Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)

—?Qué te pasa? —le pregunté en un tono bajo.

—Es que Adrik se puso a beber y luego desapareció —dijo con cierta molestia—. No lo veo por ninguna parte, así que he andado sola por toda la fiesta y todos me miran rarísimo.

Hum, después de la discusión que había escuchado entre él y Aegan, imaginé que estaría por ahí, aún muy enfadado.

—?Alguna vez te has preguntado si Aegan y él están verdaderamente unidos? —pregunté.

—Pues eso es lo que aparentan, ?no? —dudó ella, y luego hizo una mueca de frustración—. Igual Adrik... No lo entiendo. Nadie lo entiende.

Yo sí entendía lo que era estar enfadada con la vida. Sabía que era eso lo que le pasaba a él. Algo había pasado que lo enfurecía mucho. Algo en lo que Aegan tenía que ver, pero no lograba comprender cómo eso se conectaba con Eli.

Mi fabuloso novio se acercó a nosotras de pronto, así que no dije nada más. Sostenía su vaso de whisky y su anillo se veía poderoso, capaz de romper caras. Era malvadamente guapo, claro que sí. Y lo sabía. Le gustaba saberlo.

—?Nos dejas solos? —le pidió a Artie de forma inesperada.

Sonó cortés, pero igualmente fue muy feo por su parte decir eso, considerando que Artie era mi amiga. Iba a replicar, pero ella le dedicó una mirada dura y luego se perdió entre la gente. La verdad es que Aegan se comportaba de una forma odiosa con ella; ya me había quedado claro.

—Te gusta tratarla mal, ?eh? —me quejé—. No lo vuelvas a hacer.

—El que da órdenes aquí soy yo —dijo sin inmutarse— y...

Dejó el vaso sobre la mesa más cercana y, para mi sorpresa, me ofreció su mano. Alterné la vista entre la palma y su cara con una ceja enarcada.

—?Qué?

—Bailemos.

Pesta?eé. ?Quería que bailara? ?Con él? ?Aegan? ?Estábamos en la realidad o me había muerto del aburrimiento un rato atrás y no lo sabía?

—?Me quieres pegar un papel en la espalda que diga ?patéame? o qué? —desconfié.

él giró los ojos y, sin esperar a que le diera permiso, me tomó de la mano y me llevó consigo un poco más lejos de la mesa, hacia donde había otras personas bailando. Sin aviso me puso una mano en la cintura y me pegó a él, tanto que mi pecho se aplastó contra su pecho duro y mi frente quedó a la altura de su nariz. Su colonia cara entró por mis fosas nasales y entonces su boca se acercó a mi oreja.

—No —respondió contra mi oído a mi anterior pregunta—, pero si tuviera un papel lo haría.

Como por arte de magia (o de sus órdenes), el DJ puso la versión de Quando Quando de Michael Buble. Y entonces empezó a bailar conmigo.

Pues... guau, Aegan, guau. Sus pasos y su forma de guiar al ritmo de la música eran expertos, confiados, elegantes. Desde luego, él resaltaba y, por ende, yo también, por lo que en tan solo un segundo fuimos objeto de muchas miradas. Eso a él no le importó en absoluto. A mí, en cambio, que al menos sabía bailar (no te asustes, no hice el ridículo), me costaba creer que estuviésemos haciendo algo tan cliché. ?De verdad estábamos bailando como una pareja que se gustaba? ?Esa canción tan cursi? ?Por qué? ?Solo porque sí? No podía ser posible...

—Escucha —me susurró de repente al oído, cuidando el movimiento de sus labios para que nadie lograra leerlos—. Las fotos que nos van a tomar justo ahora son muy importantes. Pon tu mejor cara de enamorada.

Tras eso, noté que un fotógrafo que estaba entre la gente que nos miraba con curiosidad y la que no nos estaba haciendo fotos mientras seguíamos el movimiento de la música.

Todo cobró sentido para mí. Dejé de sentirme sorprendida.

—Ah, es que necesitas algo —respondí con una sonrisa, aliviada al ver cuáles habían sido sus verdaderas razones para sacarme a bailar, pero quise fastidiarlo—: Y yo que pensé que me sacabas a bailar para tener un momento romántico y tocarme.

Su sonrisa rozó mi oreja. Sentí su respiración, era la respiración calmada de quien tiene la seguridad de controlar su mundo.

—?Estoy entendiendo bien? —preguntó con una diversión juguetona—. ?Acaso tienes ganas de que te toque, Derry? ?Es que quieres pasar una noche conmigo? Aunque no sé si sería muy romántico, no es mi estilo...

—Oh, ?cuál es tu estilo? —le seguí el juego, falsamente intrigada—. Déjame adivinar ?hacerlo duro?.

—Mejor dicho: hacerlo inolvidable —me corrigió.

Buena respuesta. Seguramente habría derretido a cualquier otra chica con ella, sobre todo por esa magnética y natural confianza con la que sonaban sus palabras. Nadie podría dudar de que eso fuese cierto. De ser yo otra persona, habría pensado que Aegan era capaz de enloquecer a una mujer con solo gui?arle el ojo.

—Vaya, es todo lo que deseo hoy —mentí, impresionada.

—Bueno, con tu aspecto de esta noche, no me parece mala idea —consideró.

Alcé las cejas y busqué sus ojos. El brillo astuto, orgulloso y malicioso estaba allí, en esos iris de un gris casi transparentes. Era impresionante cómo sus ojos entornados parecían reírse de todo con naturalidad. Habría sido el encantador y perfecto villano de una película.

—?Entiendo bien, Cash? —recurrí a su misma estrategia con la misma picardía—. ?Es que acaso te gusto?

—Me gusta cómo te ves justo ahora. —Alzó ligeramente los hombros.

—Eso no responde mi pregunta —aclaré, y la pronuncié más lentamente—: ?No te gusto ni un poquito, Aegan?

Tuve muchas ganas de escuchar su respuesta.

Pero tenía formas más astutas de desviar las cosas.

En ese instante, él me hizo girar con habilidad. Me retuvo con sus brazos alrededor de mi cintura y me obligó a mover nuestros cuerpos con ligereza de izquierda a derecha. Un paso muy delicado, dulce, aunque yo solo fui consciente de que mi espalda quedó contra su pecho, su pelvis contra mi trasero y su boca contra mi oreja. Me sentí extra?amente peque?a, atrapada entre sus brazos, como si pudiese romperme con tan solo apretar un poco más.

Delante de nosotros vi al fotógrafo inspirado con la cámara a la altura del rostro.

—Sonríe para la foto —me ordenó Aegan con una sonrisa.

El flash se disparó, cegándome por un momento. Pensé que él me giraría entonces para seguir bailando, pero en esa misma posición susurró contra mi oído con una voz tan baja que sonó peligrosa:

—Estaré encantado de pasar la noche contigo, si es que después de la fiesta todavía quieres, claro...

Volvió a darme la vuelta con agilidad, hizo una inclinación caballerosa como para despedirse y se fue a buscar su vaso de whisky para continuar su tour de conversaciones por la fiesta. Por supuesto, ya había obtenido de mí lo necesario, así que me dejó ahí parada, demasiado intrigada por lo último que había dicho. ?Si todavía me apetecía? ?Qué significaba eso?

Oh, realmente no sabía lo que me esperaba.

Unas horas después de puro aburrimiento y de escuchar lo maravilloso que era el padre de los Cash, llegó el momento del brindis.

Todos se concentraron en el patio. No vi a Adrik por ninguna parte, pero sí a Artie, frustrada; a Owen, enganchado del brazo con su chica, y a Aleixandre, con su rubia Laila, muy acaramelados los dos. Los camareros nos entregaron copas de champán. En el cielo aún refulgían las estrellas, prometiendo, como una mentira, una linda noche.

El DJ bajó el volumen de la música y Aegan esperó un momento a que la concentración se completara, y luego se situó en el centro de la gente, que esperaba ansiosa, atenta.

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