Tres meses (Meses a tu lado #3)

Observé cada movimiento que hizo cuando se acercó a mí y se subió a la cama. Tragué saliva cuando se acercó para poder ver mejor, casi rozándome con la rodilla. La recorrí entera con los ojos mientras ella sonreía a la pantalla.

Mierda. ?Por qué me esta costando tanto centrarme? Me removí en la cama y puse la película solo para no tener que volver a mirarla. Necesitaba centrar mi atención en otra cosa. En cualquier otra.

Creo que ni me enteré de la película, pero daba igual. Me la sabía de memoria. Como casi todo el mundo normal. Incluso intenté no girarme a ver sus expresiones porque olía demasiado bien y yo me estaba distrayendo demasiado mal.

—?Y bien? —pregunté cuando la película terminó.

Me permití girarme y me arrepentí al instante. Su cabeza estaba a centímetros de la mía. Pero ella miraba la pantalla con una peque?a sonrisa. Mis ojos fueron irremediablemente a sus labios y se me secó la boca.

—No ha estado mal —me dijo, mirándome.

Eso me distrajo completamente.

—??Que no ha estado mal?! —repetí, perplejo—. Acabas de ver mi infancia en una hora y media, ?y tu conclusión es que no ha estado mal?

Ella pareció intentar no sonreír.

—A ver, sí, vale, me ha gustado.

—Sabía que no podrías resistirte a los encantos de Simba —bromeé.

Espero que tampoco puedas resistirte a los míos.

—Pues el que más me ha gustado ha sido Pumba.

Me puse a buscar alguna otra película al sonreír. No quería que se fuera tan rápido pese a que ya sabía perfectamente que no haríamos nada de lo que me hubiera gustado hacer con ella.

Eso quizá debería haberme decepcionado, pero no lo hizo. De hecho, estaba conforme con solo tenerla ahí sentada, mirando una película conmigo.

—?Por qué?

—No lo sé. Me ha parecido muy tierno.

—?Tierno en el sentido de que te lo comerías o en el sentido de ternura?

Jenna pareció completamente alarmada y me hizo gracia.

—Dios mío, en el sentido de ternura. Comerse a Pumba sería como... pisar una flor en peligro de extinción.

—Qué profunda. Quizá sí tengas espíritu poeta, después de todo.

Podría ser tu musa.

No sé por qué, pero accedió a quedarse conmigo más tiempo. Y, tampoco sé por qué, pero me alegró que lo hiciera. Especialmente porque, mientras ella miraba la película y murmuraba cosas que yo pretendía escuchar, tenía vista directa sobre su cuerpo entero. Y, además, a la mitad de la última película se acercó un poco más y su rodilla se pegó a la mía. Lo intenté, pero apenas pude despegar la mirada de ahí en toda la película.

Tampoco sé por qué, pero le expliqué que quería ser director de cine y, para mi sorpresa, pareció interesarle.

—Wow. Ahora entiendo todo lo de las paredes.

Miré a mi alrededor. Sí. Era un poco exagerado.

—?No te gusta?

—Es original —miré su cuello cuando lo estiró para ver cada póster con más atención—. Mi habitación no tiene ni uno. Aunque tampoco es que me gusten muchas cosas.

—Ahora puedes poner uno de Pumba.

Ella empezó a reírse y no pude evitar una peque?a sonrisa de triunfo cuando vi sus labios curvándose solo para mí.

—Seguro que a Naya no le extra?a nada entrar y ver la foto de un cerdo rojo en mi pared —me dijo, divertida.

Me quedé mirando sus labios. Joder, ?por qué me gustaba tanto? Era guapa, sí, pero tampoco era la chica más guapa que había visto en mi vida. Entonces, ?por qué demonios no podía dejar de mirarla?

Ella se volvió a colocar un mechón tras la oreja, divertida, y estuve a un segundo de estirar la mano y hacerlo yo mismo...

...justo cuando Naya tuvo que abrir la maldita puerta.

Me giré con cara de fastidio.

—?Estáis haciendo algo que no pueda presenciarse? —preguntó, tapándose los ojos. Ojalá lo estuviéramos haciendo—. Genial. ?Quieres que nos vayamos?

Clavé los ojos en Jenna. No quería que se la llevara tan pronto, pero por la mirada que me dedicó Naya, supe que ella sí quería. Casi me retó con los ojos.

—?Ya habéis terminado? —le pregunté, enarcando una ceja.

—Cállate —me puso una mueca antes de girarse hacia ella—. Vamos, Jenna, he llamado a un taxi y debe estar abajo.

No pude evitar apretar un poco los labios cuando el peso de la cama se cambió al deslizarse fuera de ella. Naya me sacó el dedo corazón y yo hice lo mismo antes de girarme a contemplar el culo de Jenna por última vez mientras se ponía las botas.

Esta bostezando cuando siguió a Naya hacia la puerta, que parecía tener demasiada prisa. Borré mi expresión de fastidio cuando Jenna se detuvo en la puerta. Entrecerré los ojos, curioso, cuando pareció pensarlo un momento antes de darse la vuelta hacia mí.

—Buenas noches, Ross —me dijo con una peque?a sonrisa.

La observé un momento antes de hacerle un gesto con al cabeza. Ella se dio la vuelta y me dejó solo con el portátil, que cerré y dejé a un lado, pasándome una mano por la cara.

Acababa de irse y sólo podía pensar en cuándo volvería a verla.





Capítulo 2


El concierto de Mike me apetecía casi tanto como lanzarme por la maldita ventana.

Me puse la sudadera y salí de la habitación, mirando mi móvil. ?Por qué seguía hablándome la chica de la otra noche? En fin... la ignoré y me centré en Sue y Will, que estaban charlando en la cocina. Se callaron al ver que llegaba sin molestarse en intentar ocultarlo.

—?Qué? —enarqué una ceja.



—Nada —Sue sonrió ligeramente—. Solo hablábamos de tu peque?a sequía.



—?Mi peque?a sequía? —pregunté, entrecerrando los ojos.



—La compa?era de habitación de Naya estaba anoche contigo en la habitación —me dijo Will—. Naya dice que no hicisteis nada.



—?Y vosotros qué sabéis? —sonreí de lado, acercándome para robar una golosina de la bolsa de Sue—. A lo mejor es silenciosa.



Espero que no.

—Es obvio que no hiciste nada. La chica no se fue con las bragas en el bolsillo o el pelo hecho un asco —Sue puso los ojos en blanco y me quitó la bolsa cuando fui a robar más.



—Bueno, no hice nada. Es verdad.



—?Y te encuentras bien? —ella parecía horrorizada—. Creo que es la primera vez desde que te conozco que no haces eso con una chica que entra en tu habitación.

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