La bella de la bestia

Como Gytha lo tenía fuertemente agarrado por la oreja, Bek no tuvo más remedio que caminar a su lado mientras ella lo conducía a los lavaderos. Al principio, Janet y las otras mujeres vacilaron. Después de todo, Bek era el hijo de su se?or. Sin embargo, al cabo de poco tiempo se le unieron, para alivio de Gytha. Bek, mientras tanto, demostraba ser un chico bastante obstinado, con mucho carácter.

Casi una hora después, la joven consideró al fin que podía dejar a Bek solo con las mujeres. A pesar de estar enfurru?ado, parecía resignado a su destino. Entonces se apresuró a hacer sus tareas. Al acabar, buscó la cama. Se tumbó cuan larga era y cerró los ojos al tiempo que la embargaba una oleada de comprensión, casi compasión, por sus padres. Llevar por el buen camino a un hijo testarudo no era tarea fácil. Durante algunos momentos reflexionó sobre lo difícil que era para una mujer adulta imponerle su voluntad a un ni?o peque?o. Estaba sumida en sus cavilaciones cuando de pronto sintió que no estaba sola. Abrió los ojos y se encontró con Thayer, que se dirigía hacia la cama.

—Bek puede ser muy obstinado —murmuró Thayer.

—Sí, así es.

—Y de carácter explosivo.

—Sí, muy cierto.

Thayer se rió ante lo sentido de la respuesta de Gytha.

—Te dio guerra, ?no es cierto?

—Un poco, pero finalmente se quedó lavando las sábanas. Tengo la esperanza de que se dé cuenta de lo duro que es ese trabajo, y que sienta un poco de compasión por las personas que tienen que hacerlo. O que al menos adquiera el suficiente sentido común para entender que esas mujeres no necesitan trabajo adicional.

—Sí. Es una lección que debe aprender. Hay que entender que es un estilo de vida que no tiene mucho que ver con él. Nunca habíamos tenido una vida así.

—Ya lo sé —Gytha se inclinó sobre su marido, que la abrazó—. Por eso, la primera vez sólo le llamé la atención, pese a que hizo semejante tropelía en su cama. Pero tiene que aprender. Y debe aprender a portarse bien desde el principio. Luego podría ser tarde.

—Sí. Y tú necesitas olvidarte de todo esto por un rato.

—?Tú crees?

—Sí, debes hacerlo. Has trabajado con mucho ahínco, y sin parar, desde que llegamos. Primero me cuidaste hasta que sanó mi herida, y después has tenido que trabajar duro para que todo funcione bien aquí. Y ahora —le sonrió— te ha tocado luchar con un chico testarudo. Sí, definitivamente necesitas huir de todo esto durante un tiempo —y diciendo esto la sacó de la habitación.

—?Y dónde me meteré para olvidarme de los problemas? —apretó el paso, pues casi tenía que trotar para poder ir al ritmo de las zancadas de Thayer.

—A un tranquilo claro del bosque que encontré en una de mis cabalgadas por nuestras hermosas tierras.

Gytha no hizo más preguntas mientras caminaban hacia el establo. Thayer había ordenado que ensillaran un solo caballo, en el que montó. La ayudó a sentarse delante de él. Se alejaron galopando. Gytha se dio cuenta de que Thayer rechazaba con un gesto brusco el ofrecimiento de acompa?arlos de uno de los guardas. Fijó la atención en el paisaje que se desplegaba a su alrededor. A causa del cansancio del viaje y los trabajos que siguieron, no había reparado mucho en la belleza de aquellos campos. Casi no había tenido tiempo de explorar más allá de los gruesos muros de la casa familiar.

El lugar al que la llevó la dejó momentáneamente muda por su extraordinaria belleza. Lo ba?aba el mismo río que zigzagueaba dentro de Riverfall, y era un rincón muy verde, exuberante. Flores silvestres crecían por todos lados y el río caía musicalmente sobre una piscina natural llena de rocas. Gytha caminó hasta el borde y metió los dedos en las cristalinas aguas, que corrían libremente.

—Está tan fría como parece —murmuró mientras se secaba los dedos en la falda.

Thayer se sentó bajo un árbol inclinado, que estaba cubierto por una enredadera, y apoyó la espalda en el tronco.

—El sol no alcanza a calentarla.

—Es una pena, porque parece invitarnos —caminó hacia Thayer y se sentó junto a él. Se rió cuando él la levantó y la sentó sobre su regazo—. Es tan apacible. ?Cuándo encontraste este lugar?

—Un día que paseaba por los límites de la heredad.

—?Es buena la tierra?

—En algunas zonas, sí. No nos hará tan ricos como para no preocuparnos nunca del dinero, pero tampoco nos hará pobres.

—Para mí, entonces, es buena.

—Sí —le pasó los brazos alrededor del cuerpo y disfrutó del olor dulce y limpio de su pelo—. Puedo interceder por ti ante Bek, si quieres.

—No. Creo que lo mejor es que yo lo maneje por mí misma.

—Sí, yo también pienso lo mismo, pero en todo caso quería hacerte la oferta. Creo que las cosas han cambiado demasiado rápidamente para él. Se enfurece con más frecuencia que antes. Creo que necesita un poco de adaptación a las nuevas circunstancias.

—Se irá acostumbrando —respondió la joven mientras ponía sus manos sobre las de él—. Puede que tema que dejes de prestarle atención. Pronto se dará cuenta de que su lugar a tu lado seguirá siendo el mismo. Sospecho que tampoco está acostumbrado a que una mujer le diga lo que debe hacer.