La bella de la bestia

—?Estás de acuerdo con lo que le he dicho?

—Sí. Tiene que aprender a pensar en los demás, en todos los demás. En todo caso, si llegara a no estar de acuerdo con algo, nunca te lo diría delante del chico. Lo discutiríamos después en privado —miró con el ce?o fruncido hacia donde Bek se había ido—. También tiene que aprender a obedecerte como me obedece a mí.

—Gracias, Thayer—le dijo Gytha, abrazándolo con fuerza.

Thayer sonrió un poco extra?ado cuando ella se separó de él.

—Pues ha sido un placer, aunque no sé muy bien qué es lo que me agradeces.

Gytha se rió y le dio una palmadita en la mejilla antes de dirigirse a la casa. Thayer había aceptado su autoridad sobre Bek, pero dudaba que él entendiera realmente lo que eso significaba para ella. Lo que más le preocupaba en ese momento era que Bek también la aceptara. Cuando transcurrió el día y lo único que vio fue el constante gesto hosco del chico, empezó a pensar que se estaba cociendo una batalla.

Y esa opinión se confirmó, para su disgusto, justo a la ma?ana siguiente. Gytha salía del salón donde había desayunado con Thayer cuando vio a Janet bajando las escaleras, con sus brazos regordetes colmados de sábanas. Aunque las llevaba enrolladas, se veía a las claras que estaban llenas de barro, más sucias incluso que otras veces.

—?Bek ha estado bailando sobre la cama otra vez? —se acercó a las escaleras y esperó a que Janet terminara de bajar.

—Sí, mi se?ora —Janet hizo una mueca mientras Gytha examinaba las sábanas.

—Por Dios bendito —murmuró Gytha después de examinar la embarrada ropa de cama—. No laves estas sábanas. Prepara el lavadero, pero espera a que llegue yo con Bek. ?Cómo supiste que había que lavar las sábanas de nuevo?

—El muchacho me llamó para decírmelo.

—Qué arrogancia.

Gytha suspiró mientras despachaba a Janet. Pensó que le quedaba el consuelo de que Bek estuviera haciéndole la guerra abiertamente, incluso con descaro, en lugar de hacerlo a sus espaldas. Se dio la vuelta para ir a buscar al muchacho y se encontró cara a cara con Thayer, que estaba recostado contra la pared de entrada al vestíbulo. Tenía aire divertido.

—?Problemas? —le preguntó.

—Sólo uno, y peque?o. ?Has visto a Bek?

Thayer alargó la mano detrás de él y sacó a Bek, que hasta entonces permanecía oculto tras su espalda.

—Estaba escondido en el vestíbulo. Empiezo a entender por qué no quería que le viésemos.

Gytha se puso las manos sobre las caderas y miró a Bek con toda la severidad que pudo.

—?Qué has hecho? ?Buscaste el peor estiércol que hay en Riverfall para caminar sobre él y después corriste a tu habitación para esparcirlo por toda tu cama? No me sorprendería descubrir que lo llevaste en baldes para poder ensuciarte los pies varias veces, y así bailar sobre la cama una y otra vez. No entiendo cómo pudiste dormir entre tanta suciedad —la manera en que Bek desvió la mirada con rapidez hizo ver a Gytha que no había dormido en su cama. Estuvo a punto de echarse a reír, pero sabía que hacerlo sería un tremendo error, así que mantuvo la severidad de su expresión—. Hacer eso, y encima ordenarle a la pobre Janet que las lave de nuevo, es una vergüenza.

—Se supone que es su trabajo —soltó Bek, enfurru?ado.

—Su trabajo es lavar, pero no arreglar los estropicios de un muchacho empe?ado en portarse mal. Pues bien, te conviene saber en qué consiste el trabajo que tan desconsideradamente obligas a hacer a otros.

—?Qué? —Bek chilló, en impotente protesta, cuando Gytha lo agarró firmemente de una oreja.

—Vas a lavar tus propias sábanas llenas de barro, se?orito.

—?No! Es trabajo de mujer. Es el trabajo de Janet, no el mío. ése es su lugar. ?Papá!

Thayer miró a los ojos a su hijo, que tenía una expresión furibunda y suplicante.

—A mí me parece justo.

—?Justo? Pero si yo voy a ser un caballero, un guerrero.

—Sí —contestó Gytha—, un caballero. Y olvidas que los caballeros cumplen las reglas. Son considerados con aquellas personas que velan por su comodidad y con las que esperan que las protejan. Se portan bien con los débiles. Tienes que aprender lo que significa la consideración.