Esmeralda (Edelstein-Trilogie #3)

Leslie y yo la seguimos a través de la habitación, ansiosas como perritos a los que se atrae con un hueso, mientras Gideon desaparecía entre las perchas y Raphael se seguía probando sombreros de mujer.

—Ahí hay un traje de tafetán de seda y tul verde irisado, Viena, 1865 —dijo madame Rossini haciéndonos un gui?o. Con esos ojillos minúsculos y su cuello inexistente, siempre me hacía pensar de algún modo en una tortuga—. El tono armoniza a la perfección con la tela verde mar del peque?o rebelde ,aunque naturalmente esta combinación, desde el punto de vista estilístico, es una absoluta catástrofe. Como si Casanova fuera a un baile con la emperatriz Sisí, si entendéis a qué me refiero…

—Como le he dicho, madame Rossini, la gente de la fiesta de esta noche no está para estas sutilezas —dije yo, y contuve la respiración mientras madame Rossini cogía el vestido de Sisí de su soporte. Era realmente un vestido de ensue?o.

—?Desde luego no puede decirse que no sea abombado! —dijo Leslie riendo—. Cuando te vuelvas, barrerás el bufet de la mesa.

—?Por qué no te lo pruebas, cuellecito de cisne? Hay una diadema a juego. Y ahora vamos contigo. —Madame Rossini cogió a Leslie del brazo y la guió hacia la siguiente fila—. Aquí tenemos haute couture francesa e italiana del último siglo. Aunque el verde no era el color de moda preferido, seguro que encontraremos algo para ti.

Leslie quiso decir algo, pero se atragantó de emoción al oír las palabras haute couturey la dio un ataque de tos.

—??Puedo probarme estos pantalones de media pierna tan divertidos?! —gritó Raphael desde atrás.

—?Naturalmente! Pero ve con cuidado con los botones.

Miré discretamente hacia Gideon. Ya llevaba unas cuantas prendas colgadas del brazo, y me sonrió a unas filas de distancia.

Madame Rossini, que no se había apercibido del saqueo, recorría entusiasmada la sección de haute couture seguida de cerca por una Leslie jadeante.

—Para la petite pecosa tal vez un…

—… ?este de aquí! —la interrumpió Leslie—. ?Por favor! ?Es precioso!

—Excusez-moi, ma chérie, ?pero esto no es verde! —dijo madame Rossini.

—?Pero es casi verde! —Leslie parecía a punto de echarse a llorar de la decepción.

—No, esto es azul cielo —dijo madame Rossini con determinación—. Grace Kelly lo llevó para una gala de entrega de premios para La angustia de vivir. Naturalmente este no, pero es una copia exacta.

—Es el vestido más bonito que he visto nunca —dijo Leslie con un hilo de voz.

—Y tiene algo de verde, de hecho —traté de apoyarla—. Al menos turquesa tirando a verde. Prácticamente verde si la luz es un poco amarillenta.

—Hummm… —murmuró madame Rossini un poco indecisa.

Miré a Gideon, que se dirigía discretamente hacia la puerta.

—De todos modos no me iría bien —murmuró Leslie.

—?Yo creo que sí! —La mirada de madame Rossini se deslizó hacia abajo y luego hacia arriba estudiando la figura de Leslie, y después se perdió en la lejanía mientras rumiaba ensimismada—. Zutalors! —De pronto se puso muy seria—. ?Joven! ??Adónde se supone que vas con mis cosas?! —gritó.

—Yo… —balbuceó asustado Gideon, que ya casi había llegado a la puerta.

La tortuga se convirtió en un elefante furioso que se abría paso entre la maleza. Moviéndose a una velocidad de la que nunca la hubiera creído capaz, madame Rossini llegó en un instante junto a Gideon.

—?Qué significa esto? —dijo mientras le arrancaba las prendas de la mano—. ?Quegías gobagme algó? —Por lo visto, su acento francés se marcaba aún más cuando se enfadaba.

—Claro que no, madame Rossini. Solo quería… llevármelo prestado.

Gideon la miró con aire compungido, pero eso no aplacó la ira de madame Rossini.

—?Qué te proponías haceg con estó, muchacho imposible? —exclamó mientras sostenía las prendas en alto—. ?Estó no es vegde!

Acudí en ayuda de Gideon.

—Por favor, no se enfade con nosotros. Necesitamos estas prendas para… una excursión al a?o 1912. —Hice una peque?a pausa, y luego decidí apostarlo todo a una carta—. Una excursión secreta, madame Rossini.

—?Secgetá? ?Al a?o 1912? —repitió madame Rossini apretando las prendas contra su cuerpo como hacía Caroline con su cerdo de ganchillo—. ?Con estas ropas? ?Supongo que segá una bgoma? —Nunca la había visto tan furiosa como en ese momento—. Esto. Es. Un. Traje. De. Caballero. De. 1932. —Estaba tan indignada que casi no podía respirar y tenía que coger aire antes de pronunciar cada palabra—. ?Y este vestido pertenecía a una vendedora de cigarrillos! Si salierais a la calle en 1912 con esta ropa, os arriesgaríais a provocar un tumulto. —Puso los brazos en jarras—. ?Es que no has aprendido nada conmigo, muchacho? ?Qué digo yo siempre? ?Qué es lo importante de estos vestidos? La…