El coleccionista

—No comprendo a qué estás jugando, Joe —dice Melissa.

No hay sonidos de fondo. Su voz llega desde alguna parte fuera del plano de la cámara. Según el informe, los ángulos de la grabación y un examen del apartamento demuestran que la cámara estaba oculta en el armario, apuntando hacia fuera. Eso significa que Melissa no sabía que la estaban filmando. Es posible que Joe estuviera intentando chantajearla, pero el informe no lo dice.

—Quiero que vea de lo que eres capaz.

Son palabras de Joe el Trinchador y su voz también está fuera de plano. La grabación sigue mostrando únicamente a Calhoun, con un pánico patente en los ojos. Rezuma miedo por cada uno de los poros de la piel. Calhoun no necesitaba ser inspector de policía para saber qué estaba a punto de ocurrirle. Se me encoge el estómago y cojo el mando a distancia más fuerte para intentar que dejen de temblarme las manos.

—?Ah, sí? ?Tienes algo contra él? —pregunta Melissa.

—Suficiente.

Me pregunto qué quiere decir con ?suficiente? y estoy seguro de que no soy el único que se lo pregunta. Se encontraron huellas de Calhoun en un cuchillo que había sido utilizado para matar a una prostituta pocos días antes de su muerte, pero había sido un montaje. Calhoun era inocente.

—Te olvidas de algo, Joe.

—?De qué?

—De que no lo necesito.

Entonces aparece Melissa, una mujer alta y con un atractivo físico desbordante, aunque sus ojos no cuadran con el resto. Su cuerpo y su rostro transmiten ese tipo de belleza que esperarías encontrar en una mujer acostumbrada a desfilar por las pasarelas vestida con la última moda, pero sus ojos cuentan una historia distinta, sus ojos son los de alguien de quien no te sorprendería que pasara las noches despellejando gatitos. Se acerca a Calhoun con garbo y las venas del cuello se le hinchan mientras le hunde el cuchillo en el pecho. La cámara no se mueve. Joe no entra en escena. Quiero quitar el sonido de la tele porque no quiero oír los gritos de Calhoun, por algún motivo me parecen peores que verlo retorcerse de dolor debajo de ella. Se oye un gargarismo prolongado, como cuando el desagüe se traga el agua que termina de vaciar una ba?era. Cuando todo ha acabado, Melissa ladea la cabeza hacia la derecha para peinarse el pelo con la mano y mira hacia la cámara, aunque no directamente. El Trinchador no llega a aparecer en ningún momento.

—Estúpida zorra. ?Cómo has podido hacer algo así?

Ella le arranca la cinta americana a Calhoun y de su boca sale un chorro de sangre que le mancha el pecho y la barriga.

—Lo que me sorprende es que pensaras que no sería capaz. —A mí también me sorprende—. Te lo dije, Joe —continúa ella—, nada de trucos.

—No me lo dijiste.

—Bueno, pues deberías haberlo deducido. Aún quiero mi dinero.

A continuación, la grabación se vuelve aún peor. Esa mujer tiene una frialdad que no había visto en mi vida, una belleza fría que se mantiene intacta incluso cuando recupera el cuchillo y le raja la garganta a Calhoun con él. Poco después de que ella se aleje termina la grabación. Melissa dijo nada de trucos, pero grabarla en vídeo era precisamente eso, un truco. Me pregunto qué dinero debe de ser el que menciona. Según el archivo, a Joe se le hizo esa pregunta, pero no la ha respondido.

Apago el televisor y recorro lentamente el pasillo que conduce al estudio, más decidido ya a ayudar a Schroder. Por eso ha incluido el DVD. La relación entre Melissa y el Trinchador es difícil de comprender. Ella lo torturó, pasaron a ser amantes y él no está dispuesto a dar información alguna acerca de ella. No tiene sentido. De no haber arrestado al Trinchador, ?habrían seguido juntos hasta que uno de los dos hubiera matado al otro?