El Corredor Del Laberinto (The Maze Runner #1)

Thomas lo ignoró todo. Corrió hacia el pasillo y bajó los escalones de tres en tres. Se abrió paso entre un grupo que había en el vestíbulo, salió de la Hacienda y se dirigió como una flecha hacia la Puerta Oeste. Se paró de golpe en la entrada al Laberinto cuando su instinto le obligó a pensárselo dos veces. A su espalda, Newt le llamó y retrasó su decisión.

—?Minho ha ido ahí fuera! —gritó cuando Newt le alcanzó, con una toalla peque?a haciendo presión sobre la herida de la cabeza. Una mancha de sangre se había filtrado en el tejido blanco.

—Lo he visto —dijo Newt, retirándose la toalla para mirarla; hizo una mueca y volvió a ponérsela—. Foder, esto duele un huevo. Minho debe de haber perdido su última neurona, por no mencionar a Gally. Siempre he sabido que estaba loco.

Thomas sólo podía pensar en Minho.

—Voy a buscarle.

—?Es hora de volver a ser un maldito héroe?

Thomas miró a Newt con cara de pocos amigos, dolido por la reprimenda.

—?Crees que lo hago para impresionaros? Por favor, pingajo. Lo único que importa es salir de aquí.

—Sí, bueno, eres un tipo duro. Pero ahora mismo tenemos problemas más serios.

—?Qué? —Thomas sabía que, si quería alcanzar a Minho, no tenía tiempo para aquello.

—Alguien… —empezó a decir Newt.

—?Ahí está! —gritó Thomas. Minho acababa de doblar una esquina e iba directo hacia ellos. Thomas ahuecó las manos alrededor de su boca—. ??Qué haces, idiota?!

Minho esperó hasta que volvió a atravesar la puerta, luego se inclinó hacia delante con las manos en las rodillas y respiró con dificultad antes de contestar.

—Sólo… quería… asegurarme.

—?Asegurarte de qué? —preguntó Newt—. Has tenido suerte de que no se te llevaran como a Gally.

Minho se irguió y se puso las manos en las caderas, todavía con la respiración afectada.

—?Cortad el rollo, chicos! Sólo quería ver si iban hacia el Precipicio. Hacia el Agujero de los Laceradores.

—?Y? —dijo Thomas.

—?Bingo! —Minho se limpió el sudor de la frente.

—No me lo puedo creer —murmuró Newt casi en un susurro—. Menuda noche.

Thomas trató de pensar en el Agujero y en qué significaba todo aquello, pero no podía quitarse de la cabeza lo que Newt estaba a punto de decir antes de que viera a Minho regresar.

—?Qué estabas a punto de contarme? —inquirió—. Has dicho que teníamos problemas…

—Sí —Newt se?aló con el pulgar por encima del hombro—. Aún puede verse el pu?etero humo.

Thomas miró en aquella dirección. La pesada puerta metálica de la Sala de Mapas estaba entornada y una fina estela de humo negro se elevaba hacia el cielo gris.

—Alguien ha quemado los baúles de los mapas —dijo Newt—. Hasta el último de ellos.



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Por alguna razón, a Thomas no le importaba mucho lo de los mapas. De todos modos, parecían inútiles. Estaba al otro lado de la ventana del Trullo, después de separarse de Newt y Minho, que habían ido a investigar el sabotaje de la Sala de Mapas. Thomas se había dado cuenta de la extra?a mirada que habían intercambiado antes de marcharse, casi como si se comunicaran un secreto con los ojos. Pero él sólo podía pensar en una cosa: —?Teresa? —la llamó.

Su cara apareció; se restregó los ojos con las manos.

—?Han matado a alguien? —preguntó, un poco dormida.

—?Estabas durmiendo? —inquirió Thomas. Se sintió aliviado, relajado, al ver que parecía estar bien.

—Sí —respondió—, hasta que oí que algo se hacía pedazos en la Hacienda. ?Qué ha pasado?

Thomas negó con la cabeza, sin dar crédito.

—No sé cómo has podido dormir con el ruido que hacían todos esos laceradores.

—Si alguna vez te despiertas de un coma, ya verás cómo puedes.

Responde a mi pregunta —dijo dentro de su cabeza.

Thomas parpadeó, por un instante sorprendido por la voz, ya que hacía rato que la chica no le hablaba mentalmente.

—Corta ya ese rollo.

—Dime lo que ha pasado.

Thomas suspiró. Era una historia muy larga y no le apetecía contarlo todo.

—No conoces a Gally, pero es un chaval que está como una cabra y huyó hace unos días. Apareció, saltó encima de un lacerador y entraron los dos en el Laberinto. Fue muy raro —todavía no podía creerse que hubiera ocurrido de verdad.

—Que ya es decir mucho —a?adió Teresa.

—Sí —miró detrás de él, con la esperanza de ver a Alby por algún lado, seguro de que ahora soltaría a la chica. Los clarianos estaban esparcidos por todo el complejo, pero no había ni rastro de su líder. Volvió a mirar a Teresa—. No lo entiendo. ?Por qué se han marchado los laceradores después de llevarse a Gally? Dijo algo de que matarían a un chico por noche hasta que estuviésemos todos muertos. Lo dijo por lo menos dos veces.

Teresa pasó las manos por entre los barrotes y apoyó los antebrazos en el alféizar de cemento.

—?Sólo uno cada noche? ?Por qué?

—No lo sé. También dijo que tenía que ver con… unas pruebas. O unas variables. Algo así.

Thomas sentía el mismo impulso que la noche anterior: quería cogerla de las manos, aunque se contuvo.

—Tom, he estado pensando sobre lo que me comentaste que dije. Que el Laberinto era un código. Al estar aquí encerrada, el cerebro se pone a funcionar.