La bella de la bestia

—?No te estoy desechando! —vociferó Thayer—. ?Por qué tergiversas mis palabras?

—?Tergiverso tus palabras? Pero si ya estaban tergiversadas cuando salieron de tu estúpida boca. ?Qué planeas hacer? ?Anular nuestro matrimonio? Esto —apuntó con el dedo hacia su estómago— puede dificultar un poco las cosas. Está claro para todo aquel que tenga ojos que este matrimonio está bien consumado. ?Piensas que con un pase mágico de tu mano puedes convertirme en virgen otra vez?

—Ahora estás diciendo bobadas —Thayer decidió que no podía continuar la discusión en la cama, así que apartó a su primo, que le cortaba involuntariamente el paso, se levantó y se puso los pantalones—. William entiende mis razones, sabe lo que ha sucedido.

—A William no se le ha preguntado todavía qué piensa de todo esto —murmuró el aludido, pero nadie le prestó atención.

Gytha empezaba a sufrir dolores agudos, que iban y venían. Frunció el ce?o. El último pinchazo fue especialmente doloroso. De pronto se dio cuenta de lo que estaba pasando, supo por qué había dormido tan mal esa noche. Volvió la mirada hacia Thayer y decidió hacer caso omiso de las se?ales del inminente parto. Poner en su sitio a su marido era mucho más importante en ese momento.

—Está muy bien que William sea tan comprensivo, pero me temo que yo no lo soy. ?Cómo puedes hacerme a un lado de una forma tan brutal, sin pensar siquiera un momento qué puedo sentir, o qué es lo que quiero? En cuanto se te ocurre una idiotez, empiezas a dar órdenes a la gente y te quedas tan contento.

—Gytha, cálmate y escúchame: me he limitado a hablar del contrato. Es un vínculo legal aprobado por el rey, que no podemos ignorar. Tus padres te casaron conmigo porque pensaron que yo era el heredero. Es como si los hubieran enga?ado, aunque no voluntariamente. Esto tiene que ser discutido. Tú eres una dama de noble cuna que tendrías que estar casada con un título y un castillo, y yo ya no tengo ninguna de las dos cosas.

—Qué extra?o. Siempre pensé que estaba casada con un hombre, no con un título y un castillo.

—Te pones difícil adrede, te empe?as en no entender lo que digo —a Thayer lo halagaba el amor que latía en el fondo de la furia de su esposa, pero también le dolía que no comprendiese lo importante que era para él atenerse a las deudas de honor.

—?Yo soy difícil? —miró a sus hermanos—. ?No tenéis nada que decir al respecto?

Fulke se aclaró la garganta nerviosamente antes de contestar:

—La verdad es que no he sido capaz de pensar claramente un minuto desde que vi a William regresar de la tumba —se pasó una mano por el pelo—. Pero aunque parezca una locura, Gytha, puede que Thayer tenga algo de razón.

La mujer estuvo a punto de insultar gravemente a su hermano, pero el parto seguía su curso y todo quedó al final en un gemido de dolor. Gytha se agarró al respaldo de la cama con una mano y se cubrió el vientre con la otra, mientras se inclinaba ligeramente hacia delante, víctima de una dolorosa contracción. Cuando pudo pensar en algo que no fuera el dolor, levantó la mirada hacia los hombres. Permanecían de pie, mirándola horrorizados, mientras empezaban a entender lo que estaba sucediendo.

—?Qué pasa? —les dijo, siempre airada—. ?Pensáis quedaros ahí, mirándome embobados, hasta que la pobre criatura caiga al suelo?

Thayer dio un paso hacia ella.

—?Gytha? ?Ya?

—?A ti qué te parece? —alterada y furiosa por las contracciones y la actitud de su marido, decidió que no era buen momento para dar a luz—. Traed a Janet y a mi madre —ordenó, y sus hermanos obedecieron en el acto. En mitad de una nueva contracción, rechazó hoscamente a Thayer cuando éste se acercó para acariciarla y llevarla a la cama—. ?Qué estás haciendo?

—Te ayudo a que te acuestes —murmuró mientras la alzaba en brazos y la colocaba en el lecho—. No debiste levantarte.

—Seguiría muy tranquila si no te hubieras comportado como el más grande de los idiotas.

Haciendo caso omiso de las palabras de su mujer, Thayer se volvió hacia William.

—Ayúdame a vestirme antes de que lleguen las mujeres.

—Claro —y mientras se dirigían al guardarropa, William se mostraba desconcertado y curioso—. ?Dónde está Bek? ?Ya no es tu paje?