Suspiré y volví a levantar la mirada.
—Se supone que hace treinta y cinco minutos —dijo Will—. Supongo que habrán llegado tarde.
—Qué novedad —puse los ojos en blanco otra vez.
Mi hermano no tardó en salir. Puse una mueca al verlo aparecer medio desnudo con todas esas chiquillas gritándole emocionadas. Jenna abrió los ojos de par en par.
—Van vestidos de forma... peculiar.
—?Van vestidos? —mumuré.
Tantos a?os y seguían obligándome a ir a ver sus tonterías.
El concierto terminó y Mike se bajó de un salto del escenario, viniendo directo a nuestra mesa. Mi mirada fue inmediatamente a Jenna, que estaba dándole un torpe sorbo a su cerveza. Mike ni la vio. Menos mal. Lo último que necesitaba era que se fijara en ella.
—?Qué tal? —me preguntó mi hermano—. ?Te ha gustado?
Suspiré. No quería sacar todo mi mal carácter tan rápido.
—Fascinante.
—Sí, ?verdad? ?Y a vosotros?
Los demás pusieron caras de circunstancias.
—Ha estado bi... —intentó decir Jenna.
—?Y tú quién eres?
Oh, no.
Me tensé al instante en que Mike clavó sus ojos hambrientos en Jenna, que parecía completamente incómoda.
—Creo que no te tenía fichada —le dijo, el muy idiota.
—Normal, no soy una ficha.
Parpadeé, sorprendido, y miré Jenna. Cuando nuestras miradas se cruzaron, tomé un trago de cerveza para disimular la sonrisa. Ella frunció un poco el ce?o cuando Mike arrastró una silla entre nosotros.
—Soy Mike —se presentó él—. Soy el hermano de este idiota.
Genial. Menuda impresión se llevará de mí.
—?Sois hermanos? —parecía perpleja.
—Desgraciadamente —la miré—, sí.
—No se parecen en nada —remarcó Will.
Pero Mike estaba centrado en su labor. Tuve que hacer esfuerzos monumentales para no apartarlo de un manotazo y espantar a Jenna.
—?Y tú cómo te llamas? —le preguntó, inclinándose.
Bueno, nunca he tenido mucha paciencia.
—Nada que te importe —le dije de malas maneras—. Ya he cumplido, así que dile a mamá que no tengo que venir a ver esta mierda hasta dentro de un a?o.
—Mamá estará muy contenta de que me hayas traído nuevos fans. Deberías apoyar más a tu hermano mayor, Ross.
—Lo haré el día que hagas algo que valga la pena apoyar.
Vi que Jenna entreabría los labios, sorprendida, y me arrepentí al instante. Mike captó mi mirada y entrecerró los ojos, divertido.
—?Es tuya?
Será una broma.
Abrí al boca para decir algo, pero me detuve cuando Jenna se me adelantó.
—No soy de nadie, gracias. Y si fuera de alguien, sería de mi madre, que para eso me parió.
Creo que sonreí cuando todo el mundo se quedó en silencio. Mike se había quedado sin palabras. ?Alguna vez lo había visto así? Lo dudaba mucho.
Vale, definitivamente, me gustaba esa chica. Me daba igual Naya, Will y todo lo demás. No podía evitarlo.
—Qué carácter, chica —reaccionó por fin mi hermano.
—No la molestes —le dijo Naya—. Eres muy pesado, Mike.
Y dejé de escuchar porque Jenna había bebido de su cerveza y se había dejado los labios húmedos. Se me secó la boca cuando se pasó un dedo por debajo del pintalabios para secarse, asegurándose de no quitarlo. Y no supe si quería limpiarle yo la boca o hacerle un desastre. Creo que prefería la segunda.
Volví a centrarme cuando Mike se alejó y Jenna me miró de reojo.
—No lo soporto —estaba diciendo Naya—. Lo siento, Ross, pero...
—No te preocupes, siento lo mismo —le aseguré.
—?Y qué hacemos aquí? —me preguntó Jenna.
Aparté la silla de Mike para volver a acercarme disimuladamente mientras hablaba.
—Mi madre quiere que venga a verlo, al menos, una vez al a?o. Es la única forma de que no me moleste con él el resto del a?o.
Ella pareció sorprendida, pero no dijo nada.
—?Cómo están tus padres? —me preguntó Will.
?Por qué teníamos que hablar de ellos ahora? Yo quería hablar del pintalabios de la chica que tenía sentada al lado. Pero tuve que conformarme.
—Bien, como siempre. Mi madre sigue pintando líneas en un lienzo y llamándolo arte abstracto, y mi padre sigue leyendo para no morirse del aburrimiento.
—?Tu madre es pintora? —a Jenna se le iluminó la mirada.
Me quedé mirándola un momento y tuve que centrarme en Mike para poder seguir la conversación.
—Eso se llama a sí misma. Aunque está claro que lo de artista no es hereditario. Mike lo ha demostrado esta noche.
Mientras salíamos del local, me deslicé disimuladamente hacia Will mientras Naya, Sue y Jenna se adelantaban.
—Dame las llaves —le dije en voz baja.
—?Ahora? —preguntó, enarcando una ceja.
—Sí, déjame conducir.
—?Por qué? —pareció curioso.
—Por nada. Solo dámelas.
—No será para llevar a Jenna a la residencia, ?no?
Le quité las llaves rápidamente y le dediqué una sonrisa divertida.
—?Cómo puedes pensar eso de mí?
—No dejas de mirarla fijamente como si quisieras arrancarle la ropa, tío. Deberías disimular un poco más. Tienes suerte de que Naya no se haya dado cuenta. Creo que ella tampoco, pero es cuestión de tiempo que...
—Tranquilo, abuelo, no se dará cuenta hasta que no sea estrictamente necesario.
él puso los ojos en blanco.
—Por cierto —Will se cruzó de brazos—, ?qué es eso de que tuviste que pedirle las llaves a Chris para dejar las cosas de Naya? ?Yo no te había dado unas?
En lugar de responder, hice un gesto hacia el coche, malévolo.
—Venga, vamos a casa. Tengo sue?o.
—Eres un caso perdido —murmuró Will, siguiéndome.
Jenna se subió a mi lado y me distraje un momento mirando sus rodillas. Conduje en silencio —con el estéreo de los besos de esos dos y los gru?idos de Sue de fondo— y me detuve delante de nuestro edificio. Jenna pareció dudar un momento cuando nos quedamos solos.
—?Te llevo? —ofrecí.