—Pero, a pesar de todo, podríamos… —empezó mister Whitman.
—No, no podemos —le interrumpió el doctor White bruscamente, y tuve que hacer grandes esfuerzos para no mirarle como si fuera la octava maravilla del mundo—. Aparte de que difícilmente Gideon va a poder llevarla al baile en una silla de ruedas, sería irresponsable y un atentado contra las reglas de oro enviarla al siglo XVIII con una infección vírica aguda.
—En eso tengo que darle la razón —dijo el desconocido al que yo tomaba por el ministro de Sanidad—. No se sabe cómo podría reaccionar el sistema inmunitario de una persona de esa época a un virus moderno. Podría tener efectos devastadores.
—Como en otro tiempo con los mayas —murmuró mister George.
Falk lanzó un profundo suspiro.
—Bueno, supongo que la decisión está tomada. Gideon y Gwendolyn no irán al baile hoy.
Tal vez, en lugar de eso, podríamos adelantar la operación ópalo. Marley, ?querría, por favor, informar a los otros sobre nuestro cambio de planes?
—Desde luego, sir.
Mister Marley se dirigió visiblemente abatido hacia la puerta. La cara con que me miró era la viva encarnación del reproche, pero a mí tanto me daba. Lo importante era que había conseguido una prórroga. Aún no podía hacerme a la idea de que todo hubiera salido tan bien.
Me arriesgué a lanzar una mirada a Gideon. Al contrario que los otros, él no parecía sentirse molesto por el aplazamiento de nuestra excursión, porque me sonrió. ?Habría intuido que mi enfermedad era simulada? ?O sencillamente se alegraba de haber podido ahorrarse por un día la lata de tener que disfrazarse? Fuera como fuese, resistí a la tentación de devolverle la sonrisa y volví la mirada hacia el doctor White Cómo me hubiera gustado poder hablar a solas con él. Pero el médico estaba enfrascado en una conversación con el ministro v parecía haberse olvidado por completo de mí.
—Ven, Gwendolyn —dijo vina voz compasiva. Ira mister George—.Tel levaremos rápidamente a elapsar y luego podrás irte a casa.
Asentí con la cabeza.
Aquello era justo lo que estaba esperando oír.
Un viaje en el tiempo realizado con la ayuda del cronógrafo puede durar de 120 segundos a 240 minutos: en el caso de ópalo, Aguamarina, Citrina, Jade, Zafiro y Rubí el ajuste mínimo es de 121 segundos, y el máximo de 239 minutos Para evitar saltos incontrolados en el tiempo, los portadores del gen deben elapsar 180 minutos diariamente. Si el tiempo le sitúa por debajo de este límite, pueden producirse saltos incontrolados dentro de un plazo de veinticuatro horas (véanse las actas del 6 de enero de Enero de 1902 y el 17 de febrero de 1902, Timothy de Villiers).
Según investigaciones empíricas realizadas por el conde de Saint Germain en los a?os 1720 a 1730, un portador del gen puede elapsar diariamente con el cronógrafo un total de hasta cinco horas y media, es decir, 330 minutos. Si se supera dicho límite, aparecen dolores de cabeza y sensaciones de vértigo y debilidad, así como una importante merma de las capacidades perceptivas y coordinativas, liste dato pudo ser confirmado por los hermanos De Villiers en tres ensayos personales de características semejantes.
De las Crónicas de los Vigilantes, volumen 3, capítulo 1, ?Los misterios del cronógrafo?
Capítulo VI
Nunca había elapsado tan confortablemente como esa tarde. Me habían dado una cesta con mantas, un termo con té caliente, galletas (cómo no) y fruta cortada a trocitos en una fiambrera. Casi me entraron remordimientos cuando me acomodé en el sofá verde. Por un instante pensé en coger la llave del escondite secreto e ir arriba, pero ?qué iba a conseguir con eso aparte de complicarme la existencia y arriesgarme a ser descubierta? Me encontraba en algún momento del a?o 1953, pero no había preguntado la fecha exacta porque había tenido que representar mi papel de griposa apática.