El lado bueno de las cosas

Cuando leí tu carta lloré durante mucho tiempo. Sé que fui un mal marido, y no estoy cabreado por que me enga?aras o me dejaras, ni siquiera por que te volvieras a casar. Te mereces ser feliz. Y si estás casada ahora, volver conmigo sería un pecado, porque significaría que estamos cometiendo adulterio, incluso aunque sigo pensando en ti como mi esposa. Estos pensamientos me marean, ya que me hacen dar vueltas sin control, y hacen que quiera golpearme la frente con algo duro y abrir mi cicatriz, que me pica cada vez que estoy confuso o alterado. Utilizando tu metáfora… desde que puedo recordar, he estado conduciendo por una autopista oscura, adelantando a coches veloces. Todo lo demás ha sido una entrada en boxes: la familia, los Eagles, los bailes, mis entrenamientos. He estado conduciendo hacia ti todo el tiempo, deseando solo una cosa: reunirme contigo. Y ahora, finalmente, me doy cuenta de que estoy intentando cortejar a una mujer casada, y sé que es un pecado. Pero no creo que puedas entender lo duro que he trabajado para este final feliz. Estoy en forma, y ahora estoy practicando cómo ser amable en vez de correcto. No soy el hombre con el que estuviste casada todos aquellos a?os de soledad. Soy un hombre mejor. Un hombre que te llevaría a bailar y que dejaría por completo el deporte (entrenar y los Eagles) si eso te hiciera feliz. Mi conciencia me dice que no debería continuar con estos sentimientos, pero el que me dijeras que me leyera la novela de Twain me hizo pensar que quizá me estabas enviando una se?al. Huck pensó que no debería ayudar a Jim a escapar, pero siguió a su corazón, liberó a Jim, y esto fue lo que se convirtió en el final feliz. Así que, quizá de un modo indirecto, me estás diciendo que… ?debería seguir a mi corazón? ?Por qué otra razón ibas a recomendarme específicamente Las aventuras de Huckleberry Finn?

Además, todo el tiempo que pasamos juntos no fue malo. Puede que el final fuera tétrico, pero ?recuerdas el principio? ?Recuerdas la universidad? ?Recuerdas cuando condujimos hasta Massachusetts en mitad de la noche? Era el viernes de después de los exámenes de mitad de trimestre y estábamos viendo uno de esos programas de viajes en la PBS porque ambos pensábamos que volveríamos a viajar después. Todos nuestros amigos se habían ido a la Casa del Fútbol Americano a una fiesta, pero nosotros nos quedamos juntos en el sofá de mi casa unifamiliar para una noche de vino y pizza. Estábamos viendo aquel programa sobre ballenas, viendo la costa de Martha’s Vineyard, y me preguntaste si hacían vino en Martha’s Vineyard. Te dije que la temporada de crecimiento en Nueva Inglaterra sería demasiado corta para obtener los tipos adecuados de uva, pero tu insististe en que debía de haber un vi?edo si la isla se llamaba Martha’s Vineyard. Tuvimos aquella acalorada discusión riéndonos y golpeándonos con las almohadas el uno al otro; entonces, de repente estábamos en mi viejo Taurus, conduciendo hacia el norte.

Estoy seguro de que no pensabas que iba a conducir todo el camino hasta Massachusetts sin cambiarnos de ropa o asearnos, pero pronto nos encontramos sobre el puente Tappan Zee, y tú me sonreías, y yo te cogía de la mano.

Nunca llegamos a Martha’s Vineyard, pero pasamos un fin de semana bastante loco en un motel barato justo a las afueras de Cape Cod. ?Te acuerdas de los paseos por la playa en marzo? ?O nuestro olor al hacer el amor mientras disfrutábamos el uno con el otro una y otra vez en aquella habitación del motel? ?Recuerdas cómo cada vez que saltábamos en el colchón, el humo de nuestros cigarrillos parecía filtrarse por los lados? ?La cena de langosta que derrochamos en aquel restaurante tan cursi llamado Capitán Bob, donde los camareros llevaban parches en el ojo?

Siempre dijimos que volveríamos a Massachusetts, cogeríamos el ferry y veríamos si Martha’s Vineyard realmente tenía vi?edos. Entonces ?por qué no lo hicimos? Seguramente porque teníamos clase el lunes por la ma?ana. Pero ojalá hubiéramos cogido ese ferry cuando tuvimos la oportunidad. ?Qué era lo peor que podía haber pasado? Nos habríamos perdido las clases. Ahora parece tonto conducir todo el camino hasta Cape Cod con la intención de coger el ferry hacia Martha’s Vineyard solamente para pasar el fin de semana en un motel barato en las afueras de Cape Cod.

Lo que quiero decir es que quizá aún podamos coger aquel ferry, Nikki. Puede que no sea demasiado tarde.

Sé que todo esto es demasiado complicado ahora, pero debe de haber una razón por la que estemos en contacto otra vez. Debe de haber una razón para que perdiera la memoria y luego la llenara con una enfermiza necesidad de mejorar. Debe de haber una razón si Tiffany llega a intercambiar esta carta. Todo lo que te estoy pidiendo es que mantengas abierta la posibilidad de que nos encontremos para que continuemos comunicándonos mediante nuestro vínculo.

Mi terapeuta, Cliff, dice que siente que estoy como envenenado por un gran descubrimiento, y que cree que ha estabilizado mis tendencias violentas con medicación. Sé que en mis escritos mencionaba que escupía muchas de mis medicinas cuando al principio llegué a casa, pero ahora estoy tomándome todas las pastillas y puedo notar que mi salud mental se estabiliza. Cada día siento que estoy más cerca de recobrar el recuerdo de nuestra desaparición. Y no importa lo que recuerde, no importa lo que realmente ocurriera entre nosotros, eso no cambiará lo que siento por ti. Estás viviendo con otro hombre, te has vuelto a casar, ?qué puede ser peor que eso? Todavía te quiero. Siempre te querré, y ahora estoy preparado para demostrarte mi amor por ti.

Espero que esta nota haya sido lo suficientemente concisa, ya que he intentado encarecidamente que no sobrepasara las cinco páginas, y lo he conseguido. Te echo tanto de menos, Nikki… Cada peca de tu bonita nariz.

Te quiere,

PAT, tu semental sexy

(?recuerdas esto del vídeo de nuestra boda?)





CARTA N.o 4 - 29 DE NOVIEMBRE DE 2006



Querido Pat: