—Por los cielos, las del a?o pasado eran más bonitas —opinó lanzando un resoplido.
Yo fruncí el ce?o. O sea, nos acababa de decir que éramos feas. Quise decirle a Artie: ?Sostén mi fealdad?, para luego hacer un gesto como las de ?Y dónde están las rubias? dispuestas a discutir.
—?Usted es la estilista? —le pregunté en respuesta a su comentario.
Ella me miró como si yo fuera un ser mal puesto en el mundo.
—Soy Francheska Vienna —se presentó. Me tragué una risa al escuchar el nombre. Como lo notó, a?adió—: Estilista personal y de confianza de las mujeres de la familia Cash desde hace muchísimos a?os.
—Bueno, nosotras somos Jude y Artie —le hice saber con una amabilidad fingida—. Simples mortales bajo la protección de los hombres Cash desde hace, no lo sé, unas semanas.
La mujer soltó un ?ja? odioso y cínico.
—Los nombres son lo de menos. —Chasqueó los dedos y gritó hacia afuera—: ?Entren!
Una fila de mujeres entró en la habitación. Traían de todo: organizadores de maquillaje, sillas de salón, herramientas de peinar, carritos con fijadores de cabello, secadores, planchas y cajones que tenían dentro cosas que no sabía ni qué eran. La última chica arrastraba un enorme armario con ruedas del que colgaban los vestidos escogidos para la noche. Había tres en total, pero la chica de Aleixandre no estaba allí.
—Un momento, ?y la tercera chica? —preguntó Francheska, girando sobre sus pies como si la desconocida se le hubiera pegado al culo y tratara de encontrarla.
—Ni siquiera la conocemos —se atrevió a hablar Artie.
Francheska resopló.
—Entonces comenzaré con ustedes. Siéntense ya.
Artie y yo nos sentamos en las acolchadas sillas de salón. Nos miramos sin saber si reírnos o ponernos a temblar de miedo.
—Yo no quiero nada demasiado elaborado —avisé.
Francheska detuvo en seco su búsqueda de cepillos y peines, un tanto ofendida.
—Tengo órdenes de Aegan y esas son las únicas que cumpliré.
Genial, esta noche me vería como una payasa.
Decidí no contradecirla para no alargar el momento. Francheska empezó a tunearnos sin permitir que nos viéramos en ningún espejo. A ser sincera, pasaron tres segundos y ya quería levantarme. Sentía tirones en las cejas, sobre los labios y en la cabeza. No cesaron los comentarios sobre que mi cabello necesitaba una hidratación extrema.
Cuando entraron en los comentarios de que mi cara necesitaría la intervención de un cirujano, alcé las manos en se?al de ?basta?. Las mujeres se paralizaron, curiosas.
—Necesito aire unos minutos —dije, y utilicé un tono y una firmeza que habría usado Aegan. Tal vez por eso no me replicaron.
?Mi falso novio estaría orgulloso de mí!
Me levanté y salí de la habitación. Más que necesitar aire, lo que necesitaba era agua o alguna bebida, porque me moría de sed. Se me ocurrió coger algo de la cocina. Debían de tener muchas cosas preparadas, ?no? A lo mejor hasta pillaba algo de alcohol.
Bajé las escaleras con esa intención, pero tuve que detenerme detrás de una pared apenas escuché la voz de Aegan en el pasillo por el que debía pasar para llegar a la cocina.
—En la fiesta harán fotos importantes para un artículo —rugió—. ?Quieres cooperar por una maldita vez en tu vida y cambiar de cara?
—No, no quiero —le replicó Adrik, que, por lo que oía, también estaba furioso—. Pensé que no harías esta estúpida fiesta, pero te tengo demasiada fe a veces, ?no?
Ohmaigá, ?estaban discutiendo?
—Esto es para la beneficencia que Adrien...
—No —le interrumpió Adrik, más molesto aún—. Este show es para ti. Sabes que puedes enviar el dinero al hospital directamente a su nombre, pero no puedes vivir tres segundos sin que te tomen una puta foto.
Sospeché que Adrik dio algunos pasos para irse, pero Aegan le lanzó:
—Te encanta complicar las cosas porque si no lo haces no te sientes en paz, ?no?
Quise asomar la cabeza para verlos, pero era probable que me descubrieran si lo hacía, así que solo me valí de mi oído.
—Paz... —soltó Adrik como si esa palabra fuera demasiado absurda—. Nosotros no tenemos paz, Aegan, y nunca la vamos a tener porque tú sigues con esta ridiculez.
—Entonces, ?qué debemos hacer? —escupió Aegan medio en burla, medio con rabia—. ?Lo que tú digas? Si fuera así, ya nos habríamos lanzado de un puente.
—No me interesa qué quieras hacer con tu vida —dejó claro Adrik—, pero deja de incluirme en ella.
—Sigues siendo parte de esta familia —le recordó Aegan con fuerza—. Sigues siendo hijo de Adrien y sigues teniendo la responsabilidad de hacerle frente al apellido. ?Supéralo de una vez! ?Ya ha pasado un a?o!
—?No te atrevas a decir nada sobre ella! —le gritó Adrik al instante—. ?No tienes ningún maldito derecho!
Sonó tan lleno de rabia que me sorprendió.
Ese ?ella? además solo me hizo pensar en... ?Eli? ?Se refería a Eli?
—Lo que quiero que entiendas es...
—Lo que tú debes entender —le interrumpió Adrik, cargado de ira— es que puede que Aleixandre te tenga miedo, a lo mejor él cree que haciendo todo lo que le pides va a cambiar algo o va a borrar lo que pasó, pero yo no. Déjame en paz, ?oyes? Solo déjame en paz.
Escuché unos pasos furiosos alejarse, y luego un fuerte portazo. Me aparté rapidito de la pared y, por un momento, no supe hacia dónde ir, así que di vueltas sobre mis pies sin lograr conectar dos neuronas para esconderme. Aegan apareció más rápido de lo esperado y al toparse conmigo me dedicó la peor mirada del mundo.
Sí, estaba enfadado. No, más que enfadado. Estaba tan pero tan furioso que su mandíbula estaba tensa y sus manos hechas pu?os.
—?Y tú qué carajos haces ahí? —me rugió.
—Es que iba al ba?o —tuve que mentir.
—Hay un ba?o junto a la terraza —soltó con colérica obviedad.
—Jejé —emití, ampliando la sonrisa—. Sí, ya lo sabía.
Le lancé un bobo beso con la mano y me fui corriendo más rápido que una flatulencia antes de que desatara su ira sobre mí.
?Lo que pasó.? ?Qué había pasado? ?Y lo de Aleixandre...? Quizá el hermano menor no obedecía a su hermano mayor por admiración, sino por temor y deber. De nuevo alguien le temía a Aegan por algo específico, como Artie, y sobre todo como Eli. Más flechas apuntando a que era un monstruo, a que podía hacer cosas horribles como...
?Matar?
Además, los hermanos ocultaban algo. Esa discusión entre Aegan y Adrik me lo había dejado claro. Tenían problemas entre ellos, no eran los hermanos unidos que hacían creer a todos que eran. ?Siempre había sido así o tal vez, en algún punto, algo había roto la hermandad?
Los hilos se estaban conectando. Cada vez era mayor mi sospecha de que Aegan le había hecho algo a Eli, tal como me había dicho Artie. Debía seguir investigando para confirmarlo, porque si esa chica estaba muerta, habría alguna evidencia. La encontraría.
Primero, claro, debía sobrevivir a la fiesta y a la versión femenina de Paolo del Diario de la Princesa.
Volví a la habitación sin los beneficios del alcohol. Cuando Francheska terminó de arreglarme, me dijo que ya podía ponerme el vestido. Sus secuaces me ayudaron con los zapatos de tacón y me rociaron con algún perfume que al menos olía bastante bien. Para finalizar, Francheska se puso frente a nosotras y nos miró durante un minuto largo como si buscara fallos en nuestro aspecto. Al parecer no los encontró, porque de repente asintió y chasqueó los dedos.
—Espejo —exigió.
Una de sus secuaces corrió y arrastró un espejo movible de cuerpo entero que estaba cubierto con una manta. Lo puso frente a nosotras y tiró de ella con dramatismo.