Esmeralda (Edelstein-Trilogie #3)

—?Oh, Les! —En un arranque de emoción le eché los brazos al cuello. Nadie, nadie en el mundo tenía una amiga tan maravillosa, loca e inteligente como Les—. Sería terrible que por mi culpa tuvieras que renunciar a estar felizmente enamorada.

—Ahora no vuelvas a empezar con tus exageraciones —replicó, y me sopló al oído—: Si se parece aunque solo sea un poco a su hermano, me habría roto el corazón en una semana a más tardar.

—?Y qué? —dije dándole un cachete—. ?Es de mazapán, y siempre se le puede volver a dar forma!

—No te burles. Los corazones de mazapán son una metáfora de la que estoy muy orgullosa.

—Sí, claro. Algún día saldrás citada en los calendarios de todo el mundo —dije—. ?Los corazones no se pueden partir de ningún modo porque son de mazapán.? Brillante metáfora de la eminente Leslie Hay.

—Por desgracia es falso —dijo una voz junto a nosotras.

La voz pertenecía a nuestro profesor de inglés, mister Whitman, que también esa ma?ana parecía demasiado guapo para ser un profesor.

??Y usted qué puede saber sobre la naturaleza de los corazones femeninos??, me hubiera gustado preguntarle, pero con mister Whitman era mejor contenerse. Igual que a mistress Counter, le gustaba repartir deberes extra sobre temas exóticos, y por más relajado que pareciera, sabía que también podía ser implacable.

—?Y qué es lo que es falso, si puede saberse? —preguntó Leslie olvidando toda prudencia.

Mister Whitman nos miró sacudiendo la cabeza.

—Creía que ya habíamos comentado suficientemente las diferencias entre metáforas, comparaciones, símbolos e imágenes. Por mí podéis incluir la expresión del corazón roto entre las metáforas, pero el mazapán es claramente ?qué?

?A quién demonios podía interesarle aquello? ?Y desde cuándo la clase empezaba en el pasillo?

—Un símbolo… ?una comparación? —pregunté.

Mister Whitman asintió.

—Aunque una bastante mala —dijo sonriendo. Y luego volvió a ponerse serio—. Pareces cansada, Gwendolyn. Toda la noche tendida en la cama dando vueltas a la cabeza sin poder dormir y sin entender qué le pasa al mundo, ?no es cierto?

?Pero bueno! Eso no era en absoluto cosa suya, ?no? Y también podía guardarse su tono compasivo.

Suspiró.

—Supongo que todo esto te viene un poco grande. —Empezó a jugar con el anillo que le acreditaba como miembro de los Vigilantes—. Lo que era de esperar, claro. Tal vez el doctor White debería prescribirte alguna cosa que al menos te ayudara a descansar.

Mister Whitman respondió a mi mirada de enojo con una sonrisa de ánimo antes de dar media vuelta y dirigirse al aula.

—?He oído mal o mister Whitman acaba de proponer que me administren un somnífero? —le pregunté a Leslie—. Inmediatamente después de afirmar que tenía un aspecto horrible.

—?Sí, seguro que eso le iría muy bien! —resopló Leslie—. Durante el día, una marioneta de los Vigilantes y, por la noche, drogada, para que no se te ocurran ideas tontas. Pero no lo permitiremos —Enérgicamente se apartó un mechón de pelo de la cara—. Le demostraremos a esa gente que te han infravalorado de una forma vergonzosa.

—?Eh? —exclamé, pero Leslie me dirigió una mirada ferozmente decidida y anunció:

—Trazar plan maestro, en primer descanso, lavabo de las chicas.

—A sus órdenes —dije.

Lo cierto es que mister Whitman no tenía razón: en absoluto parecía cansado (lo había comprobado varias veces en los descansos en el lavabo de chicas), y extra?amente tampoco me sentía así. Después de nuestra operación nocturna en busca del tesoro me había vuelto a dormir bastante rápido y no había tenido pesadillas. E incluso es posible que hubiera so?ado algo bonito, porque en los segundos mágicos entre el sue?o y la vigilia me había sentido confiada y llena de esperanza. Aunque al despertarme, los tristes hechos me había devuelto a la realidad, siendo el primero de todos ellos: ?Gideon ha estado simulando todo el tiempo?.

De todas formas, un poco de ese estado de ánimo esperanzado había superado la prueba de la vigilia; tal vez porque por fin había conseguido dormir unas horas seguidas, o tal vez simplemente porque en mi sue?o había comprendido que la tuberculosis hoy día tiene curación; o tal vez es que sencillamente mis glándulas lacrimales estaban vacías.

—?Crees que Gideon había planeado simular que estaba enamorado de mí, pero que luego, contra su voluntad, podríamos decir, se ha enamorada de mí de verdad? —le pregunté prudentemente a Leslie mientras recogíamos nuestras cosas después de clase. Durante toda la ma?ana había evitado el tema para mantener la cabeza clara mientras trazábamos nuestro plan maestro, pero ahora tenía que hablar de aquello o iba a reventar.

—Sí —dijo Leslie después de dudar un momento.

—?De verdad lo crees? —pregunté sorprendida.

—Tal vez fuera eso lo que quería decirte ayer con tanta urgencia. En las películas siempre son tan emocionantes esos malentendidos artificiales que tienen que mantener la tensión antes del final feliz y que en realidad podrían eliminarse solo con un poco de comunicación.