Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)

—O mejor ahí en el sofá, donde te quité la ropa, te toqué y casi te...

—?Ya basta! —exclamé de golpe, atónita, antes de que dijera cosas que no debía. Alterné la vista entre la entrada del pasillo que llevaba a las habitaciones y él, nerviosa y con una expresión de horror—. ??Qué demonios haces?! —a?adí en un susurro exasperado.

él cerró la boca y se detuvo a pocos metros de mí, pero su gesto se mantuvo cruel. De hecho, una mínima pero maliciosa sonrisa le alzó la comisura derecha. ?Que iba a actuar con madurez? No, se?oras y se?ores, Adrik Cash estaba haciéndole honor a su apellido y reputación.

—No nos puede oír. Debe de estar muy ocupado hablándose a sí mismo en el espejo —dijo con desinterés.

No podía creer que estuviera comportándose así. No era propio de él, ?o sí? De pronto, estando uno en cada extremo de la sala, como dos vaqueros a punto de sacar nuestras pistolas para enfrentarnos, tuve la sensación de que no conocía a Adrik en absoluto.

—Estás bastante comunicativo hoy, ?no? —le solté, sarcástica.

—Uno tiene sus días buenos —dijo, y la sonrisa pasó a ser amarga.

Fruncí los labios para contenerme.

Volví a mirar en dirección al pasillo y luego solté en un tono bajo y enfurecido:

—?Qué? ?Esto es lo que harás ahora? ?Convertirás tu ira hacia mí en una estúpida guerra?

—?Y no era eso lo que tú hacías al principio? —se defendió con un tonillo cínico que me estaba comenzando a irritar más de lo recomendado.

Fruncí tanto los labios y apreté tanto la mandíbula que debió de quedarme una mueca graciosa. Lo se?alé con el dedo como si lo que quisiera fuera acuchillarlo, y finalmente volví a dar un paso hacia atrás. No. Respira, Jude. Haz como ese personaje de Pucca, Ring: ?No me enojo, no me enojo?. En definitiva, no iba a entrar en una discusión con él, no iba..., no iba a...

—Pues no quiero —dije, y alcé las manos en un gesto de rendición—. No te seguiré el juego, así que no te esfuerces.

Adrik mantuvo su calma chocante y soltó una risa burlona, amplia, como si hubiera escuchado lo más ridículo del a?o.

—Pero, Jude, yo nunca tuve que esforzarme ni un poco en nada —admitió con suma tranquilidad e incluso con algo de presunción—. Y creo que eso lo sabes bien.

Solo le faltó gui?arme un ojo para completar la escenita de idiota engreído.

—No sabía que tenías ese ego —murmuré, pero me escuchó, y respondió con indiferencia:

—Hay tantas cosas que no sabemos ni sabremos el uno del otro...

Claro, ya no habría nada entre nosotros, nunca. Eso me hizo sentir... ?triste?

La figura alta y recién ba?ada de Aegan apareció por el pasillo, salvando el horrible momento. Se había anudado la toalla alrededor de las caderas y tenía un montón de gotitas sobre los hombros tatuados. El cabello le caía en un desorden húmedo y su piel brillaba de frescura. No obstante, todavía no se había afeitado y juraría que le vi unas tenues ojeras. Aun así, no tenía mal aspecto. Aegan se habría visto igual de atractivo, aunque tuviera mocos y lega?as en la cara. Era como un puto don.

—Aquí estás... ?Me has traído lo que te pedí? —me dijo como si nada.

Al menos no había escuchado las tonterías que habíamos dicho Adrik y yo.

—Sí —respondí, y transformé mi voz en la de novia melosa. Hurgué en la bolsa y saqué el bote de antigripales. Como no quería fallos, lo abrí yo misma y saqué una píldora—. Toma, esto te ayudará.

él la cogió con confianza y me gui?ó un ojo con coquetería. Luego se inclinó hacia mí y me dejó un beso de saludo sobre los labios. Olía a jabón masculino y su boca estaba fría por la ducha. Entonces..., ?estábamos bien? ?Eso significaba el beso? ?Yo seguía siendo su novia? ?Por qué?

Me fijé en que Adrik nos estaba echando una mirada entornada y suspicaz, y si hubiera sido posible que los humanos se enviaran mensajes telepáticos, lo habría oído en mi cabeza diciendo: ?Eso, Jude, besa a mi hermano y luego ten sue?os húmedos conmigo?.

Pensé que me pondría verde de la inquietud. El momento era demasiado raro.

—?Tú qué? —le dijo Aegan a Adrik al notar su presencia en la sala—. Deja tus rarezas y anda a prepararte, que faltan pocas horas.

Al menos no estaban enojados el uno con el otro.

Aunque la relación entre Aegan y Adrik podía ser indescifrable para otros.

—Solo hablaba con Jude mientras ella te esperaba —aclaró Adrik, sereno, encogiéndose de hombros—. Para que no se aburriera. Todavía puedo hacer eso, ?no?

Ese ?Todavía puedo hacer eso? casi me mató. ??Qué demonios habían hablado?!

Aegan hizo un gesto para quitarle importancia.

—Claro que sí —dijo, y empezó a hacer estiramientos con sus brazos—. Cuéntenme, ?cuáles son las nuevas?

—Ningunas, Jude solo me decía que le gusta mucho ese sofá —respondió Adrik con indiferencia al mismo tiempo que se?aló el enorme mueble de la sala.

Un segundo después, en el que quedé helada por esa indirecta tan astuta y malvada, él avanzó en dirección al pasillo para perderse, triunfante.

Sentí un tic en el labio superior. Me mantuve inmóvil a un nivel de convertirme en Super Saiyajin y atacarlo a patadas consecutivas, pero no me enojo, no me enojo.

Aegan frunció el ce?o con extra?eza y me miró.

—?En serio? A mí me parece de lo más normal —opinó.

Luego se dirigió a la cocina para tomarse el antigripal/laxante con algo de agua.

Me giré hacia él, respirando profundamente para calmarme. Ahora que lo veía bien, tenía ese brillo habitual de energía y poder. Parecía más bien... el triple de animado que otros días, como si lo hubieran sacado de una revista de hombres maravillosos y perfectos.

—No pareces enfermo —dije, y seguí estudiándolo con curiosidad.

—Por eso te dije ?creo? —enfatizó con un detenimiento encantador.

Le dediqué una mirada asesina. él se tomó la píldora, dejó el vaso en el fregadero y se acercó a mí. Me hizo un repaso minucioso y suspiró con resignación, como si opinar sobre mi aspecto ya fuera una pérdida de tiempo.

De no necesitar ser su novia todavía, lo habría asfixiado con la bolsa, en lugar de darle explicaciones:

—Aunque me ha molestado mucho que hayas puesto el vídeo en el auditorio, tienes que saber que el beso con Adrik fue porque...

Negó con la cabeza para interrumpirme.

—Ya Adrik me lo ha explicado —dijo, muy tranquilo—. Fue el incienso.

Me sorprendió que se mostrara tan comprensivo, aunque tampoco era tan sorprendente considerando que no nos gustábamos de verdad.

—Sí, estaba algo colocada —admití, aunque en parte era mentira. Recordaba muy bien ese beso, sobre todo las sensaciones.

—Mientras no vuelva a pasar... —dijo, y luego sonrió con una seguridad cínica—. Pero estoy seguro de que no. Adrik me ha dejado muy claro que no le gustas en serio, y ha sido un alivio, porque estaría muy mal que dos hermanos se enfadaran por tu culpa, ?no?

Me dejó paralizada

Me dejó fulminada.

Me dejó MUERTA.

Por un lado, por ese ?que no le gustas? y, por otro lado, porque intentar hacerme sentir culpable era una jugada inteligente para evitar que me acercara a Adrik.

—Bueno, nos vemos más tarde para ir juntos a la feria —agregó ante mi perplejidad, y no pudo evitar arrojarme al menos una sugerencia—. Arréglate lo mejor que puedas.

Avanzó por el pasillo con su perfecto culazo marcándose debajo de la toalla. Aunque por un instante se detuvo y se volvió para mirarme.

—Y no, yo no puse el vídeo en el auditorio —aclaró con una naturalidad que en verdad me convenció—. Debe de haber alguien más cruel, y que, además, te odia, lo dejó clarísimo con lo que ha hecho.

Tras decir eso, finalmente se fue. No quedó más que el rastro de su loción.

Ya solo debía irme y esperar a que llegase la hora de la destrucción.

Fui hacia la puerta de entrada, lista para largarme. Justo cuando la abrí, me topé con algo inesperado.

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