Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)

Así que no me moví. No pude subir a la tarima y derrotarlo delante de todos, como había planeado. Me quedé paralizada, derrotada.

Aunque... algo iba a hacer justicia por mí.

Sucedió de repente. Aegan estaba hablando, muy inspirado, y de repente su boca enorme se quedó inmóvil en la forma de la siguiente palabra que iba a pronunciar por el micrófono. Su expresión facial se congeló. Los ojos, normalmente maliciosos, se le abrieron mucho, pasmados. Dejó un profundo silencio.

La gente lo miró, expectante, confundida. Regan, todavía allí, a un lado, también lo miró de arriba abajo con desconcierto. Yo no entendí por qué se había callado de esa forma si su plan de hacer el discurso y destacar estaba siendo un éxito. ?Qué le pasaba? ?Iba a arruinar su propio momento triunfal?

Regan se atrevió a preguntarle qué le sucedía, todos vimos cómo movía la boca y le decía alguna cosa. Pero Aegan no reaccionó y siguió tan inmóvil que asustó a la mayoría. ?Iba a morirse o qué? Ay, Dios.

Regan volvió a preguntarle algo.

Y él entonces respondió, pero no con palabras.

Entre el silencio expectante de la feria, bajo el nocturno cielo estrellado, frente a los alumnos y alumnas de Tagus, Aegan soltó un largo, sonoro, líquido y asqueroso pedo. Y todos lo escucharon porque el micrófono amplificó el sonido.

Bueno, sí necesitaba algo.

Un retrete.

Cuarto suceso: ?La explosión?.

Quedé impactada, tan pero tan impactada que me llevé las manos a la boca. La gente también. Fueron cientos de ojos abiertos y asombrados los que lo vieron. Algunas sonrisas de burla aparecieron de inmediato, pero otras caras eran de perplejidad absoluta. ?Eso había salido del impecable Aegan? ?Ante la multitud?

Entonces me acordé: el laxante. El laxante acababa de hacerle efecto.

?Madre de todas las futuras diarreas! ???Jajajaja!!!

Justo cuando alguien entre la gente soltó una risa sonora de burla, justito antes de que otra persona le siguiera y otra más, Aegan tiró el micrófono al suelo y salió corriendo de la tarima en busca de un ba?o.

—?Oh, por Dios! —escuché a alguien exclamar cerca, entre a punto de echarse a reír a carcajadas y aún dentro del pasmo—. ?Aegan Cash acaba de cagarse en los pantalones?

Al parecer, sí.

Se escucharon risas. Los comentarios empezaron. Las voces se alzaron en bullicio por toda la feria. Vi a Regan en la tarima tomar el micrófono para decir algo. Su boca reprimía una carcajada, probablemente feliz de que su medio hermano fallara en haber intentado robarle el discurso.

Sin duda alguna eso había sido buenísimo, pero no pude disfrutarlo. Aún no me había recuperado de la sorpresa por la transmisión en directo de Eli. Todavía sentía que podía desmayarme, que mi cerebro no estaba funcionando por completo para procesar mi fracaso. Yo solo... yo solo necesitaba respuestas.

Y fui a buscarlas.

Me fui rápido en dirección a donde debían de estar los ba?os de la feria. Esquivé a la gente que se reía y hablaba sobre Aegan. Oí comentarios por el camino: ?Seguramente comió tacos del puesto que está cerca de la tarima, saben mal?. Nadie sospechaba de un laxante, ni de mí.

Llegué a los ba?os portátiles, cuatro casetas azules juntas. No tardé en encontrarlo. Desde el último ba?o me llegó un sonido flatulento de esos capaces de causar risas. Me habría desmayado de las carcajadas de no ser porque yo seguía abrumada por el rostro de Eli.

—Aegan, ?estás ahí? —le pregunté, frente a la puerta.

—??Qué quieres?! —soltó desde adentro, entre alterado, enojado y dolorido—. ?Vete!

No pude.

—Escucha, esa chica de la transmisión...

—?Es mi ex, sí! —aceptó él con impaciencia y amargura—. Ahora lárgate de aquí. Oh, maldita sea —se quejó de su propio estómago.

De fondo, en toda la feria, empezó a escucharse la fantástica voz de Regan honrando a los ancestros de Tagus.

El culo de Aegan emitió un pedo líquido en protesta.

—Ella había desaparecido —solté también.

—?Qué? —Sonó extra?ado. Y molesto, pero sobre todo extra?ado.

—Lo escuché en alguna parte —mentí, necesitada de respuestas—. Que un día se fue y ya no volvió más.

—Sí, a un retiro espiritual como ella ha explicado en la transmisión —contestó él con obviedad.

—Pero sus redes sociales y... —titubeé, aún descoordinada— y tú no hablaste de ella nunca...

—?Por qué hablaría sobre mi ex con mi novia? —soltó con enfado y con una flatulencia explosiva de fondo—. Además, eso de los retiros te exige alejarte del mundo real, incluyendo las redes sociales. Creo que por esa razón ella las cerró.

Analicé su voz como siempre lo hacía, porque su rostro no podía verlo, aunque me lo imaginaba rojo e hinchado. A esas alturas, lo conocía demasiado. Lo sorprendente fue que sonaba genuino (dejando aparte las flatulencias), nada exagerado como cuando mentía o quería burlarse.

—Pero es que pareció que... —intenté decir, pero al recobrar un poquito de sentido me silencié.

—??Qué?! —preguntó él con brusquedad. De pronto pareció entenderlo todo y dijo—: ?Que le había pasado algo? ?O que yo le había hecho algo?

No contesté. Mis labios temblaban de nervios. No lograba comprenderlo del todo. No lograba entender cómo las piezas que antes habían parecido encajar, ahora ya no lo hacían. ?O es que siempre había tenido las piezas incorrectas?

—Jude, de verdad que no entiendo cómo te gusto si crees que soy un monstruo —dijo Aegan ante mi obvio silencio—. Joder, y yo que pensaba proponerte una maldita tregua.

Espera, ?qué?

—?Una tregua? —Quedé más estupefacta.

Un coro de flatulencias y quejidos salieron del interior del ba?o.

—?Vete de aquí, Jude! —exigió, dolorido y enojado.

—Pero ?por qué querías una tregua? —insistí. Eso... en verdad era muy sorprendente, no lo entendía.

—?No te has detenido un maldito momento a pensar que tal vez estás equivocada en algo? —soltó con brusquedad, y a continuación se quejó—: Oh, demonios, pero ??qué he comido?!

Oh, malditos errores de la vida. Bueno, él no había matado a Eli porque Eli estaba viva, ya no había nada que decir sobre eso. No era el asesino de Eli. No podía culparlo por ello. Lo escuchaba decir ??Qué he comido? ?Qué me ha causado esta diarrea?? y, oh, maldita sea..., hasta me daba pena. Bueno, no me daba tanta pena, jejé, porque seguía siendo un imbécil, pero ?a qué se refería?

—?En qué estoy equivocada? —le pregunté—. ?En algo sobre ti?

—?Sabes qué? Ya estoy harto —dijo, llevado por su ira y su situación diarreica—. No quiero oírte. No quiero volver a verte. Nada. Hemos terminado.

—?Rompemos? —dije, asombrada.

—?Sí! —enfatizó, sin darme derecho a réplica, como si estuviera dictando un mandato—. ?Luego, si de verdad quieres seguir conmigo, tendrás que demostrármelo!

?Acababa de romper conmigo el imbécil ese? ?Eso me convenía? Realmente no sabía qué hacer ahora.

Iba a decirle algo cuando de repente él lo entendió, porque sí, era idiota, pero seguía siendo muy inteligente.

—?Fuiste tú! —soltó de golpe, iluminado por la verdad—. ?Lo único raro que he tomado ha sido la pastilla que tú me diste! ?Mira, Jude, será mejor que te largues ya porque si salgo de este ba?o y estás ahí voy a...! —Un retorcijón de estómago lo interrumpió y lo hizo soltar un quejido de dolor—. ?Ah, maldición!

Retrocedí varios pasos, alerta. Hasta creí posible que saliera del ba?o con el culo al aire manchado de diarrea solo para ahorcarme. Pensé en irme corriendo, porque lo único que sentía que necesitaba era encerrarme en mi habitación, sentarme en la cama y pensar. Pensar mucho. Pensar en todo lo que había pasado ese día. Analizar, considerar, preguntarme cómo demonios me había equivocado y qué paso debía dar ahora. ?Debía irme? ?Quedarme?

Alguien me tocó el hombro. Me giré automáticamente en actitud defensiva. Al ver a Adrik delante de mí, solo pude quedarme inmóvil. Ya no tenía su algodón de azúcar. Su sudadera negra y sus tejanos eran perfectos. Ay, qué maldición.

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