La bella de la bestia

—Si podemos raptarla. No olvides que está más que protegida.

—Ya tengo un plan para eso. Sí, sé que no será fácil, pero si nos mantenemos quietos una temporada, la guardia acabará relajándose. Hay tiempo. Incluso podríamos conseguir que el Demonio Rojo tarde semanas en enterarse de la pérdida de la casa, cuando la tomemos. Y, por qué no, hasta podemos usar a su dama para apropiarnos de la heredad.

—Thayer vendrá a buscarla tarde o temprano.

—Por supuesto que lo hará, y eso es justamente lo que quiero. Usaremos a su mujer como cebo, para atraerlo hacia nosotros, y entonces lo mataremos —Pickney sonrió al expresar la siniestra idea; tenía la cabeza llena de planes que siempre acababan con la muerte de su enemigo, el caballero pelirrojo.

—Y después de todo eso ?me casaré con Gytha? —Robert observó con atención a su tío mientras le contestaba.

—?Qué? Ah, sí, por supuesto, claro. Tendrás que hacerlo, para fortalecer nuestro derecho sobre las tierras. Tendrás a tu peque?a y hermosa esposa.

?Por un tiempo?, a?adió el viejo para sí. Pero Robert escuchó, o mejor dicho intuyó las palabras como si su tío las hubiera pronunciado en voz alta. Se dijo que se estaba comportando como un estúpido. Aunque era evidente que no ganaban nada matando a Gytha, no podía deshacerse de la sensación de que Pickney no tenía la intención de permitir que la hermosa joven tuviera una vida muy larga.

Los planes de Pickney tenían bastantes puntos flacos, que se le hacían evidentes a Robert. ?Creía su tío realmente que los hombres de Thayer saldrían huyendo con el rabo entre las piernas después de que lo hubieran matado? ?En verdad pensaba que la familia de Gytha se iba a quedar con los brazos cruzados? Estarían rodeados de enemigos, que además serían enemigos muy poderosos. Al parecer, su tío no era capaz de pensar a medio y largo plazo. Sólo le preocupaba lo inmediato.

Una repentina y abrumadora sensación de derrota embargó a Robert. Se sirvió cerveza en una copa y bebió a grandes sorbos. La embriaguez no arreglaría nada, pero por lo menos le liberaría la mente de dudas, temores y confusiones. Aunque fuera por breve tiempo, encontraría paz y no tendría que enfrentarse a sus miedos y debilidades, que tanto le repugnaban.

Sentada en la cama, Gytha se abrazó las rodillas mientras observaba a Thayer, que se preparaba para acostarse. Por la ma?ana emprenderían viaje para encontrarse con la corte del rey. Se dijo a sí misma con firmeza que aquello no significaba que perdería a Thayer, ni que su matrimonio se convertiría en una farsa. Pero por mucho que se repitiera estas cosas, el temor se negaba a abandonarla. Trató de olvidar los pesares y concentró sus pensamientos en el problema que representaban Robert y su tío.

—?Tienes algún plan con respecto a Robert y Pickney? —le preguntó a Thayer.

—Todavía nada definitivo. Lo discutimos con bastante detalle, pero hay muchas posibilidades. Tenemos que escoger con mucho cuidado. Si nos equivocamos, no habrá segunda oportunidad.

—Por supuesto. ?Vas a hablarle al rey sobre esto?

—ése es otro de los asuntos que discutimos —contestó Thayer con una sonrisa torcida mientras se secaba—, pero no nos pusimos de acuerdo.

—?Por qué no contárselo al rey? Pickney está cometiendo un crimen. ?No debería saber el rey lo que está tramando? Si le pones al tanto, por lo menos puedes tener su aprobación para cualquier acción que te veas obligado a emprender.

—Es cierto que hay que considerar ese factor, pues me evitaría tener que explicar el asunto después. Sin embargo, es un problema de familia, es una batalla entre gente unida por lazos de sangre, y me siento renuente a hablar sobre ello. Me parece que el problema debería resolverse en el ámbito privado. ?Entiendes?

—Sí, claro, pero como no son mis lazos de sangre, tengo la suficiente distancia para ver las ventajas y los inconvenientes de ese tipo de solución. Tú no tienes esa perspectiva.

—Lo mismo piensan Roger y Merlion —suspiró mientras recorría la habitación apagando todas las velas salvo la que estaba junto a la cama—. Ambos opinan que hay que contárselo al rey —se tumbó en la cama cansinamente y tomó a Gytha entre sus brazos.

—No creo que te importe lo que le pase a Pickney, así que debes estar pensando en Robert, ?no es así?

—Sí. Me cuesta trabajo creer que realmente esté detrás de todo esto. Siempre fue un hombre débil y manipulable, pero nunca cruel. El instinto asesino no corre por sus venas. Por Dios, si incluso le daba miedo el entrenamiento militar, las prácticas con la espada y todo eso. No tiene estómago para meterse en guerras y conspiraciones.