Esmeralda (Edelstein-Trilogie #3)

Raphael me dirigió una mirada compasiva.

—Tiene que ser muy fuerte eso de tener unos padres que tienen prácticamente la misma edad que tú.

Asentí con la cabeza.

—Ha sido bastante… curioso y… emocionante.

Y entonces se lo expliqué todo, empezando por el recibimiento del mayordomo y acabando con nuestra confesión de que ya habíamos cerrado el círculo de sangre con el cronógrafo robado.

—Cuando han sabido que estábamos en posesión de la piedra filosofal (o de la ?sal reluciente? como la llama Xemerius) casi les da un ataque. Se han puesto terriblemente nerviosos, y Lucy aún habla más que yo cuando está excitada, es increíble, ?verdad? No han parado de hacernos reproches hasta que les he explicado que sabía… lo de nuestra relación de parentesco.

Leslie puso unos ojos como platos.

—?Y?

—Entonces se han quedado mudos. Hasta que al cabo de un momento todos hemos roto a llorar —dije frotándome los ojos agotada—. Creo que con todo lo que he llorado estos últimos días podría regarse un campo africano en época de sequía.

—Ay, Gwenny. —Leslie me acarició el brazo con cara de pena.

Trate de sonreír y continué.

—Y aún hemos tenido tiempo de comunicarles la feliz noticia de que el conde no puede matarme de ninguna manera; ni el conde ni nadie, porque soy inmortal. Naturalmente no han querido creerlo; pero como íbamos bastante justos de tiempo, tampoco se lo hemos podido demostrar haciendo que Millhouse probara a estrangularme o algo así. Hemos tenido que dejarles allí con la boca abierta y salir corriendo para poder llegar a tiempo a nuestro salto de vuelta a la iglesia.

—?Y qué pasará a partir de ahora?

Ma?ana temprano volveremos a visitarles, y Gideon quiere exponerles un plan genial —dije—. Lo malo es que tiene que ocurrírsele esta noche, y solo con que esté la mitad de agotado que yo, no creo que vaya a poder enlazar dos ideas seguidas.

—Bueno, para eso está el café. Y yo: la genial Leslie Hay. —Leslie me dirigió una sonrisa de ánimo y luego suspiró—. Pero tienes razón, el asunto tiene sus complicaciones. Aunque es fantástico que tengáis el cronógrafo para poder viajar en el tiempo sin depender de nadie, tampoco podéis utilizarlo de forma ilimitada, sobre todo si se tiene en cuenta que ma?ana tenéis que encontraros otra vez con el conde y que por lo tanto solo podréis disponer de dos horas, o incluso menos, de vuestro contingente elapsatorio.

—?Quééé? —exclamé.

Leslie suspiró.

—?No has leído Anna Karenina? No se puede elapsar más de cinco horas y media diarias; con un tiempo más largo aparecen efectos secundarios. —Leslie hizo como si no se hubiera dado cuenta de la mirada admirativa de Raphael—. Y no sé qué opinar de que tengáis esos gránulos. Es algo… peligroso. Espero que al menos los hayáis escondido donde nadie pueda encontrarlos.

Por lo que sabía, la botellita seguía en la chaqueta de cueros de Gideon, pero eso no se lo dije a Leslie.

—Paul insistió al menos veinte veces en que teníamos que destruirlos.

—?No es estúpido!

—?No! —Sacudí la cabeza—. Gideon opina que podríamos utilizarlos en nuestro favor.

—Claro, genial —dijo Raphael—. Podríamos introducirlo en eBay y probar quién puja. Polvos de la inmortalidad para administración pública. Oferta mínima, una libra.

—Aparte del conde no conozco a nadie a quien pueda gustarle ser inmortal —dije con un poco de amargura—. Debe de ser terrible seguir con vida cuando todos a tu alrededor tienen que morir en algún momento. ?Os aseguro que no me gustaría vivir algo así! ?Antes de quedarme sola en el mundo, me tiraría por un acantilado! —Reprimí el nuevo suspiro que me había provocado esa idea—. ?Creéis que en mi caso eso de la inmortalidad podría ser una especie de defecto genético? Al fin y al cabo, no solo tengo una línea de viajeros del tiempo en mi familia, sino dos.

—Podría haber algo de cierto en eso —dijo Leslie—. Contigo se cierra el círculo, en el sentido más auténtico de la palabra.

Durante un rato nos encontramos mirando la pared, absortos en nuestros pensamientos. Sobre el revoque alguien había pintado con letras negras una secuencia en latín.

—?Qué significa eso? —preguntó Leslie finalmente—. ?No te olvides de llenar la nevera?

—No —dijo Raphael—. Es una cita de Leonardo Da Vinci y los De Villers se la robaron para usarla como lema familiar.

—Oh, entonces seguro que traducido es algo así como ?No es que seamos unos fanfarrones, es que realmente somos geniales?. O ??Lo sabemos todo y siempre tenemos razón!?.

Solté una risita.

—?Unce tu carro a una estrella? —dijo Raphael—: eso significa. —Se aclaró la garganta—. ?Queréis que traiga lápiz y papel? ?Para que podamos reflexionar mejor? —Sonrió cohibido—. De algún modo resulta un poco morboso decirlo ahora, pero vuestro juego de misterios me divierte de verdad.