Esmeralda (Edelstein-Trilogie #3)

—Está bien. —Colocó la taza junto al cronógrafo y respiró hondo—. El resto es sencillo. —Cogió la pipeta—. Solo tengo que dejar caer tres gotas de tu sangre en estas dos aberturas; ?ves?: aquí debajo, el cuervo minúsculo y el signo del yin y el yang, y luego giro la rueda y muevo esta palanca. Bueno, ya está. ?Oyes eso?

En el interior del cronógrafo varias ruedecitas empezaron a girar; se oyeron una serie de crujidos, tableteos y zumbidos y el aire parecía calentarse. El rubí se iluminó brevemente, y luego las ruedecitas volvieron a pararse y todo quedó como antes.

—Inquietante, ?eh?

Asentí y traté de ignorar que se me había erizado todo el vello de mi cuerpo.

—Eso significa que en este cronógrafo se encuentra ahora la sangre de todos los viajeros del tiempo excepto la de Gideon, ?no? ?Qué pasaría si también se registrara su sangre?

—Aparte de que nadie lo sabe a ciencia cierta, estas informaciones son estrictamente confidenciales —dijo Lucas, que poco a poco iba recuperando el color de la cara—. Todos y cada uno de los Vigilantes han tenido que jurar que no hablarán con nadie ajeno a la logia del secreto en toda su vida.

—Oh.

Lucas suspiró.

—Pero, bueno, yo tengo una especie de debilidad por romper juramentos. —Se?aló un peque?o compartimento del cronógrafo que estaba adornado con una estrella de doce puntas—. Lo que está claro es que de este modo se completará un proceso en el interior del cronógrafo y algo aterrizará en este compartimento. En las profecías se habla de la esencia bajo la Constelación de los Doce y también de la piedra filosofal. ?Las preciosas alcanzan la unidad, del aroma del tiempo el aire se satura, y una permanece fija por toda la eternidad?.

—?Ese es todo el secreto? —dije decepcionada—. Una vaguedad más que se puede interpretar de mil maneras.

—Bueno, si se reúnen todos los indicios, en realidad es bastante concreto. ?Cura todo achaque y toda pestilencia, bajo la Constelación de los Doce se cumple la sentencia?. Se supone que, correctamente empleada, esta sustancia debe ser capaz de curar todas las enfermedades de la humanidad.

Eso ya sonaba mejor.

—Para conseguir algo así, realmente tendrían sentido todas estas complicaciones —murmuré mientras pensaba en el voto secreto de los Vigilantes y en sus enrevesadas reglas y rituales. Bajo estas circunstancias podía comprender incluso que se las dieran de importantes. Lo cierto era que para conseguir una medicina milagrosa de ese tipo valía la pena esperar unos siglos, y el conde de Saint Germain merecía todo el respeto y toda la consideración por haber descubierto todo eso y haber sido el primero en hacerlo posible. Si no fuera un tipo tan antipático…

—Lucy y Paul, sin embargo, no estaban tan seguros de que la piedra filosofal fuera realmente lo que pensamos —dijo Lucas como si me hubiera leído el pensamiento—. Ellos dicen que es difícil creer que alguien que no retrocede ante la idea de asesinar a su propio tatarabuelo esté interesado en perseguir el bien de la humanidad. —Carraspeó—. ?Ha dejado de salir sangre?

—Aún no, pero ya no sale tanta —Levanté las manos por encima de la cabeza para acelerar el proceso—. ?Y ahora qué hacemos? Supongo que tendré que probarlo, ?no?

—Por Dios, esto no es ningún coche con el que se puede hacer un viaje de prueba, ?sabes? —dijo Lucas retorciéndose las manos.

—?Por qué no? —pregunté—. ?Es que no era esa le idea?

—Bueno, sí —dijo mi abuelo, y lanzó una mirada al grueso infolio que había traído—. En realidad tienes razón. Al menos así podríamos ir sobre seguro, aunque ya no tenemos mucho tiempo. —De pronto parecía haber recuperado todas sus energías. Se inclinó y abrió los Anales—. Tenemos que ir con cuidado para no elegir una fecha en la que aterrices en medio de una reunión. O en la que te tropieces con uno de los hermanos De Villiers, los cuales se han pasado un montón de horas en esta sala elapsando.

Se me acababa de ocurrió otra idea brillante.

—?Y no podría también encontrarme con lady Tilney a solas? —dije—. ?En algún momento después de 1912, a poder ser?

—No sé si eso sería inteligente. —Lucas hojeó el infolio—. Tampoco queremos complicar las cosas más de lo que ya están.

—Pero no podemos desperdiciar las pocas oportunidades con que contamos para saber algo más —exclamé, y recordé algo en lo que Leslie me había insistido mucho: debía aprovechar todas las ocasiones que se me presentaran y sobre todo hacer preguntas, hacer tantas preguntas como se me ocurrieran—. ?Quién sabe cuándo volveremos a disponer de una oportunidad como esta? En el arca también puede haber algo distinto a lo que imaginamos, y entonces tal vez nunca pueda volver a intentarlo. ?Cuándo nos encontramos por primera vez nosotros dos?

—El 12 de agosto de 1948, a las doce del mediodía. —Dijo Lucas, ensimismado en la lectura de los Anales—. No lo olvidaré nunca.

—Exacto, y para que no lo olvides nunca, yo te lo escribiré —dije, encantada en mi propia genialidad. Y garrapateé en mi libreta de anillas:

Para lord Lucas Montrose. ???Importante!!!

12 de agosto de 1948, 12 del mediodía. Laboratorio de alquimia.

Por favor, ven solo.

Gwendolyn Shepherd.