Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)

Lo único seguro era que no pensaba regresar a esa maldita fiesta en lo que quedaba de noche. Se me ocurrió que quizá podía escabullirme hacia la habitación para tirarme en la cama, así que comencé a andar por ahí sin acercarme demasiado, intentando encontrar entradas alternativas en las que no me topara con nadie.

En cierto punto ni siquiera supe en dónde me encontraba, porque todo eran árboles y oscuridad. Pero de repente vi una casita sobre las gruesas ramas de un árbol enorme. La casita se veía bastante grande y lo más importante: vacía.

A lo mejor podía pasar la noche ahí. Lo que fuera con tal de estar lejos de los Cash durante unas horas.

Subí los tablones de madera. Pero al asomarme para mirar dentro, casi me caigo desde esa altura al ver una figura en el interior. No me salió el grito porque reconocí quién era, a pesar de la oscuridad.

Era Adrik y tenía una botella en la mano.

?Un rato sin los Cash?

No, mija, eso aquí es imposible.

Pensé en bajarme e irme, pero recordé que él se había lanzado a la piscina en el momento en que Aegan pretendía humillarme más. No sabía si fue casualidad o de una forma intencionada, pero me había salvado.

—?Se puede? —pregunté después de carraspear.

él, que estaba mirando al vacío, giró la cabeza y notó mi presencia.

—Aprovecha que hay alcohol en mi sistema y no estoy tan idiota —dijo con algo de indiferencia.

Terminé de subir y traté de ponerme derecha, pero no pude erguirme del todo. La casita estaba dise?ada para ni?os, y bueno, ninguno de los dos lo éramos ya, de manera que me senté a su lado, derrotada.

—Aquí estoy como predijiste, justo después de un momento ridículo —le dije tras una cansada exhalación—. ?Tú qué haces aquí?

—No me gusta mezclarme con mucha gente —respondió.

Apoyé la cabeza en la madera y me quedé callada durante un rato. Solo se oían los tragos que Adrik le daba a la botella y su respiración tranquila. Por unos instantes, fue bueno sentirme acompa?ada, aunque en teoría no me estaba acompa?ando por consideración.

—Gracias —dije al fin— por interrumpir en el momento adecuado.

—No lo hice por ti —zanjó.

Por supuesto, él siempre se aseguraba de lanzar baldes de agua fría.

—Bue...

—Lo hice por mí —me reveló.

Alcé las cejas con cierta sorpresa.

—?Quisiste tener toda la atención del público?

—Quise que Aegan no se saliera con la suya por una vez.

Hundí el ce?o. Adrik estaba en mi lista de personas que decían cosas que no esperaba escuchar, pero por un instante me atacó una enorme duda.

—?Tú sabías que él diría eso en el brindis? —le pregunté.

—Jude —pronunció mi nombre tan serio que sentí que iba a rega?arme—, ?todavía piensas que los tres hacemos planes para humillarte?

Mira, lo aceptaré. Yo notaba que los tres tenían actitudes distintas como la indiferencia de Adrik hacia las cosas que le gustaban a Aegan o la amabilidad de Aleixandre al tratarme, pero me resultaba difícil separarlos. A fin de cuentas, eran hermanos, habían crecido juntos, obedecían a Aegan, le tapaban cualquier error... En pocas palabras, si debían ser fieles a la sangre, no se podía confiar mucho en ellos.

—No importa lo que yo piense —suspiré para no entrar en detalles.

él cogió aire y lo soltó con resignación.

—Sospeché que tramaba alguna cosa cuando empezó a hablar de un brindis especial —confesó, como si no le quedara otra que responder a mi pregunta anterior—. Para Aegan, ?algo especial? siempre significa ?algo que he planeado cuidadosamente?, así que en cuanto comenzó con su show se me ocurrió hacer lo que hice. Eso es todo. Ahora ten, te ayudará.

Para mi sorpresa, me ofreció su botella. Dudé un momento solo por reacción automática, pero sí lo necesitaba, así que al final la acepté y me eché un trago largo. Me bajó por la garganta como fuego, pero funcionó como una inyección de valor al mismo tiempo.

Se la devolví.

—?Puedo preguntar si también sabes cómo averiguó lo de mi madre? —dije, todavía saboreando la potencia del alcohol.

Adrik se encogió de hombros.

—No, pero sí sé que tiene sus métodos para enterarse de las cosas. No debió hacer eso delante de todo el mundo.

Me sorprendió que fuera consciente de lo mal que había estado lo que me había hecho Aegan.

Pero ya no lo podía borrar.

—Bueno —suspiré—, como dijiste una vez: lo que sea que me haya pasado es culpa mía.

Después de eso, ninguno dijo nada. Adrik se echó un trago y luego me pasó la botella para que yo también bebiera. Y así estuvimos durante un rato, bebiendo en silencio. Cuando uno bebe, siempre pasa por diferentes etapas: al principio estás lúcido y el alcohol te da ánimos; varios tragos después, estás relajado, disfrutando; unos pocos más, y entras en ese estado que yo llamo ?el mareíto rico?, porque el mundo comienza a ser poco estable, la bebida te sabe deliciosa y pueden pasar dos cosas:

O todo te da risa porque tu lucidez se ha ido a la mierda.

O todo te afecta más que antes.

A mí me pasó lo primero. Ya sentía el mareíto rico, ya sentía que la casita daba vueltas, cuando empecé a reírme sin más. Y fue divertido porque, contagiado por mis risas, Adrik también comenzó a reírse. Sus carcajadas no eran tan desbocadas como las mías, pero, considerando su personalidad, uno se daba cuenta de que ya no estaba del todo sobrio.

—Gritaste: ??Chúpamela, Aegan!? —le recordé entre peque?as risas—. ?Alguien le había dicho eso alguna vez?

Adrik resopló, pero ese resoplido se convirtió en una risa apática.

—No en su cara.

Seguí riendo al recordar cómo se había lanzado a la piscina. Su figura volando por los aires de repente me pareció demasiado chistosa.

—Nunca imaginé que precisamente tú podrías hacer algo así —le confesé—. Siempre eres tan serio y parece que lo odias todo...

él chasqueó la lengua.

—Tuve que tomarme varios tragos antes, pero ya ves, hasta el más serio tiene su momento de locura.

Continuamos compartiendo la botella. Y no sé si lo sabes, pero cuando compartes una botella con alguien se forma una especie de peque?o vínculo amistoso. No lo digo yo, lo dice la ciencia alcoholística.

Tenía que aprovechar las ventajas que me daba ese vínculo mientras durara.

—Necesito preguntarte algo —dije de pronto.

Adrik bebió otro trago y se limpió la boca con el dorso de la mano.

—Suelta.

—?Por qué eres tan duro con Artie?

—No soy duro con ella —aseguró él con una nota de fastidio—. Simplemente no me gusta, y no quiero darle pie o que piense que sí.

—Pero...

—Yo fui a tu apartamento aquel día para darte los libros —interrumpió—. Y Aegan y tú decidieron que esa noche saldríamos los cuatro. A partir de ahí, fue él quien quiso juntarla conmigo. En ningún momento acepté. ?O recuerdas algún instante en que lo haya hecho?

No, no lo recordaba aceptando nada.

Bebió otro trago. Sonaba bastante normal, pero era obvio que respondía a mis preguntas porque estaba medio ebrio.

—Mira, Aegan, Aleixandre y yo solo compartimos dos cosas: el apellido y la sangre, porque no somos iguales en nada —dijo, e incluso sonó agrio, como si le molestara mucho ese tema—. Que el mundo entero piense que sí es justo por lo que Aegan se esfuerza. él quiere que seamos una copia suya.

Yisus, ?era cierto lo que oía?

Una chispa de entusiasmo y curiosidad se encendió en mí. Aquello era como atravesar una de las barreras del silencioso, reservado y serio Adrik Cash.

—Y tú no quieres parecerte a él —asumí en un tono de ?Anda, cuéntame más?.

él emitió una risa ácida.

—Me amputaría un testículo primero. —Dio un trago largo y luego se relamió los finos labios—. No sé por qué te digo todo esto, sabiendo que en cuanto puedas irás a contárselo a todos.

Le arranqué la botella de la mano y bebí. Después le dije con una nota de disgusto:

—?Crees que yo, que he sido humillada por Aegan más de lo que querría admitir, iré a decirle a todos que eres el único Cash que se acaba de tomar la molestia de ser sincero conmigo? Más bien debería darte las gracias.

Tuve la ligera sospecha de que Adrik sonrió.

—Bueno, no eres tan tonta —admitió.

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