—Artie —dije automáticamente.
?Cuántas veces me iban a abofetear mentalmente ese día? Primero Adrik me restregaba su sensualidad en la cara y ahora Artie me dejaba como un adefesio en comparación, porque parecía haberse remodelado por completo. Iba con tejanos ajustados y una camisa de encajes con tirantes, muy delicada que le daba un aire sexy que en definitiva no le había visto antes. Incluso se había maquillado y no llevaba puestas sus gafas.
Pasó junto a mí sin responder mi extra?o saludo. Fui incapaz de salir sin preguntarle:
—?Qué haces aquí?
—Ah, nada, Adrik me invitó a ir a la feria con él —contestó, encogiéndose de hombros.
Ah, nada.
Nada.
??Nada?!
?Cuándo había pasado eso? ?Por qué Adrik había invitado a Artie si ella no le gustaba? Claro, me había mentido. Tal como Aegan había dicho.
Definición de Jude Derry en ese momento: cosa patética en medio de una sala con una agobiante sensación de inferioridad.
En serio, el destino solo me estaba demostrando que todo podía ponerse peor.
Y que de lo que había empezado a sentir por Adrik Cash, no iba a liberarme tan fácilmente, aunque fuese un mentiroso.
Pero, bueno, vayamos finalmente al día de la feria.
27
?Feria de Tagus!
?Lugar de música, comida y secretos!
0 horas para el inicio de la feria
?Bienvenidos a la feria anual de la Universidad Tagus!
Me llamo Jude Derry y seré su narradora guía. Por favor, ajústense las bragas, cierren las piernas y no se rían escandalosamente mientras hacemos el recorrido.
Si esperabas algo tipo puestos de comida y estands colocados en las aceras, subestimaste la capacidad de derroche del equipo directivo de la universidad más esnob del país. Miremos mejor: luces por todos lados, casetas de madera en las que colgaban carteles pintados de formas muy creativas, una tarima para que algunas bandas tocaran, y la música resonara en cada rincón gracias a los enormes amplificadores instalados por toda la feria...
Y si no estabas cerca de la tarima, ?no había que preocuparse!, unas pantallas situadas en sitios estratégicos permitían ver las bandas desde cualquier lugar en el que estuvieras. Además, al menos seis chicos del área audiovisual sostenían cámaras profesionales para grabar y transmitir a través de las pantallas. También había una rueda de la fortuna, autochoques, gente con sombreros festivos y un gigantesco y loco personaje disfrazado de ornitorrinco que iba moviendo la pelvis por todos lados como si se follara a cualquiera. Lo peor era que daba risa.
Bonito todo, ?no?
Pues ese lugar sería el escenario de cuatro catástrofes.
La primera la titularé: ?La escena desgarradora?.
Antes de la escena desgarradora, llegué con Aegan. Eran alrededor de las siete de la tarde porque el condenado había tardado en vestirse. La noche se veía fantástica por encima de las luces de la feria. Las risas se escuchaban entre los juegos y la gente iba de un lado a otro comiendo algodón de azúcar y bebiendo alcohol oculto en sus petacas, animados y llenos del espíritu de Tagus.
Supuse que nos dirigiríamos a la tarima, pero, antes de llegar, una chica apareció muy apresurada. La había visto en la organización para la feria. Tenía el pelo rizado y era la encargada del itinerario.
—Aegan, lo logré —le avisó, nerviosa—. Cambié el nombre de Regan por el tuyo en el discurso. Podrás subir, pero deberás ser rápido para que la rectora no te vea.
La cara de Aegan, a mi lado, resplandeció de suficiencia y éxito, dejando claro que él había ideado un plan con esa chica para conseguir dar el discurso, porque, si recordamos bien, Regan le había quitado ese protagonismo.
—?Vas a robarle la tarima y el discurso a Regan? —le pregunté a Aegan, medio asombrada.
—Solo reclamaré lo que es mío —respondió, firme.
—Eh, pero creo que hay un inconveniente —avisó la chica, temerosa de la reacción de Aegan—. El discurso será veinte minutos después de la hora que se había dicho. No estoy segura de cuándo se hizo el cambio, pero tengo registrado un nuevo evento en la rueda de la fortuna.
Punto importante: todos los eventos se anunciaban por los altavoces diez minutos antes de que empezaran para que las personas no se los perdieran.
Aegan frunció el ce?o.
—?Qué evento? —exigió saber.
—Ni idea —respondió la chica—. No está especificado, pero está marcado como importante.
Aegan consideró que aquello era absurdo.
—?Qué rayos sería más importante que mis palabras? —se quejó.
Enarqué una ceja.
—Eh, ?ni?os muriendo de hambre? —mencioné con obviedad.
—Cállate —me soltó, entrando en modo obstinado. Luego me dio una orden—: Yo iré a la tarima a prepararme y tú irás a la rueda de la fortuna. Averigua de qué se trata y consigue que lo muevan para después. Me envías un mensaje.
No pretendía discutir con él en esos momentos, no antes del desastre. Sería la mejor novia del mundo para que no sospechara de mí.
—Sí, amorcito —acepté con una sonrisa.
Se fue con la chica rumbo a la tarima sin decir más y yo me dirigí a la rueda de la fortuna.
Faltaban treinta minutos para el discurso.
Mi plan era entregarle el USB a Lander unos minutos antes, porque ni por error alguien podía ver lo que había en él. Estaba algo nerviosa por lo que podía suceder tras la gran exposición de Aegan, pero preparada, muy preparada. No había vuelta atrás. Esa noche se acabaría su tiranía. Todas las personas que lo admiraban lo verían como lo que realmente era: un asesino. Sería pateado de su pedestal y se rompería en el suelo. Se acabaría ?el perfecto Aegan Cash?. Las vendas serían arrancadas de los ojos. Sería el final del dominio de los Cash.
Cerca de la gran rueda de la fortuna que giraba con lentitud entre luces suaves para favorecer la intimidad de las parejas, no vi nada raro. Solo al ornitorrinco Tood, que fingía que le daba por detrás a Kiana. Bueno, Kiana me serviría.
No había hablado con ella ni con Dash desde lo del auditorio. En cuanto la mascota me vio, hizo un baile ridículo de burla y luego se quitó la parte de arriba del disfraz y asomó la cabeza.
Una sonrisa pícara apareció. ?Era Dash!
—?Jude, tu cara no tiene el espíritu de la feria! —rio él, sacudiéndose el cabello lleno de ondas. Sostuvo la cabeza de Tood debajo de su brazo.
—Si el espíritu es lujurioso, no —resoplé.
—Pfff, deberías ver lo que están haciendo dentro de la casa del terror —bromeó—. Los gritos no son precisamente de miedo.
—?Sientes nervios preshow? —me preguntó Kiana, haciendo referencia a lo que esperaban que sucediera en la tarima.
—Un poco —me limité a responder—. Oigan, ?qué van a hacer aquí dentro de un rato? Hay un evento programado y mi novio quiere saber si se puede hacer más tarde. No, mejor dicho, mi novio exige que se haga después.
Dash negó con la cabeza.
—Es algo para entretener a la gente, y no se puede cambiar porque lo aprobó la rectora. Me encargaron a mí de eso.
—Pero ?de qué se trata? —insistí.
—Es secreto —me contestó emocionado—. Ya lo verás. Solo puedo decirte que será muy divertido. Y habrá premios...
—Pero... —quise intentar sacarle más información, solo que las palabras no me salieron de la boca al ver lo que vi unos pocos metros detrás de él.
Mis ojos lo captaron muy rápido, de hecho. Los reconocí entre la gente sin problema. Estaban frente a uno de los juegos de tiro al blanco.
Adrik y Artie.