…
—Es una lástima que Gytha no sea un ejército.
—Si es a una mujer a quien debo enfrentarme —continuó Thayer haciendo caso omiso del sarcasmo de su amigo—, vacilo como un chico ignorante e inexperto. Trato a la puta como si fuera una dama, y a la dama como a una puta. La principal obligación de un marido es proteger a su esposa por encima de todo; pero ahora, a los ojos de Gytha, he fallado clamorosamente en ese deber, precisamente en ese deber.
—Dale tiempo para que su ira se modere, incluso para que se le pase del todo.
—?Se le pasará alguna vez?
—Gytha no es de naturaleza rencorosa.
—No, no lo es. Sin embargo, nunca la había puesto a prueba de esta manera.
—Mira, ?por qué no pasas la noche en mi habitación y tratas de hablar con ella por la ma?ana? Así le darás tiempo para que se calme y tú podrás meditar un poco sobre el asunto.
—Tal vez tengas razón y eso sea lo mejor. Si me meto en su cama esta noche, bien podría cortarme el cuello.
Gytha rumiaba unos pensamientos bastante sanguinarios mientras caminaba hacia su habitación. Después, al llegar, y mientras se lavaba la cara y se enjuagaba la boca, Edna la observó con aprensión. Ella ni siquiera se molestó en tranquilizar a su doncella. Al terminar de asearse, se sentó en la cama… y rompió en llanto.
En medio de su desesperación, pudo darse cuenta de que ni Edna ni Bek sabían qué hacer con ella. Finalmente el chico tomó el cepillo del pelo, se sentó detrás de Gytha y empezó a desenredarle los cabellos, gesto que la conmovió profundamente. Sin oponer resistencia, bebió la infusión de plantas tranquilizantes que Edna le ofreció, y permaneció dócilmente sentada, mientras seguía llorando y Edna le ponía el camisón. Al mismo tiempo, Bek fue contando a Edna lo que había ocurrido. Gytha trató de ayudarle a explicarlo, pero el llanto convertía su explicación en una charla incoherente. Por fin se acostó y susurró un ?gracias? a Edna cuando le puso un pa?o frío sobre la frente. Mientras miraba el techo, trató de apaciguar el hipo y los temblores que le recorrían el cuerpo.
—Pobre Bek —murmuró dirigiendo la mirada al chico—. No sabes qué hacer conmigo, ?verdad?
—Quedarme a tu lado —Bek se sentó junto a ella y le tomó una de las manos—. Me voy a quedar contigo.
—Eso me gustaría mucho.
—Ella lo planeó todo.
—?Cómo dices?
—Mi madre. Lady Elizabeth. Ella lo planeó todo. La oí cuando estaba hablando con ese hombre sobre el asunto. Creía que papá la buscaría a ella después.
—Pues que lo busque y se lo quede.
—Ay, no, mi se?ora —Edna se acercó a la cama y sacudió la cabeza al tiempo que retorcía las manos nerviosamente—. No quieres decir eso, no hablas en serio. Lord Thayer nunca buscaría a esa mujer.
—No, no la buscaría —Bek estuvo de acuerdo con Edna.
—Lady Elizabeth no es el verdadero problema aquí —Gytha suspiró y después bebió otro sorbo de la infusión—. El problema es que se quedó mirando lo que sucedía y no hizo nada. Nunca ha confiado en mí, se ha limitado a esperar que me comportara como la puta que cree que soy.
—?No! —gritaron Edna y Bek al tiempo.
—Sí. Y ahora quiero irme a casa, quiero regresar a Riverfall.
—Papá vendrá pronto, lo sé. Y además pronto regresaremos todos.
—Me quiero ir a casa ya, Bek. Edna, empieza a recoger mis cosas.
—Iré a hablar con papá —le dijo Bek, pero se detuvo cuando Gytha habló.
—No hay necesidad de que le digas nada, le voy a dejar una carta. ?Quieres venir a casa conmigo, Bek? —Gytha no tenía la intención de interponerse entre Thayer y su hijo, pero sintió la necesidad de llevarse al muchacho con ella.
—Sí, pero papá…
—Papá no se enfadará contigo. Edna, no has empezado a empaquetar mis cosas como te he dicho.
Tanto Edna como Bek trataron de convencerla de que no abandonara la corte, pero Gytha fue inflexible. Sabía que ambos tenían la esperanza de que Thayer apareciera en cualquier momento y evitara su huida, pero, para su gran alivio, su esperanza no se hizo realidad. Le llegaron rumores de que Thayer estaba en la habitación de Roger bebiendo hasta la saciedad y sintiendo pena de sí mismo. Entonces deseó que lo siguiera haciendo hasta que ella estuviera bien lejos, camino a Riverfall y fuera de su alcance.