Había uno, recuerda, por el que era imposible sentir compasión, un hombre que había matado a sus padres y a su hermana un día antes de cumplir los dieciséis. Más que un hombre, en realidad era un chico, un chico más joven que Adrian en el momento en el que se conocieron. Se llamaba Hutchinson. Adrian siempre pensó que era un nombre extra?o y que Hutch había sido un chico hasta que le dio por acuchillar a su familia, pero que se había convertido en un hombre inmediatamente después. Cuando a Hutch le tocaba pasar un tiempo en la Sala de los Gritos, nunca se quejaba. Le tocó bajar muchas veces ahí abajo, pero nunca hablaba acerca de lo que allí sucedía. Adrian siempre se ha preguntado cómo debe de sentirse un hombre como ese.
Hutch pasó aquí unos cuantos a?os antes de que lo trasladaran y Adrian no tiene ni idea de lo que fue de ese tipo, ni si sigue vivo, ni si sigue siendo un asesino, ni si lo enterraron sin que nadie llegara a lamentar su muerte. Fueron esos a?os los que dieron forma a su obsesión… no, su madre le dijo que las obsesiones no son buenas… fueron esos a?os los que dieron forma a su interés por los asesinos. El a?o pasado, cuando los periódicos iban cargados de información sobre el Trinchador de Christchurch y el Asesino Enterrador, su interés por los asesinos en serie pasó a ser extremo. Sospecha que hay algo anormal en su interior que alimenta ese interés. Eso fue lo que le hizo desear volver a mudarse a esa casa, lo que le hizo desear aprender a conducir, quería hacer algo con ese interés. Llena los estantes del sótano con las cosas de Cooper, donde este pueda verlas, a través de la ventanilla que ayer mismo Adrian se encargó de limpiar.
—?Cooper?
No responde. No se mueve.
—?Cooper? —Esta vez lo llama un poco más alto. Sabe que hay que hablar en voz alta para que te oigan a través de la puerta, pero no mucho, solo un poco más de lo normal.
Satisfecho de ver que Cooper sigue durmiendo, se dedica a arreglar el sótano. No quiere que Cooper se despierte, lo vea todo hecho un desastre y se lleve una mala impresión. Pone en orden los objetos en la estantería y los libros, tiene docenas de autobiografías de asesinos en serie. En el sótano hay un sofá y una vieja mesita de salón, pero poca cosa más. En cualquier caso, hoy no es más que el primer día, a medida que aprenda ya irá mejorando.
—?Cooper?
Nada.
Sube al piso de arriba y enciende la radio. Es un transistor peque?o y lleva un clip de cinturón, de manera que se lo puede colgar de los pantalones y puede escuchar cintas e incluso hacer grabaciones. Está seguro de que a Cooper le gustará la misma música clásica que a él, por lo que vuelve al sótano con la radio, pero cuando empieza a bajar por las escaleras se pierde la frecuencia. Por más que se pelea con el dial no consigue sintonizar ninguna emisora, al menos hasta que vuelve a subir por las escaleras y llega al pasillo. Le cambia las pilas pero sigue ocurriendo lo mismo y no entiende por qué. ?Acaso la música no atraviesa los muros de hormigón de la emisora de radio? Podría poner una cinta, pero las cintas gastan rápidamente las pilas y no quiere desperdiciarlas de ese modo. Vaya desilusión. Espera que sea el único contratiempo con el que se encuentre.
Sospecha que cuando se despierte, además de confundido, Cooper estará hambriento, pero Adrian no quiere ser un mal anfitrión, por lo que va hacia la cocina, donde la radio funciona de nuevo, se la cuelga de la cintura de los pantalones para escuchar uno de los grupos de rock moderno que han acabado por gustarle y empieza a preparar la comida para su nuevo compa?ero de casa.
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El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel