Miré en todas las direcciones hasta que de pronto vi algo. Estaba un poco lejos, pero era reconocible: un auto. Dos siluetas estaban sentadas sobre el capó, de espaldas a mí. Supuse que debían ser ellos, así que empecé a acercarme.
Unos pasos más, y me di cuenta de que no era Artie, sino que eran dos chicos.
Y uno de ellos era nada más y nada menos que Aleixandre.
Lo raro: no estaba vestido como siempre, sino con ropa deportiva y una gorra. Hablaba con la persona sentada a su lado. Pensé que debía de ser alguno de sus amigos, aunque me pareció raro que el otro chico también llevara gorra y gafas oscuras.
Intentaba entender por qué Aleixandre estaba ahí y Artie no, cuando de forma inesperada el chico que estaba a su lado, a quien no conocía, se inclinó hacia él y lo besó en la boca.
Así mismito: el chico misterioso y Aleixandre se dieron un beso.
Me quedé boquiabierta. Luego retrocedí automáticamente. Recordé todas las veces que Aegan le había preguntado a Aleix dónde estaba su chica. ?Y qué pasaba con Laila, que había sido su pareja en la fiesta? Estaba segura de que ni Aegan ni Laila tenían ni idea de esto.
Se acababa de prender esa mierda.
???Y demasiado!!!
Me subí de nuevo a la bicicleta y volví rápido, ya que era obvio que Artie no estaba por allí. En cuanto llegué al apartamento, abrí la puerta de golpe, fuera de mí. La encontré en su habitación, sobre su cama, con un montón de libros y tareas alrededor, sin nada que indicara que había salido o que pensara salir. La miré, ce?uda.
—?Por qué me citaste en el bosque y no apareciste? —le pregunté. No estaba enfadada, más bien necesitaba respuestas.
Ella no entendió nada.
—No te cité en ninguna parte.
—Pero ?recibí un mensaje tuyo!
Se puso una mano en la frente como si hubiese olvidado decírmelo por culpa de todo el trabajo que tenía.
—Perdí mi móvil esta ma?ana mientras estaba en una exposición en el auditorio —me contó.
Entonces ?quién me había citado en el bosque utilizando su teléfono?
19
El exquisito y tentador fallo en el plan
Pues ahora resultaba que Aleixandre tenía una relación secreta con un chico.
Todo lo relacionado con la persona que me estaba ayudando en mi investigación sobre los Cash estaba siendo demasiado raro. Me estaba guiando, pero me resultaba escalofriante, porque ni siquiera entendía cómo sabía mis verdaderos objetivos. En el fondo, me ponía muy nerviosa, me asustaba, me inquietaba no poder asegurarme de que no diría nada, pero era obvio que esa persona anónima tenía que odiar mucho a los Cash. E igual mientras nada saliera a la luz, debía aprovechar su ayuda.
Antes que nada, por supuesto, ese día debía lidiar con un desafío: Driki.
Llamó a la puerta a las cuatro en punto. Cuando la abrí, lo tuve ante mí con su mochila, un libro en la mano y esa expresión de pocos amigos estampada en la cara. Me hice a un lado para dejarlo pasar. él miró el apartamento con el ce?o fruncido. Entendí por qué. Era un desastre. Había libros, hojas, latas de café y Coca-Cola por todos lados. Además, era el apartamento de dos chicas desordenadas, podías encontrar de todo ahí.
—Lo siento —me apresuré a decir, disculpándome por el desorden—. Ha sido una semana dura.
Adrik dejó la mochila en el suelo y demostró que podía ser igual de caótico. Estaríamos solos porque Artie había ido a comprarse un móvil nuevo.
—Traje mi ejemplar de Jonathan Strange y el se?or Norrell de Susanna Clarke —dijo, y alzó el libro para que lo viera—. Para que no digas que soy tan desconsiderado, no tiene dragones ni elfos. Creo que es el que deberíamos leer, aunque si crees que no puedes con esto y quieres algo más ligero, tengo la saga Harry Potter.
Era muy bueno burlándose sin ser demasiado obvio. Entorné los ojos.
—Según la profesora, debo aprender de ti, ?no? Así que leeré el que tú elijas —repliqué, intentando sonar amable.
Adrik pareció sorprendido. Alzó las cejas y toda su cara denotó un gran ??guau!?.
—?Jude Derry admitiendo que sé más que ella? —dijo con asombro—. Hay que hacer una raya en el cielo...
—No estoy admitiendo nada —resoplé—. Solo... —suspiré. No tenía ganas de discutir ahora—. Hagamos esto. Grabaremos con mi móvil.
Adrik me miró con suspicacia.
—?Por qué no con el mío?
Ah, esa pregunta era tan fácil de responder:
—No quiero que me tengas en tu teléfono. Espera aquí mientras yo lo preparo todo.
Corrí a la habitación, busqué un par de cojines y los coloqué en el centro de la sala. Adrik había dicho que solo teníamos que grabarnos leyendo, pero yo quería hacerlo perfecto. Así que él se dedicó a curiosear mientras yo despejaba un poco el lugar. O sea, empujé las cosas hacia una esquina y coloqué mi teléfono sobre el escritorio del portátil para que apuntara directo a nosotros.
—?Qué es eso? —preguntó Adrik.
Se?alaba mi mochila. El incienso que me había regalado Dash sobresalía de ella.
—Ah, es un tipo de incienso para relajarse, despejar la mente, calmar los nervios, la ansiedad, algo así —respondí al tiempo que probaba el ángulo de la cámara y ajustaba el temporizador para que empezara a grabar—. ?Lo encendemos? La verdad es que estoy superagobiada con todo lo que hay que hacer esta semana y creo que debo bajar un poco mi nivel de estrés.
Adrik se encogió de hombros.
—Por mí no hay problema —aceptó.
Lo encendí en la cocina y lo coloqué junto al escritorio, sostenido por una lata de Coca-Cola. Al instante en que empezó a soltar ese humo delgado y lento, percibí un aroma agradable. No podía determinarlo con exactitud, pero me recordó a un hermoso prado. Lo dejé actuar y poco a poco el ambiente fue adquiriendo un aire mucho más ligero y refrescante.
Con todo ya listo, Adrik se sentó en uno de los cojines y luego yo me senté en el otro. Quedamos frente a frente. La cámara lo estaba grabando todo.
—De acuerdo... —dije, abriendo el libro—. Yo primero. Son tres páginas, ?no?
—Sip.
Comencé a leer las páginas que seleccioné. La verdad es que mi capacidad narrativa era muy buena, pero me esmeré mucho más porque quería superar a Adrik en el vídeo. él escuchaba con atención. Que me mirara no me molestó en absoluto.
De hecho, de repente, nada me molestó en absoluto.
Pensé que ese incienso sí que funcionaba. Comencé a sentirme más tranquila. Fue como si el humo entrara por mis fosas nasales, reuniera todo el estrés y lo drenara. Fuera preocupaciones, fuera pensamientos complicados, fuera temores por los posibles fallos en mi plan, ?e incluso fuera plan! Me sentí tan pero tan liberada que de repente me quedé callada y parpadeé como si intentara entender algo...
Y luego estallé en una risa inesperada.
No tuve muy claro por qué me reía como una loca, solo sentía ganas de hacerlo, y fue relajante, tanto que de pronto el mundo me pareció más divertido y menos realista. Me reí a carcajadas un rato hasta que los ojos me lagrimearon un poco, entonces me los limpié y descubrí que Adrik me estaba mirando fijamente con cara seria.
—Lamento interrumpir tu ataque de risa-epiléptica, pero es mi turno —me avisó sin juzgar mi momento de locura.
Le entregué el libro y comenzó a pasar las hojas. Yo quería escupir peque?as risas sin motivo alguno, pero me las aguanté.
—De acuerdo, ahora silencio. —Adrik carraspeó y empezó a leer.
Me esforcé, en serio, pero al mismo tiempo me empezó a suceder algo muy pero muy extra?o. Un segundo, Adrik leía con normalidad y, al otro, me pareció que su boca comenzaba a moverse más lentamente. Fruncí el ce?o, extra?ada. Lo oía leer los párrafos del libro, pero mi perspectiva lo estaba captando de forma rara. ?Hablaba despacio o rápido? ?Por qué movía la boca de esa manera? ?Y por qué de repente eso me causaba ganas de reír?
Apreté los labios porque él parecía bastante concentrado y me había pedido silencio.
No podía estropearlo...
No podía interrumpirlo...
No podía...
La risa me salió en contra de mi voluntad, fuerte, escandalosa, como el estornudo que no puedes evitar.