La bella de la bestia

—Sí. Y Robert lo permitió. Sin embargo, no entiendo la razón. ?Por qué una emboscada? ?Qué tienen contra nosotros?

—Lo quieren todo: mis tierras, mi fortuna. Estarían a nombre de Robert, pero quien gobernaría sería el tío. Además, Robert te quería para él. No —murmuró cuando Gytha empezó a protestar—. Te quería y todavía te quiere para él. Y ahora creo que no habría sido un matrimonio bueno ni seguro para ti.

—?Por qué lo dices?

—Porque habrías podido convertir a Robert en un hombre. Es decir, habrías aumentado su peligro.

Gytha asintió ligeramente. Creía entender lo que trataba de decir su marido.

—Si Robert se volviera más fuerte y asumiera más responsabilidades, se podría convertir en una amenaza para su tío. Y ese hombre no toleraría una amenaza a su lado.

—No. Rápidamente se ocuparía de eliminar cualquier amenaza.

—?Qué piensas hacer con ellos?

—Envié a ese hombre de vuelta junto a Robert y su tío. Así sabrán que su plan falló y que estoy al tanto de su conspiración. Le dije al individuo que les advirtiera que no quiero saber nada de ellos, que no quiero verlos cerca de mí nunca más. ésa va a ser mi primera y última advertencia.

—?Crees que prestarán atención a tus palabras? ?No volverán a intentar un ataque?

—Tengo la esperanza de que así sea. No tengo valor para matar a mi propia familia.

—Qué triste es que los miembros de una familia peleen entre sí. Mi padre viene de una familia de esa clase.

—Es difícil de creer. Tu familia está tan unida, y es tan cercana y amistosa… Eso es evidente para cualquiera que los vea.

—Papá aprendió de los errores que vio a su alrededor cuando era ni?o, Thayer. Vio a un marido poner en su contra a su propia mujer. Vio cómo, llena de dolor, la mujer puso en contra de él a sus hijos. Vio cómo los hijos bastardos, a quienes habían reconocido y criado, pero no amado, se amargaron y ambicionaron lo que les habían negado. Mientras crecía, papá vio cómo quienes debían estar unidos y ser un oasis de confianza y amor para los otros, se fueron separando. Todos conspiraron contra todos, hasta que se asesinaron y sólo quedaron papá y su hermano. Ambos se juraron que no permitirían que ese veneno los alcanzara —sacudió la cabeza—. Sin embargo, mi tía trata de complicar las cosas.

—?A causa de Margaret?

—Sí. Mi tía siente celos de ella, la considera poco más que el error de un hombre soltero, aunque detesto que se hable así de Margaret. Pero a causa de esos celos, mi tía trata de envenenar a la familia, poniéndola en contra de mi tío. Lo intenta, pero fracasa en su empe?o. No obstante, seguirá haciéndolo.

—?Estás segura?

—Muy segura. Dentro de poco los ni?os y las ni?as se irán a cumplir su periodo de formación fuera del hogar. Mi tío los va a enviar con mis padres, y Margaret ya está conmigo. Esto siempre estuvo previsto. Las dos casas se mezclarán aún más. A mayor conocimiento y unión, más difícil será que el veneno haga efecto.

A medida que Thayer escuchaba la historia de la familia de Gytha, se daba cuenta de que era el momento perfecto para hablar de Bek. La historia de Margaret estaba fresca en la cabeza de su esposa, lo que suavizaría su actitud. Sin embargo, le costaba trabajo empezar a hablar.

No le preocupaba mucho que Gytha no aceptara a Bek, porque eso podría arreglarse con tiempo y paciencia. Lo que le resultaba más difícil era contar la historia, porque se trataba de una historia sórdida, que lo dejaba en muy mal lugar, pues de ella se deducía que era el más grande de los imbéciles. Además, ninguna esposa querría escuchar la historia del amor de su marido por otra mujer, por muy muerto que tal viejo amor estuviera. A pesar de sus temores, Thayer se tragó sus reparos y empezó a hablar.

—Respecto a las locuras de la soltería… —dijo con voz vacilante. Gytha, que adivinó lo que se avecinaba, trató de controlarse, de no ponerse tensa, pues no quería que nada interrumpiera el relato. Y mientras esperaba a que Thayer continuara, empezó a rezar por que nada de lo que pudiera escuchar fuera demasiado doloroso para ella—. Tengo que contarte esto ya, quitármelo de la conciencia —murmuró Thayer, más que nada para sí mismo—. Es más fácil hablar de tales locuras en la oscuridad.

—Uno se siente menos desnudo y expuesto, pues la oscuridad lo ampara.

—Sí. Bek es mi hijo.

—Ya lo sospechaba —le pasó la mano por la espesa cabellera—. Este color es muy poco común.

—Te estoy haciendo una confidencia.

—No te preocupes, que no le voy a decir nada a nadie —pero agregó para sí misma: ?Salvo, tal vez, a Margaret. Y tal vez a Edna también?.

—Su madre es lady Elizabeth Sevilliers. Su apellido de soltera es Darnelle.

—Ninguna de las dos familias me es familiar.

—Vas a conocerlas a ambas, si nos convocan a la corte, puesto que donde quiera que esté la corte, allí está lady Elizabeth.