—Antes de que saltemos de vuelta, aún tengo algo que deciros —empecé a decir en voz baja—. Tiene que haber bastante tiempo para eso.
Cuando el hermano de Cynthia —disfrazado de enano de jardín—, nos abrió la puerta, fue como si hubiera abierto de golpe las puertas del infierno. La música estaba puesta a tope, y no era la clase de música que les gustaba bailar a los padres de Cynthia, sino entre house y dubstep. Una chica con una coronita en la cabeza se escurrió junto al enano de jardín y vomitó sobre el parterre de hortensias junto a la entrada. Tenía la cara bastante verde, aunque también podía ser maquillaje.
—?Touchdown! —gritó cuando se incorporó de nuevo—. Uf, creí que no conseguiría llegar hasta aquí.
—Oh, Highschoolpartys —dijo Gideon en voz baja—. Qué guay.
Me quedé plantada en la entrada con los ojos abiertos de par en par, absolutamente perpleja. Estaba claro que allí había algo que no funcionaba. Ante nosotros se encontraba la elegante residencia de los Dale, en el acomodado barrio de Chelsea, un lugar en el que normalmente solo se hablaba en susurros. ?Cómo se explicaba entonces que hubiera gente bailando en el vestíbulo de la entrada? ?Y por qué eran tantos? ?Y de dónde venían esas risas? Normalmente en las fiestas de Cynthia no se reía, y si alguien lo hacía alguna vez, antes se tapaba la boca con la mano. Si la palabra ?aburrimiento? no existiera, seguro que se habría inventado para una de las fiestas de Cynthia.
—Sois verde, ?no? ?Pues adelante, adelante! —graznó el hermano de Cynthia, y me puso un vaso en la mano—. ?Toma, baba de monstruo! Muy sano. Solo zumo, fruta fresca, colorante verde, ?pero bío!, y una pizca de vino blanco. También bío, naturalmente.
—?Se han ido de viaje vuestros padres este fin de semana? —pregunté mientras me esforzaba en hacer entrar mi vestido de Sisí por la puerta.
—?Qué?
Repetí la pregunta diez decibelios más alto.
—No, qué va, tienen que estar por ahí en algún sitio. —La pronunciación del enano de jardín era un poco pastosa—. Se han peleado porque antes papá se ha empe?ado en hacer malabarismos con las bolitas de soja verdes y luego ha pedido a todos que le imitaran. El que acertara en el sombrero de mamá recibiría un premio. Eh, Muriel, ?qué haces en el armario? Los lavabos están arriba.
—?Bueno, está claro que aquí pasa algo raro! —le dije a Gideon, y tuve que gritar para me entendiera—. Normalmente tendrían que estar todos reunidos en grupitos, tiesos como un rábano, esperando que llegara la medianoche. Y tratando de evitar a los padres de Cynthia, porque si te cogen por banda, te obligan a jugar a unos juegos muy graciosos que solo les divierten a ellos.
Gideon me cogió el vaso de la mano y tomó un sorbito.
—Diría que aquí tienes tu explicación —replicó sonriendo con ironía—. ?Una pizca de vino blanco? Calcula que la mitad de esto es vodka como mínimo.
Bueno, eso explicaría algunas cosas. Miré hacia la pista de baile, en el comedor, donde la madre de Cynthia, disfrazada de estatua de la Libertad, bailaba de forma bastante descontrolada.
—Busquemos a Leslie y a Raphael y larguémonos de aquí cuanto antes —dije.
Un pimiento verde atropelló a Gideon.
—Peddón —murmuró Sarah, que estaba cosida al pimiento, y a continuación puso unos ojos como platos y a?adió—: Oh Dios mío, ?eres de verdad? —Hundió el índice en la chaqueta de Gideon para comprobarlo.
—Sarah, ?has visto a Leslie en algún sitio? —le pregunté fastidiada—. ?O estás demasiado borracha para acordarte?
—?Estoy muy pero que muy sobria! —gritó Sarah, y se tambaleó de tal modo que se hubiera ido al suelo si Gideon no la hubiera sujetado—. Te lo demostraré: Tres tristes tigres comen trigo en un trigal. ?Tres tristes tigres comen trigo en un trigal! ?A ver si puedes hacerlo tú! Esto no se puede decir si estás borracha. ?Verdad que no? —Lanzó una mirada lánguida a Gideon, que parecía encontrarlo todo muy divertido—. Si eres un vampiro, te doy permiso para morderme.
Por un momento estuve tentada de arrancarle a Gideon de la mano el vaso de baba de monstruo y vaciarlo de un trago. El aullante infierno verde en plena ebullición era puro veneno para mis nervios destrozados.