El lado bueno de las cosas

—Para que puedan sentir compasión por los demás. Para que sepan que hay personas que tienen más dificultades que ellos. Esta vida puede ser una experiencia muy diferente para cada uno, según lo que tenga en la cabeza.

No se me había ocurrido esa explicación, no se me había ocurrido que libros como ese podían ayudar a hacer que otros comprendieran qué se siente siendo Esther Greenwood. Ahora me doy cuenta de que siento verdadera compasión por Esther; si fuera una persona real trataría de ayudarla, pues la entiendo lo suficiente para saber que no solo está loca, sino que el mundo ha sido cruel con ella y está sufriendo. Que estaba deprimida por todo lo que tenía en la cabeza.

—?No estás enfadado conmigo? —digo cuando veo que Cliff mira el reloj porque nuestra sesión ya casi ha terminado.

—No, en absoluto.

—?En serio? —pregunto porque sé que Cliff probablemente escribirá todos mis fracasos en un expediente en cuanto me vaya, y lo más seguro es que piense que ha fracasado como mi terapeuta (al menos esta semana).

Cliff se pone en pie, me sonríe y luego mira por la ventana al gorrión que hay en el alféizar.

—Antes de que te vayas, Pat, tengo que decirte algo muy importante. Es un asunto de vida o muerte. ?Me estás escuchando? Quiero que lo recuerdes, ?de acuerdo?

Empiezo a preocuparme; Cliff parece muy serio, pero trago saliva, asiento y le digo:

—De acuerdo.

Cliff se vuelve.

Cliff me mira.

Su cara está muy seria y yo estoy nervioso.

Pero entonces Cliff levanta las manos y grita:

—?Ahhhhhhhhh!

Yo me río, porque Cliff me ha gastado una broma, así que me pongo en pie, levanto las manos y grito:

—?Ahhhhhhhhh!

—?E! ?A! ?G! ?L! ?E! ?S! ?EAGLES! —cantamos al unísono mientras tratamos de representar las letras con nuestras extremidades, y debo decir, aunque suene estúpido, que cantar con Cliff me hace sentir mucho mejor, y a juzgar por la sonrisa que veo en su peque?a cara marrón, él lo sabe.





COLOCADA CON MUCHO CUIDADO, COMO SI PUDIERA CAERSE CUANDO SOPLEN LOS VIENTOS OTO?ALES


Desde el sótano, oigo a mi padre decir: —Va aquí, en esta mesa.

Oigo a tres personas moverse por la salita y pronto parece que colocan algo muy pesado. Quince minutos después oigo el estruendo de un partido de fútbol americano universitario (bandas tocando, tambores a porrillo y cánticos) que llega de arriba; entonces me doy cuenta de que mi padre ha reemplazado el televisor de la salita. Oigo las pisadas de los transportistas al marcharse, y entonces papá sube tanto el volumen que puedo oír cada cosa que dicen los comentaristas, a pesar de que estoy en el sótano y tengo la puerta cerrada. No sigo el fútbol americano universitario, así que realmente no conozco a los jugadores sobre los que hablan.

Hago algunos ejercicios y me dedico simplemente a escuchar. Me gustaría que papá bajase al sótano y me contase lo de la tele, y que incluso me pidiese que fuese a ver el partido con él. Pero no lo hace.

De repente, quizá una media hora después de que hayan traído la tele, advierto que mi padre baja el volumen y oigo que mamá pregunta: —?Qué demonios es eso?

—Es un televisor de alta definición con altavoces —responde mi padre.

—No, eso es una pantalla de cine y…

—Jeanie…

—No digas ?Jeanie?.

—Trabajo muy duro para ganar dinero ?y ahora me vas a decir en qué tengo que gastarlo?

—Patrick, eso es ridículo. Si ni siquiera cabe entero en la mesa. ?Cuánto has pagado por eso?

—No importa.

—Rompiste el televisor antiguo para comprar uno nuevo, ?verdad?

—Dios santo, Jeanie. ?Puedes dejar de fastidiarme de una maldita vez?

—Sabes que tenemos un presupuesto, acordamos…

—Oh, está bien, tenemos un presupuesto.

—Acordamos que…

—Tenemos dinero para alimentar a Pat. Tenemos dinero para comprarle ropa nueva a Pat. Tenemos dinero para comprarle a Pat un nuevo gimnasio. Tenemos dinero para las medicinas de Pat. Bueno, según lo veo yo, también hay dinero para un jodido televisor nuevo.

Escucho los pasos de mi madre, ha salido de la salita. En ese instante mi padre pone el partido de nuevo. Oigo cómo mi madre sube a su habitación. Sé que ahora llorará por lo que ha dicho mi padre.

Es culpa mía que no tengan suficiente dinero.

Me siento fatal.

Hago abdominales con el Stomach Master 6000 hasta que es hora de salir a correr con Tiffany.