Entrelazados

Se aproximó de manera vacilante, y cuando llegó hasta ellas, se detuvo y dejó caer la mochila a sus pies.

Mary Ann se puso rígida. Sintió que se le quedaba la boca seca. ?Qué iba a hacer si él le pedía que salieran juntos? Tucker era su primer y único novio. En realidad, el único que le había pedido que saliera con él, así que nunca había tenido que rechazar a nadie. Aunque no sabía si aquel chico quería pedirle que saliera con él. ?Por favor, no me lo pidas?.

??No crees que eres una egocéntrica? La mayoría de los chicos quieren tus apuntes, no tu cuerpo?.

—Este día no podía ser mejor —dijo Penny.

El chico saludó con timidez.

—Hola —dijo. Después frunció el ce?o y se frotó el pecho, como había hecho ella misma un poco antes. él entrecerró los ojos y miró a su alrededor.

—Hola —dijo Mary Ann, y fijó la mirada en la mesa. No sabía qué decir.

Se hizo un silencio muy incómodo.

Penny suspiró.

—Está bien. Ella se llama Mary Ann Gray, y estudia en Crossroads High School. Te daré su número de teléfono si me lo pides de una manera agradable.

—Penny —dijo Mary Ann, y le dio una palmada en el hombro.

Penny hizo caso omiso.

—?Cómo te llamas tú? ?Y a qué instituto vas? —le preguntó al muchacho—. ?Al Caballo Salvaje? —inquirió con disgusto.

—Me llamo Aden. Aden Stone. Acabo de venir a vivir aquí. Y no voy a un instituto público —dijo él, e hizo una pausa—. ?Pero qué tiene de malo el Caballo Salvaje?

Tenía una voz grave, que producía escalofríos. Ella se obligó a concentrarse en lo que estaba diciendo, en vez de en su timbre. Había dicho que no iba a un instituto público. ?Significaba eso que iba a una escuela privada, o que se estaba educando en su casa?

—Es nuestro rival más grande y allí van los peores humanos de la tierra —dijo Penny, y le ofreció una silla—. Bueno, ya que no estudias allí, ?quieres sentarte con nosotras, Aden Stone?

—Oh, yo… yo… si no os importa —dijo, aunque se dirigió a Mary Ann.

Antes de que ella pudiera responder, lo hizo Penny.

—Claro que no le importa. Me estaba diciendo que ojalá vinieras a saludar. Siéntate, siéntate. Háblanos un poco de ti.

Lentamente, Aden se acomodó en la silla. El sol le acariciaba el rostro como si lo adorara. Y, por un momento, sólo durante un momento, Mary Ann vio los diferentes colores de sus ojos otra vez. Verde, azul, dorado y marrón. Asombroso. Sin embargo, tan rápidamente como habían aparecido, desaparecieron, y dejaron de nuevo el color del ónice.

Olía a pino y a bebé. ?Por qué a bebé? ?Tal vez porque se había limpiado con una toallita humedecida? De todos modos, estando tan sucio, debería haber despedido un olor desagradable. Sin embargo, aquel olor le recordaba a Mary Ann a algo… o a alguien. No sabía a quién. Sólo sabía que sentía el repentino impulso de abrazarlo.

?Abrazarlo?

?De la atracción, a la curiosidad, al disgusto y al afecto? En serio, ?qué le estaba ocurriendo? ?Y qué iba a decir Tucker? Ella nunca había coqueteado con otros chicos, aunque en aquel momento tampoco estuviera haciéndolo, así que no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar Tucker. Tal vez fuera una pira?a en el campo de fútbol, pero siempre había sido muy amable con ella.

—Me estaba preguntando… Te vi fuera del cementerio —le dijo Aden a Mary Ann—. Eh… Tú… ?Notaste algo que te inquietara?

Tan vacilante... Era muy mono. Y muy dulce, también. El impulso de abrazarlo se intensificó. Sin embargo, Mary Ann se limitó a mirarlo fijamente, porque no sabía si lo había entendido bien. ?Acaso él también había sentido aquel viento extra?o?

—?Como qué?

—No importa —respondió él, con una sonrisa que rivalizaba con la de Penny, y que la superaba.

No debía de haberlo sentido, pensó Mary Ann.

—?Estabas visitando la tumba de algún ser querido?

—Eh, no. Yo… trabajo allí. Seguramente, van a dar muchas noticias sobre la profanación de varias tumbas. Yo estaba limpiando las cosas.

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