Roger maldijo entre dientes y sacudió la cabeza.
—Y, por supuesto, van a saltar a su cama, puesto que Gytha lo permitirá gentilmente. Y claro, como tú no eres nadie ni le importas, pues ?por qué no habría de consentirlo?
—?Roger! —gru?o Thayer, molesto por el sarcasmo de su amigo.
—Continúas manchando el nombre de Gytha sin que ella te dé razones para hacerlo. óyeme lo que te digo, amigo mío, tu mujer no es tonta; pronto adivinará lo que piensas, si es que no lo ha hecho todavía. Cuando se dé cuenta del concepto tan bajo en el que la tienes y lo poco que confías en ella, es probable que haga exactamente lo que temes. Puesto que la condenas sin razón, puede que piense que tiene que darte motivos para hacerlo.
—Ah, ya veo. Entonces, ?si lo hace será culpa mía? ?Yo mismo he de plantarme la cornamenta en la frente?
—Sí, Thayer, si sigues esperando que suceda, acabará ocurriendo —Roger se bebió de un sorbo el resto de su cerveza y salió abruptamente de la sala.
Thayer miró con enfado hacia el lugar por el que había salido Roger, y después de un momento se terminó también su cerveza. Lo que más lo disgustaba era saber en el fondo que su amigo tenía razón. Si continuamente esperaba lo peor, lo más seguro era que eso fuera lo que consiguiera. Lo había comprobado muchas veces. Por desgracia, también había visto a demasiadas mujeres como la suya comportarse exactamente de la manera como temía que Gytha lo hiciera. Todo parecía sugerir que estaba perdido, que nada podría hacer para evitar que su esposa se fuera con otro. Coqueteaba continuamente con el desastre, tanto por insistir en sus penosos celos como por tener una mujer tan hermosa como la que tenía.
Entonces decidió dirigirse a su habitación, totalmente descorazonado. Llevaría a Gytha a la corte con él. Aunque fuera una tentación para los petimetres de la corte, su amigo tenía razón, sin duda era el lugar más seguro para ella. Por lo menos, pensó torvamente, estaría a salvo de Robert y de su tío. Elizabeth y las cortesanas de moralidad laxa no tratarían de asesinarla. Ya lidiaría, llegado el momento, con cualquier trampa que quisieran ponerle en la corte.
Cuando Thayer entró en su habitación, encontró a Gytha riéndose con Bek. Al verla feliz e intimando con su hijo se sintió muy satisfecho. A punto estuvo de olvidar sus angustias y sus celos. Quería creer de todo corazón que ella lo amaba y que siempre le sería fiel, aunque en el fondo era incapaz de erradicar el miedo a que lo humillaran una segunda vez, a escuchar de nuevo las risas burlonas de los cortesanos.
Gytha notó que su marido, demasiado serio, tenía alguna preocupación.
—?Te ha dado malas noticias el mensajero del rey?
—Más que malas, inconvenientes. Nos han convocado a la corte.
—?Nos han convocado? ?A los dos?
—Sí. A los dos. Nos vamos dentro de tres días.
Capítulo 8
—?Margaret! ?Cómo puedes hacerme esto?
Margaret respiraba con dificultad tras superar un ataque severo de estornudos, y trató de sentarse en la cama mientras observaba a Gytha caminar de un lado a otro de la habitación.
—?Crees que sufro de esta manera por voluntad propia? —tomó la copa de aguamiel que tenía sobre la mesa y dio un sorbo para aliviar el ardor de su garganta. El temblor de las manos revelaba que no se sentía muy fuerte.
Gytha suspiró, y caminó hacia la cama de Margaret haciendo una mueca. Se sentó en el borde. Su pobre prima tenía, en verdad, un aspecto terrible; tenía enrojecidos los ojos y la nariz. Las tres mujeres que compartían la habitación con ella se habían marchado a otros sitios, pues les aterraba contagiarse de la enfermedad que sufría Margaret. Gytha sabía que era una egoísta al manifestar disgusto porque su prima no podría acompa?arla a la corte del rey; pero no podía evitar que la embargara cierta decepción al saber que no contaría con su apoyo durante lo que ella consideraba que sería una terrible experiencia.
—Sé que me estoy comportando como una estúpida insensible.
—No, Gytha, entiendo tu desilusión. De verdad que quisiera poder acompa?arte, a pesar de que no acabo de comprender muy bien cuáles son los problemas que te imaginas que vas a tener en este viaje.
—Esa mujer estará allí.
—?Lady Elizabeth? ?La madre de Bek?
—Sí, ella.
—?Estás segura?
—Creo que sí, a juzgar por lo poco que me dijo Thayer sobre el viaje. él me contó muchas cosas sobre ella porque es asidua a la corte, y sabe que tarde o temprano ambas nos veremos las caras.
—Pero Thayer también te dijo que ya no tiene nada que ver con esa dama.
Gytha esperó a que Margaret dejara de estornudar para que pudiera escucharla, y entonces se explicó.