Esmeralda (Edelstein-Trilogie #3)

—?Mas cuando ascienda la duodécima estrella, reanudará el destino su curso fatal. Perderá su lozanía el roble con ella, sometido al yugo del tiempo terrenal. Hasta que el lucero palidezca y muera, no tendrá el águila su nido eternal? —leí con voz vacilante, tratando de ignorar que mientras hablaba se me habían puesto todos los pelos de punta—. Muy bien, la duodécima estrella soy yo, pero el resto me sigue sonando a chino…


—Aquí está escrito en el margen: ??En cuanto posea el elixir, ella debe morir!? —murmuró Leslie apoyando su cabeza contra la mía—. Eso lo entiendes, ?no? —Me abrazó muy fuerte—. No debes acercarte nunca, nunca más a ese asesino, ?está claro? Debemos impedir como sea que ese maldito círculo de sangre llegue a cerrarse. —Se apartó un poquito para mirarme—. Lucy y Paul ya hicieron todo lo que pudieron al largarse con el cronógrafo. Es una verdadera lástima que exista ese segundo cronógrafo. —Me soltó y miró a Gideon con aire de reproche—. ?Y pensar que uno de los que está en esta habitación no tiene nada mejor que hacer que llenarlo aplicadamente con la sangre de todos los viajeros del tiempo! Prométeme ahora mismo que ese conde nunca tendrá la oportunidad de estrangular a Gwenny, o de apu?alarla, o de…

Xemerius se despertó súbitamente de su siesta.

—… envenenarla, colgarla, decapitarla, desnucarla, lapidarla, ahogarla, defenestrarla… —exclamó entusiasmado—. ?De qué va todo esto?

—?Hasta que el lucero palidezca y muera, no tendrá el águila su nido eternal? —dijo Gideon en voz baja—. ?Solo que el lucero no puede morir!

—Querrás decir ?debe? —le corrigió Leslie.

—Puede, debe, tiene que, ha de —recitó Xemerius, y dejó caer de nuevo la cabeza sobre sus patas.

Gideon se sentó en cuclillas ante nosotras, otra vez con expresión muy seria.

—Eso es lo que quería decirte hace un momento, antes de que nos… —Se aclaró la garganta—. ?Ya le has explicado a Leslie que lord Alastair te hirió con su espada?

Asentí con la cabeza, y Leslie dijo:

—?Tuvo una suerte increíble de que el golpe no la alcanzara de lleno!

—Lord Alastair es uno de los mejores espadachines que conozco —dijo Gideon—. Y el golpe la alcanzó de lleno en una zona vital. —Rozó mi mano con la punta de sus dedos—. Mortalmente, para ser exactos.

Leslie se quedó sin respiración.

—Pero si solo me imagi… —murmuré, y pensé en mi excursión al techo de la habitación y en la espectacular perspectiva que tenía de lo que ocurría desde allí arriba.

—?No! —Gideon sacudió la cabeza—. ?No te lo imaginaste! Dudo mucho que sea posible imaginarse algo así. ?Y, además, yo también estaba allí! —Por un momento pareció incapaz de seguir hablando, pero enseguida se rehízo y continuó—: Cuando saltamos de vuelta, dejaste de respirar al menos durante medio minuto, y cuando llegué contigo al sótano, seguías sin pulso, de eso estoy completamente seguro. Y al instante te sentaste como si no hubiera pasado nada.

—?Significa eso que…? —preguntó Leslie, y esta vez fue ella la que puso ojos de borrego.

—Eso significa que Gwenny es inmortal —dijo Gideon, y me dirigió una sonrisa un poco temblorosa.

Me quedé petrificada mirándole, absolutamente perpleja.

Xemerius se había incorporado y se rascaba el vientre desconcertado. Su boca se abrió y se cerró, pero en lugar de soltar un comentario, solo escupió un chorrito de agua sobre mi almohada.

—?Inmortal? —Leslie tenía los ojos abiertos como platos—. ?Como… como el Highlander?

Gideon asintió.

—Solo que ella no se moriría ni aunque le cortaran la cabeza. —Volvió a levantarse y su expresión se endureció—. Gwendolyn no puede morir a no ser que ella misma se quite la vida. —Y entonces declaró en voz baja—: ?Y solo por amor se extingue una estrella, si ha elegido libremente su final?.

Cuando abrí los ojos, la luz del sol naciente entraba a raudales en mi habitación arremolinando en el aire las motas de polvo y transformándolas en centelleantes puntitos rosados. A diferencia de los otros días, al cabo de un segundo ya estaba completamente despierta. Metí la mano bajo el camisón, y con cuidado palpé la herida que tenía bajo el pecho y reseguí el borde de la costra con el dedo.

?Inmortal.? Al principio me había negado a creer la afirmación de Gideon, aunque solo fuera por lo absurda que era y porque, con tantas complicaciones, mi vida ya estaba al borde del colapso sin necesidad de que le a?adiera una nueva. Sencillamente, mi entendimiento se negaba a aceptarlo. Pero la verdad es que en mi fuero interno enseguida había sabido que Gideon tenía razón: la espada de lord Alastair me había matado. Había sentido el dolor y había visto cómo los míseros restos de lo que había sido mi vida desaparecían. Había exhalado mi último suspiro. Y sin embargo, aún seguía viva. La noche anterior, a partir del anuncio de Gideon, la inmortalidad se había convertido en nuestro único tema de conversación, sobre todo porque, después de la primera impresión, no había habido forma de frenar a Leslie y a Xemerius.

—?Significa eso que nunca le saldrán arrugas?

—Pero si le cayera encima un bloque de cemento de ocho toneladas, ?seguiría viviendo tan plana como un sello de correos?

—Tal vez no sea inmortal, tal vez solo tenga siete vidas como los gatos.