Recuerdos del mismo peso. No existen recuerdos que puedan igualar a este. Y la última hora los ha vuelto aún más pesados.
Entonces me rompo. Estallo. Las lágrimas ruedan calientes por mis mejillas y sollozos desgarrados me alteran la respiración. Sel me observa con tristeza e impotencia. Casi como si estuviera preocupado por mí, como si sufriera por mí… Pero, si eso es cierto, es otra verdad que no soy capaz de gestionar.
Abro la puerta y corro hacia el pasillo; dejo que la puerta se cierre de un portazo tras de mí. Sel me deja ir al principio. Llego hasta el vestíbulo y la puerta principal antes de que me alcance.
Siento su mirada en la nuca.
—Déjame en paz, Sel.
Me agarra por el hombro izquierdo.
—No estás en condiciones de volver a casa sola.
Me aparto con brusquedad, pero ambos sabemos que la única razón por la que me suelta es porque lo ha decidido.
Se queda en mitad del gran vestíbulo, una sombra de mirada escrutadora, y de repente lo comprendo todo. Ha nacido en este mundo, para bien o para mal. Igual que Nick y los descendientes, los escuderos y los pajes, todos se han criado dentro de las leyendas de la Orden. De pronto, lo único que veo son los cientos de a?os de historia que no me pertenecen. Una guerra que no me pertenece.
—No debí venir.
—Bree…
Levanta la mano de nuevo hacia mí justo cuando abro la puerta principal y me encuentro cara a cara con Nick.
40
Nick tarda en segundo en procesar mi cara cubierta de lágrimas con Sel detrás de mí, con la mano en mi hombro. Russ y Felicity observan la escena con recelo justo cuando el merlín aparta la mano.
—?Qué narices pasa aquí? —pregunta.
Se me corta la respiración al ver su mirada. Anuncia el nacimiento de una emoción fuerte y afilada, que intenta liberarse como una hoja que rasga la tela.
—Necesito irme a casa. —Hago ademán de rodearlo, pero me agarra por el codo bueno antes de que dé dos pasos.
—?Por qué? —Me mira a mí y a la expresión estoica de Sel.
Convierte al mago del rey en el objetivo de su ira—. ?Qué le has hecho?
—Nada —dice con cansancio—. Aunque no me creerás.
—No ha hecho nada —confirmo y me zafo del agarre. Me interpongo entre él y Russ y bajo las escaleras.
Nick me sigue.
—Entonces, ?por qué lloras?
Me doy la vuelta.
—Necesito irme a casa. Ahora no quiero estar aquí. —Me dirijo a Felicity—. ?Me llevas a casa?
—Puedo llevarte yo —insiste Nick.
No soporto mirarlo.
—?Felicity? ?Por favor?
Nos mira a los dos y de nuevo a Sel, luego a Russ.
—Russy, ?me traes el coche? —El escudero no duda. Baja corriendo los escalones de piedra hacia el garaje de la logia.
—?Bree!
—Deja que se vaya, Nick —dice Sel desde la puerta, y ambos nos quedamos paralizados. Nick. No Nicholas.
La mirada del merlín se encuentra con la mía. Es solo un instante, pero Nick se da cuenta. En esa fracción de segundo, descubre algo nuevo entre el mago del rey y yo. Algo que no es capaz de explicarse ahora mismo, ni siquiera a mí mismo. Cuando se vuelve hacia mí, la confusión y el dolor de sus ojos me destrozan el corazón.
Tartamudeo y comienzo varias frases, pero ninguna toma forma.
Confundo las palabras y no sé qué decir. Lo miro sin respuesta. Por fin, pronuncio lo único que tal vez haga que lo entienda, con la voz quebrada en cada silaba.
—Fue un accidente.
No es la elección correcta.
Nick se acerca un paso, con la voz ablandada y dolorosa.
—?Qué fue un accidente, B? —No sabe que me refiero a mi madre. Cree que me refiero a algo con Sel.
Por Dios, no. Eso no…
Hay movimiento dentro de la logia. Detrás de Sel, aparecen Tor y Sar en pijama. Se forma una multitud. Todo el mundo lo sabrá.
Todo el mundo me verá así.
Aparto la mirada y vuelvo a centrarme en Nick. Respiro con dificultad y lo intento de nuevo, porque tiene que entenderlo.
—El coche —susurro mientras lágrimas frescas me queman los ojos—. Aquella noche. El hospital. Nadie… Fue solo un accidente.
A medida que la comprensión se abre paso, la sangre desaparece de su rostro. La devastación que muestra es por mí, por mi dolor. Sin embargo, si la acepto, si dejo que me toque, me destrozaré. Sé que lo haré. Se me acerca, pero levanto las palmas y baja la mano. El simple gesto de alejarlo lo rompe tanto como a mí.
—?Cómo? ?Cómo has…? —Se detiene. Se vuelve de nuevo hacia la puerta de la logia, donde Sel nos observa, con expresión ilegible. Esta vez, cuando vuelve a mirarme, lo hace con una pétrea acusación—. ?Con él?
—Lo siento —susurro y camino de espaldas por el césped—.
Todo esto ha sido un error.
Neumáticos sobre la grava. Russ frena detrás de mí con el Jeep de Felicity. Nick niega con la cabeza.
El coche está al ralentí, lo bastante alto como para que los legendborn del vestíbulo no me oigan. Pero Nick sí, y Sel también.
—Ya no puedo estar aquí.
El aire abandona los pulmones de Nick en un arrebato roto.
Sabe que no me refiero a esta noche.
Sabe que quiero decir para siempre.
—?No, espera! —Niega con la cabeza y los ojos le brillan de desesperación—. Por favor. Te necesito. Tienes que saber que te elegiría a ti. Te quiero a mi lado, Bree. Si Camlann viene, te quiero a ti.
El plomo que me hunde el estómago se vuelve caliente y se funde por todas mis extremidades. Las palabras pesan y se espesan en el fondo de mi garganta, pero las digo de todos modos.
—No. No me quieres.
Subo al coche y lo dejo atrás, solo en el camino de grava mientras nos alejamos.
Parte 4
Escisión
41
El teléfono me suena tantas veces durante los dos días siguientes que, después de un tiempo, decido bloquear el número de Nick.
Entonces lo intenta Sar. William. Greer. Whitty. Los bloqueo a todos, uno por uno. Duele, pero el dolor es bueno. Necesario. Como si lo mereciera por haberles hecho perder el tiempo.
Me quité el collar de Nick en cuanto llegué a casa y enterré la cadena y la moneda bajo unos calcetines en el cajón.
Me había creído valiente por enfrentarme a la Orden. Por perseguir la verdad. Sin embargo, cada vez que cierro los ojos, solo veo los rostros de las personas a las que he mentido para encontrarla.
Mi madre no quiso saber nada de la Orden y su guerra.
Mi madre no compartió su arte raíz. Ni conmigo ni con nadie más.
Lo menos que puedo hacer, después de desafiarla de tantas maneras, es seguir por fin sus pasos.
*
Los días siguientes pasan en un borrón porque los obligo a ello. Me concentro solo en lo que tengo justo delante.
Clases, estudiar en la biblioteca, comer con Alice, noches sin dormir. Repetir.
Me quito el cabestrillo en público, para que nadie haga preguntas. Alice las hace de todos modos. Le digo que me he caído en la iniciación.