—?Jude! —me interrumpió bruscamente la voz de Artie.
Tanto él como yo giramos las cabezas muy rápido. La vi bajar las escaleras a toda velocidad, ya vestida con su ropa. ??Cómo osaba interrumpir nuestra maravillosa discusión?
—Un momento, Artie —le pedí para poder terminar de dejarle a Aegan las cosas bien claras.
Ella negó con la cabeza.
—Puedes hablar con Aegan después de que te ba?es y te vistas —dijo, y me hizo un gesto con los ojos, pero estaba tan furiosa que no lo capté muy bien, así que me negué:
—No, es que tengo que...
—Lo que sea que le tengas que decir puede esperar —insistió, y al llegar a mi lado, me puso las manos sobre los hombros y me empujó con fuerza hacia las escaleras—. Porque tengo algo que mostrarte.
Entonces entendí que era muy importante.
Paseé la mirada entre Aegan y ella, tensa y furiosa todavía por lo que sentía que debía gritarle. Seguía con el ce?o hundido y las manos apretadas con fuerza. Todo mi cuerpo ardía, pero no por el motivo que a mí me hubiera gustado, sino de una forma peligrosa, capaz de escupir miles de insultos y de lanzarle una bofetada a Aegan, pero disminuí un nivel mi furia, inhalé hondo para calmarme y me dejé llevar escaleras arriba, no sin antes, claro, dedicarle una mirada de odio a ese idiota.
Su descarada respuesta casi me hizo volver corriendo para seguir discutiendo con él: me gui?ó el ojo y me lanzó un beso como yo se lo había lanzado el día anterior al oír su conversación con Adrik.
Pero Artie volvió a empujarme y ganó.
Subimos las escaleras. Apenas entramos en la habitación, le dije, disgustada:
—?Por qué no me dejaste mandarlo a la mierda?
—Porque tienes que ver esto —soltó ella, y tiró de mí con urgencia hacia el ba?o de la habitación.
No entendí qué rayos estaba pasando hasta que abrió la puerta, y entonces lo vi en el espejo rectangular que colgaba encima del lavabo.
Había algo escrito:
Viernes.
Club.
1802.
Ba?o de chicas.
Mi furia se disipó al instante. Me quedé mirando las letras. Eran de un rojo intenso. Un rojo de lápiz labial. Lápiz labial que, de hecho, la persona autora del mensaje había dejado sobre el lavabo, sin tapa.
Artie se situó junto al espejo y lo se?aló. Sus cejas pintadas a la perfección estaban arqueadas, solo le faltaba sudar para verse como un personaje de anime asustado.
—?Qué es eso, Jude? —preguntó, nerviosa y algo asustada.
—Un mensaje, obviamente.
—Pero ?de quién? —enfatizó la pregunta—. ?Es que alguien, además de Aegan, Aleixandre, Adrik y Owen, sabe que conocemos la existencia del club?
Era obvio que otra persona lo sabía. La misma persona que me había citado en el antiguo apartamento de Eli, solo que no pude ni quise contárselo a Artie. Era un secreto demasiado valioso, demasiado peligroso, porque parecía que el desconocido me estaba ayudando, pero también existía la posibilidad de que me estuviese llevando por un mal camino de forma intencional.
—Esto es malo —jadeó Artie con horror, poniéndose las manos en la cabeza—. Esto es muy malo.
Yo volví a mirar el mensaje. No había visto la letra antes, aunque, bueno, tampoco era experta en reconocer letras. Lo que me quedaba claro era que había dejado la contrase?a para entrar el viernes al club e ir al ba?o de chicas.
—Esto es muy extra?o... —murmuré.
—?No! —exclamó Artie—. ?Es malo! ?Puede hasta ser una trampa!
—Es posible —asentí sin dejar de mirar las palabras.
Artie empezó a caminar por el ba?o, inquieta.
—?Y si lo hizo Aegan? —comenzó a teorizar debido a su nerviosismo.
—Había muchas personas en la fiesta.
Siguió pensando en Aegan:
—?Y si sabe lo que intentas hacerle públicamente y quiere hacernos algo la noche del viernes?
La detuve y la miré a los ojos para tranquilizarme.
—Artie, cálmate —le pedí con firmeza—. Sí, puede que lo haya escrito Aegan, pero también pudieron ser Kiana o Dash o alguien que quiere ayudarnos a que veamos algo.
—En todos esos casos es peligroso —sostuvo, no menos aterrada— porque nadie debería saber que nosotras hemos ido al club. Firmamos el acuerdo y Aegan no creería que no dijimos nada a nadie. ?Y por qué alguien nos ?ayudaría a ver algo?? No puede ser solo porque sí.
—Aún no lo tengo claro. —Fui sincera—. Tal vez hay más personas en contra de Aegan de las que creemos. Tal vez alguien sospecha de él como tú. Tal vez hay algo que descubrir.
Ella se quedó pensando como si mis palabras tuviesen mucho sentido.
De acuerdo, de momento no podía terminar mi relación con Aegan. Tras ese mensaje, no. Debía encargarme de nivelar mis sentimientos y aflicciones. Retirarme por las humillaciones no era una opción. Si él atacaba, tenía que concentrarme en defenderme, en reforzar mis escudos y mejorar mi estrategia. Solo así podría vencer su tiranía. Tampoco podía darle el gusto de derrotarme.
—De igual forma, ya sé que tú no quieres ahondar en la desaparición de Eli ni investigar sobre los secretos de Aegan —le dije para calmarla y que no se muriera de un infarto—. Así que ignora este mensaje, es solo cosa mía. Ya pensaré qué puedo hacer.
Artie se rascó la nuca, estresada y asustada.
—De acuerdo —asintió, y a?adió lo demás en ese tono que usa la gente cuando algo le da lástima—. Oye, siento lo de anoche, lo de tu madre. ?Por qué no me lo contaste?
Nunca me esperé que Aegan revelara que mi madre tenía VIH. Era un inconveniente grande, sí, pero, apartando esa parte, me molestaba que cuando alguien se enteraba de ello me mirara de esa forma y me hablara con ese tono, pensando que toda mi vida debía de ser una tragedia por culpa de la enfermedad de mi madre.
—?Debí presentarme de otra forma? —pregunté, algo disgustada—. Hola, me llamo Jude y mi madre tiene sida, ?qué tal todo?
Artie suspiró y negó con la cabeza.
—Jude, soy tu amiga, aunque te hubieras presentado así lo habría tomado de la mejor manera.
?Soy tu amiga.? Yo no lo veía así del todo, pero de pronto recordé lo que me había dicho Adrik en la casita del árbol. No le gustaba Artie. ?Debía decírselo? ?Debía contarle que había pasado la noche con él? Sentí que era mi deber como compa?era de apartamento, pero también sentí que no tenía que contárselo. Ella era sensible, ?cómo reaccionaría al saber que había dormido semidesnuda con el chico que la había hecho sentir mal en la fiesta?
—No me gusta hablar de ello —me limité a responder.
—De acuerdo —aceptó después de entender que no iba a decir más—. Fue muy bajo lo que hizo Aegan.
Le pedí que me dejara sola para ducharme. Cuando entré en la ducha, me quedé quieta debajo del agua tibia durante un largo rato. Pensé con meticulosidad en lo que haría y traté de organizar y conectar toda la información.
Miré desde todas las perspectivas. Conocía los riesgos, sabía las consecuencias, entendía las probabilidades. ?Sospecharía Aegan que las dos chicas a las que consideraba estúpidas tenían un peque?o pero gran plan? ?Había dejado él el mensaje para tendernos una trampa? ?O es que alguien me estaba dando la oportunidad de descubrir algo mucho más importante?
Tal vez era eso. Aegan nos subestimaba. En su mundo, solo a él le funcionaba por completo el cerebro. El resto éramos una panda de estúpidos a la que podía patear y movilizar a su antojo. De todas formas, era bueno que pensara así, porque para vencerlo se necesitaba hacerle creer que él iba ganando.
Y ser una perfecta mentirosa.
18
?Mick Jagger ha robado un auto!
Ah, lunes...
O mejor dicho: ???AAAH, LUNES!!!