—Pero no necesita luchar personalmente, no es él quien está blandiendo la espada. él y Pickney han enviado a otros para que se encarguen del derramamiento de sangre.
—Es cierto —Thayer acarició el brazo a Gytha con movimientos suaves, hacia arriba y hacia abajo—. Puede que esté confundiendo al chico que conocí con el hombre en el cual se ha convertido. Quizá Robert ya no sea el mismo, tal vez se trate de un tipo hecho a su medida por Charles Pickney.
—Pobre Robert.
—?Pobre Robert? —Thayer se rió—. ?No exageremos! Al fin y al cabo, es a mí a quien apuntan los aceros.
—Ya lo sé —Gytha lo abrazó y le dio un beso en la barbilla—. Sin embargo, no puedo evitar sentir lástima por Robert.
—?Sientes lástima por él?
—Sí. No lo conocí lo suficiente, pero tengo la sensación de que está atrapado en una conspiración que no le gusta, pero que tampoco puede detener. Lo que hace está muy mal, mas la verdad es que nunca detecté maldad en Robert. Aunque me esfuerce, no puedo imaginármelo detrás de todo este asunto.
—Es exactamente lo mismo que siento yo. Pero una parte de mí me advierte que es pura debilidad dejar que la sangre me ciegue. Tengo muchas dudas, lo que no es bueno para un hombre que está a punto de afrontar la batalla.
—Además, no quieres mancharte las manos con la sangre de Robert.
—No, no quiero —respondió él con un fuerte suspiro.
—?No podrías evitarlo? Es decir, si todavía está vivo cuando Pickney muera, ?no podrías perdonarle la vida?
—Tal vez. Sin embargo, ?sería buena idea dejar un posible enemigo a mis espaldas? Sé que Robert nunca me haría frente de forma directa, espada contra espada, pero no puedo estar seguro de que no actuaría a mis espaldas. Y ésa es una duda con la cual no quiero vivir el resto de mi vida —no agregó que el peligro bien podría amenazarla a ella también, aunque sospechó que Gytha lo sabía.
—?No sería maravilloso que Robert pudiera hacer acopio de toda su fortaleza para abandonar a su tío y venir a tu lado?
—Sí. Si lo hiciera, creo que sería la prueba de que se puede confiar en él.
Thayer se quedó en silencio y Gytha lo abrazó con fuerza, tratando de transmitirle su amor y su compasión sin necesidad de palabras. Deseó ardientemente encontrar una solución que les permitiera vivir felices y seguros. él tenía tan pocos familiares, que parecía muy injusto que tuviera que reducir ese exiguo número por su propia mano. Rogó a Dios que le diera a Robert la fortaleza suficiente para dejar a su tío y hacer las paces con Thayer.
El Demonio Rojo se quedó mirando al techo, absolutamente absorto en sus pensamientos. Vio a Robert cuando era un ni?o, un muchachito pálido y asustadizo. A pesar de todos los esfuerzos que hicieron William y él, nunca lograron desvanecer el miedo presente en la mirada de su primo. Ahora se daba cuenta de que Charles Pickney había empezado a plantar su semilla en Robert ya en esa época. Pocas cadenas son tan fuertes como las forjadas por el miedo. Thayer dudó que Robert hubiera conocido otra cosa que no fuera el temor en su vida.
Lo embargó la pena por aquel chico de tiempos lejanos, pero reaccionó y luchó por no dejarse dominar por la debilidad. Aquel sentimiento podía desarmarlo en un momento peligroso. Procuraría ser justo, eso estaba claro, y no le negaría a Robert ninguna oportunidad de hacer las paces con él. Pero no permitiría que ningún tipo de emoción interfiriera con lo que tenía que hacer.
Gytha se movió ligeramente dentro de los brazos de Thayer, lo que lo sacó de sus oscuras cavilaciones. La miró.
—Estaba pensando… No le he dicho nada de esto a tu familia.
—?Crees que es necesario?
—En este momento no necesito los refuerzos que pudieran ofrecerme —le contestó, encogiéndose de hombros.
—Entonces tal vez sea mejor no decir nada. Si lo haces, sólo lograrás preocuparlos —le dijo, acariciándole con una mano los rizos del pecho. Luego siguió hablando en voz baja—. Guárdate tus problemas para ti mismo un poco más de tiempo, si así lo quieres.
—Lo prefiero así, desde luego. El orgullo me impide decirle a tu familia que mi propia sangre me quiere muerto. Y quizá también a ti.
Gytha lo besó suavemente, y en un susurro.
—Necesitas apartar esos pensamientos que te atribulan.
—Eso me complacería —sonrió ligeramente y la estrechó con fuerza al tiempo que la montaba sobre su cuerpo.
—Como tu esposa que soy, es mi obligación procurar que siempre y en todo momento te sientas complacido.
Entonces pasó la lengua a lo largo de la vena yugular que palpitaba en el cuello de Thayer.
—Sí, es tu obligación —replicó tomándole el rostro entre sus manos y besándola en la boca. Gytha empezó a darle besos rápidos y a mordisquearle los labios.
—Entonces tengo que hacerte olvidar todo lo concerniente a Robert.