—Y me ha pasado. Gracias a la tía Maddy he aterrizado directamente en el dormitorio de la tía Glenda —dije sin aliento—. Y me temo que me ha visto. Probablemente en este momento ya estará telefoneando a la policía.
Ver a Lucas con su actual aspecto representó un peque?o shock para mí. Volvía a ser el abuelito que conocía de peque?a; el joven Lucas de pelo engominado ya era solo un vago recuerdo que se difuminaba en mi memoria. Aunque sabía que era una bobada reaccionar así, mis ojos se empa?aron de lágrimas.
El abuelo no se dio cuenta porque estaba escuchando junto a la puerta.
—Espera aquí, iré a mirar. —Se volvió un momento hacia mí y sonrió—. Ahí delante hay sándwiches, por si te apetece. Y si alguien entra…
—… soy tu prima Hazel —terminé la frase por él.
—… ?será mejor que te escondas! Ahí al fondo, bajo el escritorio.
Pero no fue necesario. Poco después Lucas volvió a entrar. Yo había aprovechado el tiempo para recuperar el aliento, tragarme un sándwich y calcular cuántos minutos me quedaban antes del salto de vuelta.
—No hay por qué preocuparse —dijo—. En este momento le está echando la culpa a Charles de las pesadillas que tiene desde su boda. —Sacudió la cabeza—. ?Es increíble que el único heredero de una dinastía de propietarios de cadenas de hoteles soporte algo así! Pero, bueno, olvidémonos de Glenda. —Sonrió—. Deja que te vea, nieta. Estas exactamente como te recordaba, tal vez incluso un poco más guapa. ?Qué le ha pasado a tu pijama? Pareces un deshollinador.
Lancé un suspiro.
—No ha sido tan sencillo llegar aquí, ?sabes? En el a?o 2011 no puedo arrastrar el cronógrafo de un lado a otro por la casa, porque Charlotte se ha olido algo y está siempre al acecho. No me sorprendería nada que en este mismo instante estuviera forzando el cerrojo de mi cuarto. Y ahora apenas me queda tiempo antes de saltar de vuelta; me he pasado una eternidad metida en ese armario. —Chasqueé la lengua irritada—. Y si no aterrizo en mi habitación, me habré encerrado a mí misma fuera. ?Genial! —Me dejé caer en el sillón gimiendo—. ?Qué desastre! Tendremos que fijar otra cita, y además antes de ese maldito baile. ?Propongo que nos encontraremos en el tejado! Creo que es el único sitio de la casa en el que se puede estar tranquilo. ?Qué tal te iría ma?ana a medianoche, desde tu perspectiva? ?O para ti es demasiado difícil subir al tejado sin que te vean? Parece que hay un camino a través de la chimenea, o eso dice Xemerius, pero no sé…
—Alto, alto, alto —dijo el abuelo, y me dirigió una sonrisa satisfecha—. Por fin he tenido unos a?os para reflexionar y por eso ya tengo algo preparado. —Se?aló la mesa, donde, junto al plato con los sándwiches, había un mamotreto de libro.
—?Anna Karenina?
El abuelo asintió con la cabeza.
—?ábrelo!
—?Has ocultado un código dentro? —aventuré—. ?Como en El Caballero Verde? —?No podía ser cierto! ?Lucas había empleado treinta y siete a?os en elaborar un mensaje cifrado para mí? Seguramente tendría que pasarme días contando letras—. ?Sabes?, preferiría que me dijeras simplemente qué hay ahí dentro. Aún tenemos unos minutos.
—Vamos, vamos, un poco de calma. Lee la primera frase —me pidió el abuelo.
Busqué el primer capítulo.
—?Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su propio modo.? Hum… sí, muy bonito y muy sabio, pero…
—Parece perfectamente normal, ?verdad? —Lucas estaba radiante—. ?Pero es una edición especial! Las primeras y las últimas cuatrocientas páginas son de Tolstoi, igual que doscientas páginas de en medio; pero las otras las he escrito para ti, exactamente con el mismo tipo de imprenta. ?Un camuflaje perfecto! Ahí encontrarás todas las informaciones que he podido reunir en treinta y siete a?os, aunque aún no sé con exactitud cuál fue el motivo concreto de la huida de Lucy y Paul con el cronógrafo. —Me cogió el libro de las mano e hizo correr las páginas con los dedos—. Tenemos pruebas de que el conde ocultó documentos importantes a los Vigilantes desde el a?o fundacional: profecías de las que se desprende que la piedra filosofal no es lo que ha querido que todos creyeran.
—Sino…
—Aún no estamos del todo seguros, estamos trabajando para hacernos con esos documentos. —El abuelo se rascó la cabeza—. Escucha, he reflexionado mucho, naturalmente, y he llegado a la conclusión de que en el a?o 2011 ya no estaré con vida. Existe una gran probabilidad de que haya muerto antes de que tú seas bastante mayor para que pueda introducirte en estos temas.
No sabía qué debía decir, pero asentí con la cabeza.
Mi abuelito sonrió con su maravillosa sonrisa en la que todo su rostro se cubría de arrugas.
—Eso no es malo, Gwen. Una cosa puedo asegurarte: aunque tuviera que morirme hoy, no estaría triste; he tenido una vida fantástica. —Las arruguitas se marcaron aún más—. Lo único que siento es que ya no pueda ayudarte en tú época.